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Moha Gerehou: “Si desapareciera Vox, ¿también desaparecería el racismo en España?

El periodista, escritor y conocido activista antirracista se lanza al teatro con un espectáculo que recrea sus peripecias como infiltrado en el partido de Santiago Abascal

Moha Gerehou posa en el Teatro del Barrio de Madrid, el 26 de abril.
Moha Gerehou posa en el Teatro del Barrio de Madrid, el 26 de abril.Jaime Villanueva
Raquel Vidales

Moha Gerehou lleva años volcado en la militancia antirracista. Nacido en Huesca hace 31 años en una familia originaria de Gambia, de donde sus padres emigraron hace más de tres décadas, compagina su profesión de periodista con una intensa actividad que incluye charlas, artículos de opinión y mucho trabajo en organizaciones como SOS Racismo, donde fue presidente. También ha escrito el libro Qué hace un negro como tú en un sitio como este (Península, 2021) y ahora se lanza al teatro con el espectáculo Infiltrado en Vox, que estrena este jueves en el Teatro del Barrio de Madrid (hasta el 16 de julio). La obra, interpretada por él mismo y coescrita junto con Anahí Beholí y Claudia Coelho, también encargadas de la dirección y la dramaturgia, cuenta cómo el propio Gerehou se infiltra en Vox para desarticular su mensaje racista y recrea sus peripecias utilizando la tecnología deepfake (técnica de inteligencia artificial que permite realizar vídeos falsos de personas reales), para hacer desfilar por el escenario a personajes como Santiago Abascal, Macarena Olona o Rocío Monasterio.

Pregunta. ¿Por qué se lanza ahora al teatro?

Respuesta. Bueno, no es la primera vez que me subo a un escenario. Hace unos años ya hice una especie de monólogo stand up que se titulaba Cómo sería mi vida si fuera un negro de película. Ahí fantaseaba con una historia en la cual iba recorriendo los estereotipos sobre las personas negras. Me gustó el formato porque descubrí que de repente estaba llegando a otras personas y de una manera más intensa que cuando daba charlas o con mis artículos de opinión. En el teatro conectas de forma más íntima.

P. Pero este nuevo monólogo es ya mucho más que un stand up.

R. Empezó también como monólogo, pero ha ido creciendo. Tiene una dramaturgia, escenografía… podemos considerarlo teatro.

P. ¿Espera que vaya a alguna función algún infiltrado de Vox?

P. Solo hay una persona que creo que podría venir: Macarena Olona. Porque está en ese punto en el que de repente dice que Yolanda Díaz es guay y parece que ha cambiado su arco ideológico. Ella podría ser la infiltrada.

P. No teme que le demande alguno de los que salen en su obra por usar su nombre y su imagen con los deepfakes.

R. No lo descarto. Aunque en realidad mi intención con esta obra no es atacar a esas personas, sino usar sus argumentos como chispa para provocar conversaciones sobre racismo. Espero que la obra no derive en una polémica estéril, sino que realmente la gente salga pensando que los temas que se comentan son importantes.

P. ¿Se habla poco de racismo en España?

R. Muy poco. Y mal. Parece que solo nos preocupa el racismo cuando viene de Vox, pero la realidad es que el racismo está en muchos ámbitos: en el acceso a la vivienda, la educación, la protección social. Es algo estructural.

De izquierda a derecha, Claudia Coelho, Moha Gerehou y Anahí Beholí, durante un ensayo de 'Infiltrado en Vox' en el Teatro del Barrio.
De izquierda a derecha, Claudia Coelho, Moha Gerehou y Anahí Beholí, durante un ensayo de 'Infiltrado en Vox' en el Teatro del Barrio.Jaime Villanueva

P. O sea, que en el racismo explícito de Vox tiene la ventaja de que al menos lo saca a debate.

R. No. En realidad, Vox desvía y bloquea los debates importantes. Nos distrae y nos hace perder el tiempo. Como ellos son el mayor altavoz del racismo, su versión más radical, violenta y alborotadora, tendemos a pensar que todo el racismo viene de ahí. La pregunta es: ¿si desapareciera Vox, el racismo también desaparecería en España?

P. ¿Desaparecería?

R. Evidentemente, no. Es cierto que a veces no se aprueban medidas antirracistas por temor a la reacción histérica de Vox, pero ellos existen porque existe racismo en España. Mi aspiración con esta obra es precisamente demostrar que hay racismo más allá de Vox.

P. ¿También en los partidos de izquierda?

R. Ser antifascista o de izquierdas no te convierte automáticamente en antirracista. Eso es algo que se practica. La izquierda utiliza muchas veces el antirracismo como mero escudo frente a los que proclaman políticas racistas, pero lo cierto es que siempre ha pecado de paternalismo. Es paradójico que Vox sea el único partido en el que una persona negra ocupa un alto cargo en su estructura [el secretario general, Ignacio Garriga].

P. También es paradójico que un negro milite en un partido abiertamente racista.

R. Es que ellos no se proclaman racistas, lo que defienden es la españolidad. Y precisamente cuando se les acusa de ello, sacan la carta de Garriga para argumentar que no lo son. En todo caso, ningún grupo social es ideológicamente heterogéneo. Hay personas negras de derechas y de izquierdas, igual que hay gais de derechas y de izquierdas. Otra cosa es que cómo los partidos utilizan esos perfiles.

P. ¿Los instrumentalizan?

R. Garriga no se siente instrumentalizado, pero nos instrumentalizan todos. Es hora de que seamos nosotros los que contemos nuestras propias historias. Y para eso necesitamos autonomía política y visibilidad en los partidos.

P. Cuénteme algún episodio de racismo que haya sufrido usted directamente.

R. Por ejemplo, a la hora de alquilar una vivienda. Cuando llamas por teléfono no te ponen pegas, pero cuando te ven en persona todo cambia. He hecho experimentos para probarlo llamando dos veces, una presentándome como Alberto y la otra como Mohamed: el trato cambiaba totalmente. O con las ofertas de trabajo por internet: en cuanto ven que te llamas Mohamed, generalmente te descartan sin mirar el currículo.

P. Oiga, después de estudiar tanto a los personajes de Vox para este espectáculo, ¿no se les acaba cogiendo hasta un poco de cariño?

R. Nooo… [ríe]. Personalmente, ningún cariño. Aunque es verdad que en los ensayos, de tanto convivir con sus deepfakes, ya nos referimos a cada uno por su nombre de pila, como si fueran colegas: Santi, Macarena… Pero por suerte sigo sin encontrar nada en su discurso que me haga entenderles o empatizar con ellos.

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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