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Fran Drescher, la atolondrada niñera sindicalista y anticapitalista que se convirtió en la voz de la huelga en Hollywood

Conocida por su papel en la serie de los noventa ‘La niñera’, la actriz, que ha sido víctima de una violación y ha padecido un cáncer, ha sabido reinventarse como presidenta del sindicato de actores

Fran Drescher, actriz conocida por su papel de Fran Fine en 'La niñera' y ahora presidenta del sindicato de actores principal de EE UU, SAG-AFTRA, en la conferencia de prensa en la que proclamó que sus 160.000 miembros irían a la huelga tras no renovar su contrato colectivo, el 13 de julio de 2023 en Los Ángeles, California.Foto: Etienne Laurent (EFE) | Vídeo: EPV
María Porcel

Críticas contra Wall Street y alabanzas a la Revolución Francesa no son, precisamente, lo que uno espera escuchar en el corazón de Hollywood. Tampoco en el elegante y sobrio edificio que acoge al sindicato de actores de EE UU, uno de los ejes sobre los que pivota la industria del cine, que genera más de 170.000 millones de euros anuales en salarios con 2,4 millones de trabajadores. Pero quien lanzó esas proclamas anticapitalistas, frases que dejaron con la boca abierta a millones de estadounidenses, fue una de sus actrices, y no una más, sino la estrella de los noventa Fran Drescher (Nueva York, 65 años). Ella es la actual presidenta de ese sindicato y cabeza de las negociaciones con los estudios. Porque quiere más dinero para los suyos y al pedirlo no le tiembla el pulso. Y si le tiembla, un poquito, es por el enfado, como dejó ver el jueves cuando anunció la huelga de intérpretes, más de 160.000, que paralizaba su sector y que no tiene trazas de acabar pronto.

Fran Drescher no es una estrella al uso. Lleva 40 años sin serlo. Ni ella, ni su forma de actuar y crear, ni su vida lo han sido. Nacida de antepasados polacos y rumanos en una familia judía en Queens, ni siquiera tuvo claro desde el primer día que quisiera actuar. Cuando en los setenta decidió apuntarse a interpretación, en su primer año como universitaria, las clases estaban llenas. Así que lo dejó y estudió un curso de estética. Una experiencia personal y profesional que, lejos de alejarla del éxito, se lo dio.

Porque el nombre de Drescher estará siempre unido al de La niñera, la serie que ella misma creó, produjo, escribió y protagonizó. A su alter ego en pantalla, Fran Fine, le regaló hasta su nombre de pila, pero ella a cambio le devolvió fama y una fortuna calculada por algunos medios en más de 30 millones de dólares. Sus 146 capítulos de apenas 20 minutos durante seis temporadas, entre 1993 y 1999, fueron vistos en EE UU durante su emisión por una media de 10 millones de espectadores; de hecho, por la última temporada Drescher llegó a embolsarse, por cada uno de ellos, 1,5 millones de dólares del momento. Pero fueron sus ventas internacionales (a más de 80 países) y sus adaptaciones locales en países como Turquía, Italia, Indonesia, Argentina o Rusia las que hicieron que su rostro y su voz, nasal y fuerte, sean conocidas en todo el mundo.

Imagen promocional de 1995 de la serie 'La niñera', protagonizada por Fran Drescher (a la izquierda).
Imagen promocional de 1995 de la serie 'La niñera', protagonizada por Fran Drescher (a la izquierda).CBS /Landov

No todo empezó con la niñera Fine, una esteticista (ahí está) que acababa convertida en niñera de los tres hijos de un rico viudo. El obvio planteamiento inicial, con un éxito relativo en la primera temporada, se volvió un hit gracias al carisma, el humor, la actuación y el llamativo vestuario de la protagonista (de grandes diseñadores como Versace y Thierry Mugler y que ha llegado a ser objeto de exposiciones). Pero antes de ello, con apenas 20 años, debutó en 1977, nada menos que en Fiebre del sábado noche y soltándole a Travolta: “¿Eres tan bueno en la cama como en la pista de baile?”.

Para cuando la niñera llegó a su vida, Drescher ya había pasado de puntillas por algún capítulo de Juzgado de guardia, Alf y Fama, y había sido dirigida por Wes Craven (Las dos caras de Julia), Rob Reiner (en el clásico musical This Is Spinal Tap), Francis Ford Coppola (Jack, ya en 1996). También, a sus 36 años, llevaba casada más de 15 con su novio del instituto, Peter Marc Jacobson. Él fue quien le ayudó a modelar, primero sobre el papel y luego para millones de espectadores de todo el mundo, el personaje de la deslenguada e histriónica niñera de cardado imposible, a quien también dirigió en una veintena de capítulos. La serie acabó siendo aplaudida por el público y también por la crítica, y ella logró dos nominaciones al Emmy y otras tantas al Globo de Oro.

Fran Drescher y Peter Marc Jacobsen, en su casa de Studio City, California, en junio de 1990.
Fran Drescher y Peter Marc Jacobsen, en su casa de Studio City, California, en junio de 1990.Paul Harris (Getty Images)

Para cuando la niñera se fue de sus vidas, Drescher y Jacobson se habían divorciado. Se separaron en 1996, en pleno auge de la serie, y se divorciaron tres años después. Al separarse, él le contó a ella que era gay. “Tengo un marchante de arte gay, un dermatólogo gay, por no mencionar a mi peluquero... ¡y tengo un exmarido gay!”, contó con su habitual guasa en una entrega de premios en 2015 en Nueva York. “La gente siempre me dice: ‘¿Pero cómo no lo sabías?’ Le encanta la decoración, la moda, la ropa, pero la verdad es que teníamos una gran vida sexual”. De aquello, claro, sacó otra serie, Happily Divorced. La crearon juntos, ya como bien avenido exmatrimonio.

Afincados en Los Ángeles desde hace años, Drescher y Jacobson vivían juntos en Malibú, en una casa en esta lujosa ciudad junto al Pacífico. Pero antes, en su juventud, no vivían aun allí cuando sufrieron un incidente que les cambió la vida: en 1985, dos asaltantes —un hombre en libertad condicional y su hermano— entraron en su casa, les robaron y a punta de pistola violaron a Drescher y a una amiga que entonces estaba con ellos, mientras Jacobson estaba maniatado y era obligado a presenciar la escena. Lo ocultaron a sus familias y ella no lo hizo público hasta que editó su biografía, en 1996. Entonces se mudaron a casa de sus buenos amigos y actores Dan Aykroyd y Donna Dixon. El trauma les duró años. Drescher logró identificar al asaltante ayudando a la policía a hacer un boceto, como contó en CNN, y así logró que fuera condenado a 150 años de cárcel.

Otro de sus episodios más complejos fue el cáncer de útero que le detectaron con apenas 42 años. Para entonces, la actriz ya llevaba dos de peregrinaciones médicas y con un diagnóstico equivocado cuyo tratamiento era un chute hormonal: justo lo contrario de lo indicado. En junio de 2000 finalmente se sometió a una histerectomía urgente, y siete años después, tras escribir un exitoso libro de su proceso personal y médico, creó una fundación, Cancer Schmancer, por la que busca, más que una cura, concienciar sobre la importancia de la prevención y la detección temprana de la enfermedad. Con ella da charlas inspiracionales y recauda dinero para ayudar a pacientes. “Toda mi vida ha ido sobre convertir lo negativo en positivo. Tuve fama, tuve cáncer y ahora vivo para hablar de ello. A veces los mejores regalos vienen en los envoltorios más feos”, afirma en la web de su fundación.

El camino no ha sido fácil, pero a Drescher nunca le ha faltado el humor, unido a que no tiene ni un pelo en la lengua. Lo ha demostrado durante las negociaciones de los actores, en las ruedas de prensa, en los piquetes frente a los estudios. Pero también ha dejado claros sus conocimientos sobre la industria (ella es, afirma la prensa especializada, quien ha propuesto y defendido que haya una fórmula clara por la que los actores reciban un porcentaje por las series y películas más vistas en las plataformas de streaming) y la fuerza de su discurso. Presidenta de SAG-AFTRA desde junio de 2021, en las reñidas elecciones de hace dos años —le quedan al menos otros dos en el puesto— se pusieron en duda sus capacidades para gestionar un poderoso sindicato como este, su supuesta falta de conocimiento sobre ese mundo, sus ideas sobre la salud, las vacunas, la medicina, su imposibilidad de unir a un sindicato dividido... El tiempo ha demostrado que sí podía: su popularidad está en alza y logró que el 98% de los actores dieran su aprobación para ir a la huelga.

Sus críticas al capitalismo salvaje han sido constantes estos días, contra los estudios y contra su modelo de negocio. “Estáis en el lado equivocado de la historia”, “Nos han deshonrado”, “Vergüenza para vosotros”, “irrespetuosos”, “ofensivos”, y otras tantas perlas que repite allá donde quieran escucharla.

Pero no son las primeras. En una entrevista con la revista Vulture hace un lustro, se declaraba abiertamente anticapitalista, “no contraria a ganar dinero, ya me entiendes, eso no es malo per se, pero tiene que ser ponderado con respecto a lo que tiene verdadero valor”. “El capitalismo es frenético, caníbal” aseguraba entonces en la charla, donde también se decía consciente de ser un icono queer, algo que, afirmaba, le encantaba porque le daba oportunidad de ser escuchada. “Veo lo que pasa en el mundo con las élites y los grandes empresarios que nos gobiernan, son unos sociópatas obsesionados con el dinero, tanto que están perdiendo la visión sobre todo lo hermoso en el camino. Siempre le digo a la gente: ‘Mira, si la avaricia es el único idioma que entienden, para de comprar”.

Hillary Clinton y Fran Drescher, en Nueva York en 2006.
Hillary Clinton y Fran Drescher, en Nueva York en 2006.KMazur (WireImage)

Sus ideas políticas también pasan por la izquierda, al menos por lo que se considera la izquierda en EE UU. Demócrata de pro, ha apoyado Joe Biden y a Barack Obama, a Bill Clinton y también a Hillary; de hecho pensó en presentarse para ser senadora por Nueva York cuando se convirtió en secretaria de Estado de EE UU, pero lo descartó rápidamente. Unas ideas que, para algunos, chocan con sus imágenes más glamurosas, algo para lo que también tiene una pronta respuesta. Al ser criticada por dejarse fotografiar a principios de semana en el desfile de Alta Moda de Dolce&Gabbana en Italia (a 10.000 kilómetros de donde tenían lugar las negociaciones de la inminente huelga), donde posó junto a Kim Kardashian, que la calificó de “icono de moda” para sus 360 millones de seguidores, ella argumentaba que era una cuestión laboral. Todo en la misma rueda de prensa donde se anunciaba la huelga, y con Duncan Crabtree-Ireland, su mano derecha y jefe de los negociadores, asegurando que era una actitud “indignante”. “Fran estaba trabajando, que es lo que hacen nuestros miembros. Qué cínico poner a nuestros miembros en contra de Fran, que estaba cumpliendo con su contrato, haciendo videollamadas para las negociaciones, trabajando 18 horas al día”, salió en su defensa. Ella lo agradeció y aseguró que “no era una fiesta ni diversión”, sino que era su trabajo “como embajadora de una marca de moda”. “Me pasé tres horas en maquillaje y peluquería, con tacones por el empedrado, haciendo cosas que son trabajo, no diversión. Imagino que Kim prefería estar en su casa de Malibú con sus niños, pero eso hacemos, trabajar”, aseguraba ante el atril, con el rostro cansado, sin maquillaje y en deportivas. La niñera Fran tiene ya muchas tablas para que nadie pueda criticarla por su modo de vestir y para salir, más que airosa, del paso.

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Sobre la firma

María Porcel
Es corresponsal en Los Ángeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la sección de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, lleva más de una década vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.

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