‘Sibyl’, un extraordinario espectáculo que es más que una ópera
Esta obra equivale a decir que una pieza así creada en nuestros días es algo que no sabemos que es. Y esta lucidez se transmite como una bofetada
“Parto de no saber qué estoy haciendo, de no controlarlo por completo.” No es casual que William Kentridge, el artista sudafricano que afirmaba esto hace cinco años en estas mismas páginas, proponga un trabajo denominado ópera, pero tampoco evidente. Sibyl es un montaje que parece realizarse casi a la vez que se ejecuta. Llamarlo ópera es como decir que no resulta posible definir a priori lo que acogemos con el venerable rótulo. Esto no es como la puesta en escena de Wozzeck que firmó el año pasado para Salzburgo y luego llegó a Valencia. Sibyl equivale a decir que una ópera creada en nuestros días es algo que no sabemos que es. Y esta lucidez se transmite como una bofetada que primero atrapa y luego nos interpela para que pensemos qué hemos visto y oído.
Su presencia en la Sala Roja de los Teatros del Canal, avalada por el Teatro dell’Opera di Roma, Les Thèâtres de la Ville de Luxemburgo y Dramaten-Estocolmo, pilla a contrapié a muchos espectadores madrileños que seguro que recuerdan que Kentridge fue Premio Princesa de Asturias de las Artes 2017, que ha expuesto en el Reina Sofía de Madrid y en el CCCB de Barcelona y otras referencias, pocas ligadas a la reserva india que es actualmente la ópera. Eso sí, Kentridge se ha hecho un nombre también aquí, el citado montaje de Wozzeck, sus visiones, tan cercanas a lo operístico como a la performance, dedicadas a Monteverdi, Shostakovich o Berg plasmadas en la citada expo del Reina Sofía de 2017-18....
Pero nada de esto nos preparaba para este Sibyl, un díptico formado por dos partes diferentes, la primera, The Moment Has Gone, un film corto en el que el protagonista es el dibujo animado de Kentridge y un cuarteto vocal de calidad y expresividad excepcionales. La segunda parte nos conduce a la sibila que da título al conjunto y que sería propiamente la ópera, o más bien una meta ópera, una puesta en escena de referencias en las que la música, el canto y la torturada historia de Sudáfrica nos narran una fascinante historia articulada en los claroscuros de la difícil peripecia sudafricana. Pero todo ello desde una abstracción guiada por dibujos articulados, hojas de prensa que, a modo de titulares, evocan briznas de dramas e ideas casi teológicas que tiñen de esperanzas y desgarros a los que dan cuerpo nueve actores-cantantes-bailarines cuya calidad y entrega cortan el aliento. Junto a todo este conjunto, solo el piano desvaído del compositor e intérprete Kyle Shepherd nos recuerda que todo no puede ser tan bueno.
Entre el abanico de frases que se hacen y deshacen en la pantalla, una de ellas me llamó poderosamente la atención: “El paraíso habla con una lengua extranjera”. Es una sentencia que insinúa la distancia que el sufrido país sudafricano, especialmente su población negra, ha tenido que gestionar. Pero es también una metáfora perfecta de la idea misma de lo operístico. Los nueve virtuosos que dan voz al espectáculo inventan su idea de la ópera a partir de sus fabulosos recursos, pero el paraíso-ópera no es solo una lengua extranjera, es un campo de inestabilidad conceptual que, al modo de los dibujos de Kentridge, se hace y deshace en el tiempo real de su presencia en el escenario. Hacía falta venir de Sudáfrica para decirnos que el campo operístico actual es un terreno pantanoso en el que cualquier certidumbre es apenas una lengua extranjera que apenas conocemos.
Destacar a alguien en este poderoso y compacto grupo es innecesario, actúan, cantan, bailan y hasta hacen reír sin que nos demos cuanta de donde sale tanta fuerza. En cuanto al concepto general, Sibyl nos sugiere cosas como la sospechosa verbosidad de la historia del arte del siglo XX, el estatuto de un espectáculo cantado, las luces y tinieblas de lo que pudo ser la vida sudafricana, y todo ello a partir de que William Kentridge afirma que “no sabe lo que está haciendo”. ¡Qué lección!
'Sibyl'
Película y ópera contemporánea. Idea original y director, William Kentridge.
Música compuesta y concebida por Nhlanhla Mahlangu y Kyle Shepherd.
Parte 1: The Moment Has Gone.
Parte 2: Waiting For The Sibyl.
Compositor coral y director adjunto: Nhlanhla Mahlangu.
Compositor y director musical: Kyle Shepherd.
Cantantes, bailarines: Nhlanhla Mahlangu, Xosilise Bongwana, Thulani Chauke, Thandazile ‘Sonia’ Radebe, Ayanda Nhlangothi, Zandile Hlatshwyo, Siphiwe Nkabinde, S’busiso Shozi.
Teatros del Canal. Sala Roja. 27 y 28 de mayo.
Babelia
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