‘Trato de favor’ y la hipótesis ‘zarzuela’
El compositor Lucas Vidal ha hecho bien o muy bien aquello que sabe hacer, como Boris Izaguirre con el libreto, pero fallan en elementos esenciales de este género musical
Con el estreno absoluto de la zarzuela Trato de favor, se cierra el periodo de Daniel Bianco al frente del Teatro de la Zarzuela, a falta de una Luisa Fernanda de reposición. Se puede afirmar que Bianco sale de La Zarzuela con un sobresaliente en líneas generales. Ha presentado montajes excelentes de repertorio que quedarán en la memoria del aficionado. Pero, además del repertorio, ha tenido una preocupación especial por la incorporación de nuevos títulos. Y, en ese terreno, hay buenas intenciones, pero demasiados apriorismos sobre lo que debe ser una zarzuela en nuestros días.
Solo en esta temporada que ahora anuncia su cierre, hemos visto dos estrenos, Policías y ladrones, con música de Tomás Marco y libreto de Álvaro del Amo y, en estos días, este Trato de favor, con música de Lucas Vidal y libreto de Boris Izaguirre. Son dos títulos muy dispares, aunque curiosamente ambos coincidan en el tema de la corrupción y el uso de la cárcel como escenario, parcial en el caso de Policías… y total en el Trato de favor que se acaba de estrenar. Es un auténtico acontecimiento estos dos estrenos en una sola temporada y quedará en los anales como un magnífico intento. Pero, en ambos casos, la idea de que se le llame zarzuela a las dos producciones no le ha beneficiado a ninguna.
La zarzuela como género quedó definida en su periodo histórico, de mediados del siglo XIX al final de la Guerra de España. Pero es inexistente después, y lo es porque quien define un género es el público, no solo el que pueda llenar un teatro en un momento dado sino el público en tanto que sociedad. Y, tras la Guerra, el público y la sociedad española en general quedo destruida. De modo que hay que volver a empezar para saber si un espectáculo musical es una zarzuela, teatro musical o cualquier otra cosa y debe pasar por la prueba de dominar el gusto de un público muy amplio, que llene teatros (y muchos) y que adquiera las claves de género como para soportar una continuidad de gran espectro. Y, por el momento, no parece haber ocurrido.
Con respecto a Trato de favor, los mejores mimbres de esta producción cabrían bajo el techo de teatro musical. Lo que pasa es que esa marca es ya un territorio de la Gran Vía madrileña y la presencia de producciones españolas es casi nula, excepción hecha de esa Malinche de Nacho Cano que ha tenido que buscar cobijo en otras barriadas de la capital.
En el apartado artístico, se puede señalar que el compositor Lucas Vidal ha hecho bien o muy bien aquello que sabe hacer, planos narrativos de película y orquestaciones esplendorosas y de técnica impecable. También tiene buenos momentos de manejo del coro y de conjuntos en clave humorística. Pero en lo que podríamos llamar romanzas o arias, generalmente, sentimentales, le falla el pulso y ni el uso sistemático de la tonalidad y de los aires musicales referenciales de la zarzuela le apoyan. Da la impresión de que si realiza nuevas producciones líricas puede alcanzar un tono adecuado, pero no es el caso en Trato de favor.
En lo que respecta al libreto de Boris Izaguirre, se podría repetir análogo veredicto, lo que sabe hacer lo hace bien, aunque quizá menos bien que Vidal. Hay versos insulsos y cantables que no dicen apenas nada y que reblandecen a algunos personajes. De entre los que están mejor dibujados destaca la protagonista Ana Mía, la gran diva que revoluciona la cárcel con su entrada. Quizá, al tratarse de un personaje cercano a la caricatura, resulta más adecuado para una convincente dramatización. Esto beneficia a la soprano Ainhoa Arteta, que borda el excesivo personaje de la diva y le permite disimular carencias vocales. Otro tanto les sucede a las presas “graciosas”, especialmente a La Venenosa, la Cuca y La Colombiana, interpretadas con gracejo sobrado por María José Suárez, Lara Chaves y Amelia Font. Por el contrario, los personajes más sobrios quedan desdibujados, como le ocurre a Juan Miguel, el único personaje varón de la zarzuela, Mercedes y Mayka; los dos primeros enamorados de la diva con escaso éxito, tanto en sus afanes amorosos como en su traslación dramática. En cuanto a Mayka, la codiciosa y corrupta directora de Instituciones Penitenciarias, permanece en segundo plano en un libreto que, por momentos, se desvanece. El tenor Enrique Ferrer, la mezzo Nancy Fabiola Herrera y la cantante actriz Gurutze Beitia se esfuerzan por dar carne y sangre a personajes que no se encuentran dramáticamente cómodos en la historia.
Donde la producción echa la casa por la ventana es en la parte escénica. Y es que la dirección artística corre a cargo del sabio Emilio Sagi, el lujo de esta producción. El simple hecho de que se haya comprometido con esta aventura habla de su generosidad y de su gusto por el riesgo cuando se trata de romper una lanza en favor de la zarzuela. La complicada dirección actoral de un grupo tan numeroso, protagonistas, coro y ballet que casi se funden en una masa de presidiarias que llenan la escena, solo puede salir a flote con su autoridad. Pero eso no es todo, la escenografía es del citado Daniel Bianco, director general del Teatro de la Zarzuela hasta que acabe su mandato en el verano y fiel colaborador de Sagi durante años. En suma, todas las fuerzas de la institución se han comprometido con un montaje rico, por momentos exuberante, pero que se queda corto en algunas cosas y largo en otras, pero que muestra una auténtica ambición a la hora de decir a la gente, esto es zarzuela de nuestros días. Ahora falta que lo digan quienes mandan de verdad en el mundo del espectáculo, el respetable.
Trato de favor
Música: Lucas Vidal.
Libreto: Boris Izaguirre.
Dirección musical: Andrés Salado y Salvador Vázquez. Dirección de escena: Emilio Sagi.
Reparto: Ainhoa Arteta, Nancy Fabiola Herrera, Enrique Ferrer, Amparo Navarro, Amelia Font, María José Suárez, Boris Izaguirre.
Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro del Teatro de la Zarzuela. Del 29 de abril al 21 de mayo. Teatro de la Zarzuela, Madrid.
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