La autora de uno de los mejores cómics de 2022 vuelve con una historia de familias separadas por la guerra de Corea
Keum Suk Gendry-Kim, creadora de ‘Hierba’ y ahora de ‘La espera’, se inspira en las vivencias de su madre para contar las de miles de coreanos divididos desde los años cincuenta
“Hace tiempo, le hice una promesa a mi madre: que encontraría al hijo que perdió. No sé cómo pude prometerle tal cosa”. Son las palabras de Jina, la narradora de La espera, el cómic que recorre la historia de su madre, Gwija, una mujer de 92 años que vive con la expectativa de reencontrarse con el hijo del que se separó durante el éxodo de civiles que huyeron del norte al sur al comienzo de la Guerra de Corea en 1950. Keum Suk Gendry-Kim, autora del monumental Hierba, el único cómic que se coló en la lista de los 100 libros más vendidos en España el año pasado, vuelve a adentrarse en la historia con minúscula de su país natal, Corea del Sur. Lo hace esta vez inspirándose en las vivencias de su propia madre, para contar las de miles de familias separadas tras la división de Corea en 1953 en esta novela gráfica publicada en español por Reservoir Books.
A diferencia de Lee Ok-Sun, la esclava sexual que protagoniza Hierba, Gwija es un personaje de ficción, pero su aspecto y carácter tienen poco de inventado. La autora explica que optó por darle los rasgos de su propia madre, que se había separado de su hermana mayor en los cincuenta. Durante el proceso creativo, su madre comentaba los bocetos de la ilustradora. “¿Por qué me haces esa nariz tan fea? Podrías haberme dibujado menos arrugas”, se quejaba al principio.
La hermana de su madre se quedó en el norte porque no logró subirse a un tren abarrotado de refugiados que se dirigían al sur escapando del frente de la incipiente guerra entre comunistas y liberales en la península coreana. En La espera, Gwija le pregunta constantemente a su hija si tiene noticias de la Cruz Roja, que organizaba reencuentros de familiares esporádicos, algo que también hacía la madre de la ilustradora con ella.
—¿Por qué decidió inventar un personaje pudiendo usar el testimonio de su madre, que conocía de primera mano y que era real?
—Pensé que la historia de una madre que había perdido a su hijo llegaría más a los lectores. Es más conmovedora que la de dos hermanas separadas. De todas formas, la historia de mi madre también está contada de forma implícita en La espera. Pero sobre todo, opté por la ficción porque muchas personas tenían miedo de que, al publicar su historia, perjudicara a sus allegados que seguían en Corea del Norte.
Para recoger testimonios, Keum Suk Gendry-Kim se reunió en 2018 con varios ancianos que se habían reencontrado con familiares del norte gracias a los programas de la Cruz Roja. La autora admite que tuvo la sensación de que no le estaban diciendo toda la verdad: “No me contaron toda la historia por miedo a las represalias, a que sus familiares fueran ejecutados o encarcelados. En Corea del Sur también podían ser desfavorecidos a la hora de encontrar empleo si se hacía público que tenían familia en la parte comunista”. La base del Gobierno surcoreano registraba en 2022 un total de 132.124 personas separadas de sus familias a raíz del conflicto. De estas, 90.514 ya habían fallecido, por lo que quedaban 43.160 supervivientes, entre quienes los mayores de 70 años representan el 85%. En las últimas reuniones de 2018, apenas 200 participantes se habían reencontrado.
La dibujante deplora que en Corea el tema de las familias separadas esté “muy visto”, según ella. “Los que vivieron esa separación son de una generación que está a punto de desaparecer. Es algo de ‘abuelos’ para los jóvenes de hoy. Pero recientemente ha habido un aumento de la tensión entre los dos países, las probabilidades de una guerra como la del pasado parecen crecer”, se alarma. La autora cuenta que de niña en la escuela les enseñaban que los comunistas norcoreanos eran débiles y malos: “Como tarea escolar nos hicieron una vez dibujar un póster para manifestar el anticomunismo. Esta confrontación ideológica sigue siendo un problema pendiente”.
La imagen del alambre de púas, símbolo de esta separación forzosa e impuesta por el ser humano, rodea el cómic, ya que aparece en la primera y última página. Ante esta imposibilidad de derribarla y de rebajar las tensiones, Keum Suk Gendry-Kim propone una solución narrativa: “Tenemos una frontera y ahí hay una verja de 25 kilómetros. Nadie puede traspasarla, pero la naturaleza sí. A la naturaleza no le importa que exista la frontera entre las dos Coreas”. Por eso, tanto en La espera como en Hierba, el paisaje y la vegetación cobran protagonismo para expresar los momentos más dolorosos. “Prefiero expresar el sufrimiento y la miseria a través de los paisajes hermosos de la naturaleza, más que de manera directa y explícita, porque ese contraste lo hace más impactante”, justifica.
En una escena de la novela gráfica, Gwija, ya anciana y ajada —se ha quedado tuerta y camina a duras penas con bastón—, se encuentra con una amiga suya, que también dejó atrás a una parte de su familia. Mientras rememoran su juventud en el norte, se transforman en árboles durante unas viñetas.
Babelia
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