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Crítica | Música clásica
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una ‘Tosca’ acartonada que pretende escandalizar

El Liceo estrena una polémica y fallida producción de Rafael R. Villalobos de la ópera de Puccini con un buen reparto encabezado por la soprano Maria Agresta

Un momento del segundo acto de la representación de 'Tosca' en el Liceo de Barcelona el pasado miércoles.
Un momento del segundo acto de la representación de 'Tosca' en el Liceo de Barcelona el pasado miércoles.Toni Bofill

La famosa invectiva de Joseph Kerman contra Tosca (“esa operita acartonada que pretende escandalizar”) se ha convertido en un lugar común de la crítica contra Giacomo Puccini. Hoy sabemos que el musicólogo estadounidense se inspiró al redactarla, dentro de su clásico Opera as Drama (1956), en otra filípica todavía más dura de George Bernard Shaw, escrita en 1887, contra La Tosca, el drama trágico de Victorien Sardou que inspiró el libreto de la ópera: “Un simulacro barato de drama trasnochado, indolente, torpemente construido y con la cabeza hueca que pretende escandalizar”. La problemática producción de Rafael R. Villalobos, estrenada este miércoles 4 de enero, en el Liceo de Barcelona, casi permite actualizar los dos severos epítetos de Kerman.

Esta Tosca, que se pudo ver en La Monnaie de Bruselas con limitaciones relacionadas con la pandemia, en 2021, y que llegará a la Maestranza de Sevilla, en junio próximo, se encalla en su obsesión por contar demasiadas cosas. El director de escena ahonda en elementos que nada tienen que ver con las pretensiones del compositor, como su trasfondo político. Puccini lo evitó expresamente en favor de un acercamiento casi obsesivo a la ambientación; es bien sabido que estudió la ceremonia del Te Deum para el final del primer acto o visitó el Castillo de Sant’Angelo al amanecer para el inicio del tercero. Pero esa veracidad atmosférica contrasta con unos personajes poco perfilados y con una trama basada en la mentira donde todos engañan a todos, como ha explicado Alexandra Wilson en su fundamental The Puccini Problem (2007).

El barítono Željko Lučić y la soprano Maria Agresta durante el segundo acto de ‘Tosca’, el miércoles en Barcelona.
El barítono Željko Lučić y la soprano Maria Agresta durante el segundo acto de ‘Tosca’, el miércoles en Barcelona.Toni Bofill

Villalobos añade, además, un link intelectual poco afortunado con el escritor y realizador Pier Paolo Pasolini. Un procedimiento habitual en otras producciones suyas que ha funcionado algo mejor en la combinación de Orfeo y Eurídice de Gluck con Haneke, en El barbero de Sevilla de Rossini con Almodóvar y en Orlando de Handel con Virginia Woolf. En este caso, trata de conectar a Pasolini con Cavaradossi, ambos víctimas de sus ideas políticas, pero se centra en el escabroso episodio sin resolver de su asesinato, en 1975, por el chapero Pino Pelosi. Incluso, ilustra al público con varias explicaciones textuales que no toman en consideración la reciente biografía de Miguel Dalmau (Tusquets), donde se sostiene que Pasolini fue ejecutado por un terrorista vinculado a la asociación política de extrema derecha Ordine Nuovo.

Ya la asociación del segundo acto con el filme excesivo y sobrecogedor pasoliniano Saló o los 120 días de Sodoma fue objeto de escándalo, meses antes del estreno, con la renuncia de la soprano Aleksandra Kurzak y el tenor Roberto Alagna a encabezar el reparto. Un nexo completamente superficial con desnudos de atrezo y una caracterización de Scarpia que nada tiene que ver con los cuatro monstruos que protagonizan esa película. Villalobos va más allá al tratar de convertir a Pasolini en un personaje de la ópera. Lo vemos como figurante para subrayar su identificación con Cavaradossi. Pero alcanza su cénit en dos penosas licencias. Un discurso seguido de un baile con Pino Pelosi al son de la canción Love in Portofino (en la grabación de su compositor Fred Buscaglione), al inicio del segundo acto y antes del comienzo de la música de Puccini, y en la conversión del bello fresco sinfónico inicial del tercer acto en una escenificación del asesinato de Pasolini a manos de Pelosi, que asocia lo cantado por el pastor con la voz del contratenor Hugo Bolívar. No obstante, fue absolutamente inaceptable que un sector del público prorrumpiese en gritos ensordecedores y nos impidiese escuchar con normalidad ese añadido del director de escena al inicio del segundo acto.

Un momento de la escena con figurantes que representan a Pier Paolo Pasolini y Pino Pelosi.
Un momento de la escena con figurantes que representan a Pier Paolo Pasolini y Pino Pelosi.Toni Bofill

A pesar de las múltiples licencias, como esa desconcertante imagen del sacristán escupiendo sobre el cadáver de Cavaradossi al final de la ópera, no cabe duda del talento de este joven director de escena sevillano. Lo demostró en una brillante dirección de actores y un atractivo vestuario donde combinó el rojo de la sangre con el blanco y negro, de la luz y la muerte. Pero también con una excelente escenografía giratoria de Emanuele Sinisi donde fusiona referencias a las tres ubicaciones de la ópera: el interior de una iglesia, la habitación de un palacio y la terraza de un castillo. La iluminación de Felipe Ramos fue otro aspecto a destacar como recurso dramático al final de los actos primero y tercero de la ópera. Y una mención especial merecen las magníficas pinturas de Santiago Ydáñez; en especial, la colección de perros rabiosos que acompañan al interrogatorio de Scarpia a Tosca durante la tortura de Cavaradossi, en el segundo acto.

Precisamente, ese momento de enorme intensidad dramática sobre el escenario apenas tuvo reflejo en el foso. El director de orquesta Henrik Nánási no consiguió de la Sinfónica del Gran Teatre del Liceu ni la calidad ni tampoco la implicación escuchada, con Susanna Mälkki, el mes pasado en El tríptico del mismo compositor. Su Puccini fue poco refinado y emotivo. El director húngaro dirigió con seguridad pero impuso el volumen sinfónico sobre el drama y las voces, a las que tapó en varias ocasiones. Por otro lado, el coro titular del teatro barcelonés exhibió su calidad, aunque no lo viéramos en la escena del Te Deum.

El tenor Michel Fabiano y la soprano Maria Agresta durante el tercer acto de ‘Tosca’.
El tenor Michel Fabiano y la soprano Maria Agresta durante el tercer acto de ‘Tosca’.Toni Bofill

En el reparto vocal sobresalió la soprano Maria Agresta, como Tosca, con bello color vocal y buen legato, pero también con sólidos agudos. Afrontó con solvencia la evolución del personaje sin exageraciones, con toda la intensidad de combinar pasajes cantados y declamados en el segundo acto, y convirtió su aria Vissi d’arte en uno de los mejores momentos de la noche. El tenor Michel Fabiano fue un Cavaradossi de menos a más, con una Recondita armonia algo fría, en el primer acto, que superó con valentía y volumen, en el segundo, cantando con brillantez Vittoria, vittoria, aunque su mejor momento musical lo escuchamos en E lucevan le stelle con un exquisito uso de la media voz. El barítono Željko Lučić fue un buen Scarpia, de potente presencia escénica, a pesar de acusar cierta monotonía en su canto. Y, entre los secundarios, destacar la calidad del sacristán de Jonathan Lemalu, el sólido Angelotti de Felipe Bou y el brillante Spoletta de Moisés Marín.

Tosca

Música de Giacomo Puccini. Libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa. Maria Agresta, Michael Fabiano, Željko Lučić, Felipe Boum Jonathan Lemalu, Moisés Marín, Manel Esteve, Milan Perišić y Hugo Bolívar. Coro y Orquesta de Gran Teatro del Liceo. Dirección musical: Henrik Nánási. Dirección de escena: Rafael R. Villalobos. Gran Teatro del Liceo, 4 de enero. Hasta el 21 de enero.

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