La ciudad celtibérica de Aratis comienza a mostrar sus secretos tras un expolio de tres décadas
Los arqueólogos localizan 20 metros de la muralla, monedas y el emplazamiento original de la población antes de construir su fortificación en la cima de una colina en la provincia de Zaragoza
El expolio sistemático y brutal durante tres décadas del yacimiento de Aratis (Aranda de Moncayo, Zaragoza) ha sido el caso de saqueo arqueológico más analizado de la reciente historia española. Se han escrito innumerables artículos en prensa, se han editado libros, impartido conferencias y realizado numerosas investigaciones judiciales y policiales ―Operación Helmet―, que determinaron que Ricardo Granada Pérez y Mariano Ostalé habían saqueado entre finales de los ochenta y 2013, con fines espurios, una de las mayores ciudades fortificadas celtibéricas de las que se tiene constancia.
El oppidum (ciudad fortificada), que se asentaba sobre un cerro y que fue tomado por los romanos entre los 74 y 72 a. C., guardaba, antes de su saqueo, innumerables objetos históricos, que fueron vendidos, exportados y destrozados, incluidos 20 cascos de guerreros de valor incalculable. Cuatro años después de la sentencia de la Audiencia de Zaragoza que castigaba con cárcel y penas económicas a los saqueadores, se ha hecho público el informe Primera campaña de excavaciones en Aratis, de los arqueólogos Marta Chordá, Francisco Javier Gutiérrez González y Gloria Pérez García, que han rebañado los restos de aquel desastre para intentar reconstruir cómo era esta impresionante ciudad de, al menos, 10 hectáreas.
Los expertos han localizado en la última campaña de excavaciones, la primera que se ha llevado a cabo tras la hecatombe arqueológica, un tramo de la muralla defensiva del asentamiento, así como un torreón cuadrangular de 20 metros en uno de sus lados y desde el que los celtíberos dominaban visualmente todo el entorno. Igualmente, se ha descubierto en la falda del otero una inicial Aratis de la Edad del Hierro (primer milenio a. C), que fue trasladada a la cima cuando estuvo terminado el sistema defensivo de grandes bloques de piedra.
La ciudad de Aratis era un imponente castro protegido por una muralla que fue ampliándose y monumentalizándose entre los siglos VI y II a. C. Posiblemente, sostienen los arqueólogos, su fortificación perduró hasta poco después de las Guerras Sertorianas, que enfrentaron entre el 77 y el 74 a. C. a dos facciones romanas, las encabezadas por los generales Quinto Sertorio contra Quinto Cecilio Metelo y Cneo Pompeyo Magno Pío.
Aratis debió de funcionar como la capital de un territorio-Estado, especializado en la actividad metalúrgica ―el dominio del hierro resultaba crucial para defenderse de posibles enemigos― gracias a los cercanos yacimientos metalíferos de las actuales localidades de Tierga, Mesones y Valdeplata. Además, producía grandes cantidades de lana, al tiempo que disponía de buenas vías pecuarias, lo que a la postre lo convirtió en escenario de varias contiendas relevantes entre celtíberos y romanos, como las acaecidas en los años 179 a.C. y 153 a.C.
Según las hipótesis de los arqueólogos Francisco Romeo y Luis Fatás, el oppidum contaba con, al menos, tres necrópolis ―las áreas más expoliadas por los condenados―, tres agrupaciones de túmulos en los cercanos parajes de Peña Pasera y Collado de las Viñas, que funcionaban como centros astronómicos o, según otros expertos, como posibles torres de control de las vías de comunicación.
Las campañas actuales se han centrado en el torreón del oppidum ―desde el que se controlaba el entorno―, “un auténtico complejo monumental que dominaba y articulaba el sistema defensivo constituido por lienzos de sillarejos que discurrían ladera abajo, de forma escalonada, hasta una acequia”, afirma la directora de la excavación Martá Chordá.
La limpieza de derrumbes exteriores de la muralla ha permitido descubrir 20 metros lineales de su cara exterior. Además, entre la torre y la muralla se han encontrado estructuras de antiguas habitaciones, en las que se han hallado “interesantes materiales de entre los siglos IV y III a. C.”. Francisco Javier Gutiérrez explica que “para construir el torreón levantaron un muro exterior con potentes sillares y luego lo rellenaron con piedras medianas y tierra”. “Esto provocó un notable empuje sobre él, lo que originó problemas estructurales en varios puntos. Para evitar su derrumbe, le colocaron refuerzos exteriores escalonados con piedras medianas”.
Además, por el momento se han hallado dos monedas de bronce, una de Aratis y otra que corresponde a un cuarto de calco de Ebusus (Ibiza). Igualmente, se han encontrado otros materiales cerámicos y fíbulas de disco. Los especialistas los datan, inicialmente, en el siglo II a. C.
A los pies de la antigua ciudad, donde se levanta actualmente un convento capuchino del siglo XVII, existe una fuente de aguas sulfurosas, algo muy apreciado en la Antigüedad. Los investigadores creen haber localizado también un camino antiguo que podía haber conectado Aratis y el vecino yacimiento de El Calvario de Gotor, articulando todo el valle del Aranda hasta Uirouia, en la actual Borobia (Soria), ciudad que también acuñó su propia moneda prácticamente a la vez que lo hizo Aratis. Dice el equipo arqueológico que “la investigación no ha hecho más que empezar, ya que no se han hallado elementos romanos o de importación, lo que abre nuevos interrogantes sobre el papel de este oppidum en el proceso de conquista romana y en las guerras celtibéricas en particular”.
El empleo durante años por parte de los saqueadores de maquinaria pesada para extraer las piezas arqueológicas en el menor tiempo posible destruyó una información crucial sobre esta población prerromana, aunque se hayan recuperado importantes objetos expoliados. Sin embargo, las próximas campañas científicas ofrecerán pistas “para entender la génesis, el desarrollo y la correcta adscripción cronocultural de Aratis entre los siglos V y I a.C, además de permitir poner en valor el yacimiento como recurso educativo y turístico para la zona”, concluyen los directores Marta Chordá, Javier Gutiérrez y Gloria Pérez.
Desde el pasado 22 de noviembre, el Museo de Zaragoza, donde se exponen de manera permanente siete de los cascos hispano-calcídicos recuperados tras su saqueo, mantiene abierta la exposición Aratis. Anatomía de un expolio, con 150 de los más de 9.000 objetos sustraídos. Estará abierta hasta el próximo 22 de enero y enseña sin filtros lo que nunca debía haber sucedido.
Babelia
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