Ester Expósito: “Lo importante no está en las redes sociales, y lo que ves en ellas no es la vida real”
A sus 22 años, la estrella de la serie ‘Élite’ y de Instagram encara nuevos registros con el filme de terror ‘Venus’ y con su rodaje con el mexicano Amat Escalante, niño bonito del cine de autor
Ester Expósito siempre quiso ser actriz. Y fue escalando posiciones, haciendo teatro y pequeños papeles en cine y televisión, hasta que estalló el fenómeno de la serie Élite. A partir de ahí, la gloria. Y las redes sociales: 28,6 millones de seguidores la contemplan en Instagram. A sus 22 años, la madrileña maneja un discurso claro, contundente. Dejó Élite —la joya de la corona de Netflix— en la tercera temporada en busca de nuevos retos, y ha encadenado películas (Tu hijo, Mamá o papá y Rainbow) y más series (Alguien tiene que morir y Veneno), que ya apuntaban sus expectativas de cambio de carrera, confirmadas al enlazar dos filmes que abren caminos distintos: la lovecraftiana Venús, de Jaume Balagueró, que se estrenó el pasado viernes, y el rodaje en Guanajuato de Lost In The Night, el nuevo trabajo del mexicano Amat Escalante, niño bonito de Cannes.
Pregunta. Usted vivió un estallido de popularidad con Élite. Su tío, el periodista de la Cope Ángel Expósito, ¿no le dio ningún consejo ante lo que se le venía?
Respuesta. Pues no, no hablamos mucho de trabajo en la familia. Ni de cómo tratar a la prensa... creo que sé hacerlo. Soy cuidadosa, siempre me pienso las cosas dos veces y no voy por ahí haciendo el tonto.
P. ¿Nunca dudó sobre ser actriz?
R. Dudo más sobre conseguir mis objetivos ahora, que vivo de ello, que antes. Cuando eres niño, la ilusión está más intacta. La inocencia te hace creer que vas a lograr lo que quieras. Yo, de cría, tenía una confianza en mí misma aplastante; siempre he tenido mucha determinación. De adolescente, aunque lo pasé peor y me agobié mucho, sufriendo ansiedad por los estudios, empecé a trabajar y tampoco me planteé que no lo lograría. Es ahora cuando siento en algunos momentos falta de confianza.
P. Sin despreciar Élite, su carrera en el cine ha sido más escalada, más pasito a pasito, no tan explosiva.
R. Cada cosa abre distintas puertas, y me han permitido trabajar con Balagueró o Manolo Caro [Alguien tiene que morir]. Élite me ha ayudado a veces... y otras no, pero ya me encargaré yo de abrir esas puertas. Desde que puedo elegir, y entiendo el privilegio del que disfruto, me importa mucho seleccionar cada proyecto. Ahora me centro en el contenido de las historias y no en el envoltorio que las rodea. Y si hay que estar meses sin hacer nada, me quedo. No me importa esperar, soy afortunada. En el fondo siempre he ansiado una carrera de largo recorrido, madura, de buenos trabajos.
He hecho pruebas para películas de las que sé que después no me cogieron por haber estado en ‘Élite’. En fin, el arte es bregar contra el encasillamiento”
P. ¿Se sigue pagando el lograr popularidad con series comerciales?
R. Sí, siempre ha pasado y además en todo el mundo. En la industria del audiovisual y, no solo en España, hay cierto clasismo. Gusta mucho encasillar, y que las que hagan los personajes femeninos del cine indie sean las tres mismas. Igual pasa con los protas de thriller o incluso con personajes comerciales. Los productores no se plantean verte de otra forma, y tienes que ser tú la que empuje. Yo no he hecho tantos trabajos megacomerciales, solo Élite, pero ha sido tan grande que eclipsa lo demás. He hecho pruebas para películas de las que sé que después no me cogieron por haber estado en Élite. En fin, el arte es bregar contra el encasillamiento.
P. ¿En qué momento descubrió que Élite estaba arrasando?
R. Ya antes de estrenar había mucha expectación, y se multiplicaban nuestros seguidores en redes de manera poco frecuente. En generaciones jóvenes, como las nuestras, eso te advierte. Eso sí, la locura la sentí al día siguiente del lanzamiento, en la calle.
P. ¿Para qué sirven las redes?
R. No tengo ni idea.
P. Pues debería saberlo, por su éxito en Instagram.
R. Debería [risas]. A mí me sirven como canal con la gente, por el que me llega un cariño que agradezco. Y para promocionar proyectos a través de ese altavoz. Tengo una relación de amor / odio con las redes porque nos roban mucho tiempo y, en el fondo, son todo mentira. Normal, ¿qué vas a hacer en una red de fotos sobre ti y tu vida? ¿Mostrar la realidad absoluta, plasmar tu esencia ahí? Es imposible. Lo importante es entender qué son: un escaparate muy pequeño de una parte de tu vida. No muestran ni lo peor, ni probablemente lo mejor de tu día a día. Hay que ponerlas en su lugar pertinente. Lo importante no está en las redes, y lo que ves en ellas no es la vida real.
P. ¿Es cierto que le gustan las películas de terror?
R. Soy muy fan. De pequeña, con 6 o 7 años, ya les pedía a mis padres, cuando hacían zapping, que pusieran pelis gore, con matanzas y sangre. Me divertían mucho. Por desgracia, por la edad, no podía compartirlo con mis amigos. Después sí, en la adolescencia cumplí el tópico de ir a ver esas películas en el cine.
P. ¿Es hija única?
R. Sí, y me gusta. Quiero ser la dueña del trono, única e indiscutible [risas].
P. En Venus ha trabajado el personaje como si no protagonizara un filme de terror.
R. Sí, siempre busco la esencia del personaje. Aquí no podía caer en un “ahí está Ester haciendo una peli de terror”. Había que construirlo como si fuera de verdad, que irradiara vida propia. El guion daba para eso. Y me planteé que el público entendiera que esa gogó de disco tecno que vuelve a la casa de su hermana ya había vivido muchas cosas de barrio. Incluso que se planteara si su sobrina era en realidad una hija que había dejado atrás. Se diluye la anestesia vital con la que arranca para, al final, humanizarse y batallar.
P. Y ahora, Amat Escalante.
R. Yo estaba rodando Venus en Madrid y me llegó la propuesta de participar en las pruebas del proyecto. Me pasaron las separatas [partes de un guion] y no sabía mucho de qué iba la cosa. Tenía que hacer de mexicana y decidí preparar un acento neutro. Hasta canté en la prueba. Soy muy vergonzosa y no vi claro si lo iba a hacer hasta que al final me arranqué. Retrasaron una semana el rodaje para que yo pudiera llegar. Acabé en España, viajé a México, a Guanajuato, ensayé una semana el acento con una entrenadora y empezó la película. Escalante es muy fácil, aunque la historia es muy intensa. Y muy distinto a lo hecho por él previamente.
P. Es consciente de que con el cine de Escalante sube otro escalón, al de los grandes festivales.
R. Desde luego, y admiro mucho el peso que Amat tiene en el cine. Me muevo hacia otro lugar y quiero ir ahí. En el fondo, deseo la variedad y la novedad, y estas dos últimas películas creo que así lo demuestran.
La polémica sobre ‘El hormiguero’ no debería ir sobre Pablo Motos, sino sobre que vivimos en una sociedad machista”
P. Ha participado en la serie documental Peace Peace Now Now sobre mujeres latinoamericanas en conflictos armados, en el episodio dirigido por Isabel Coixet centrado en la mexicana Lydia Cacho.
R. Me importa mucho usar el altavoz para cosas que considero importantes, y que hay que recordar a la gente joven. En un mundo globalizado, debería haber habido mayor progreso en acabar con las desigualdades, especialmente en la lucha feminista, porque las redes nos informan al instante. Y eso no ha ocurrido, se ralentiza alcanzar ese objetivo. Algunos temen perder sus privilegios. El cambio vendrá desde la educación, desde lo que enseñen las familias en sus casas sobre la igualdad de género. Dan igual las redes, las campañas y las manifestaciones, que si los padres educan como antes a hijos e hijas, no habrá mejores estructurales. Hablemos de igualdad en casa y en los colegios, y solo así normalizaremos.
P. Unos días antes de la polémica sobre Pablo Motos, usted participó en El hormiguero promocionando Venus.
R. Al final, es parte de la promoción y quiero que la gente vea la película. Estoy al tanto de la polémica y espero que cada uno saque su opinión y su conclusión. Todo es producto de la sociedad en la que vivimos. Pablo Motos representa un tipo de dinámicas. No hemos tenido durante décadas cuidado ante dinámicas de parte del periodismo, en eventos como alfombras rojas... El hormiguero es un sitio fácil contra el que cargar porque es icónico. Todos podemos dar bandazos, y progresar y mejorar. Conmigo en El hormiguero fue correcto, todo transcurrió de manera cómoda. Insisto, esto no va de Pablo Motos, sino de que vivimos en una sociedad machista. Hay que cambiarla desde la base.
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