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Camilo Sesto inédito: un hallazgo insólito para la historia del pop español

La antología ‘Camilo Forever’ descubre 10 canciones completamente acabadas del artista de Alcoi, encontradas de manera azarosa y de las que no existía ninguna constancia documental

Camilo Sesto en su casa en 2018.Foto: Javier Salas

Camilo era mucho Camilo. Puede que más de lo que incluso sus seguidores acérrimos —y a día de hoy aún quedan unos cuantos— pudieran sospechar. El autor de Vivir así es morir de amor, Algo de mí, El amor de mi vida o Perdóname, entre otros himnos inmarcesibles de la canción melódica de los años setenta, tuvo tiempo de componer más de 200 temas y poner en circulación dos docenas de álbumes de los que despachó 175 millones de ejemplares, pero a lo largo de su trayectoria dejó al menos 10 piezas originales completamente finalizadas que nunca llegó a editar y de las que no existía la más mínima constancia documental por ninguna parte. Estos valiosos hallazgos (“tan emocionantes como encontrar tesoros en las tumbas egipcias”, exclama su descubridor, el productor Pepe Herrero) verán la luz este viernes dentro de la caja antológica de cuatro cedés Camilo Forever, la aproximación más exhaustiva y rigurosa a la obra de un artista singular al que terminó devorando su propia leyenda.

El alicantino Camilo Sesto se encontró con unos cuantos detractores a lo largo de sus 72 años de vida —falleció el 8 de septiembre de 2019—, pero puede que ningún enemigo tan férreo como el propio Camilo Blanes Cortés, su nombre completo. Desdibujado en el plano artístico desde finales de los años ochenta, caricaturizado por un público que le encontraba excesivo y anacrónico, acabó prestándose él mismo a juegos televisivos que le mostraban como un personaje más bien grotesco. Y cuando quiso recuperar el pulso de su trayectoria artística, no se le ocurrió otra cosa que aquel Mola mazo (2002) con el que, lejos de acercarse a las nuevas generaciones, dilapidó su crédito.

La publicación de Camilo Forever, que se circunscribe al periodo mágico de 1972 a 1986, representa ahora “un acto histórico de justicia”, en resumen de Amando Cifuentes, jefe de catálogo en Sony Music y máximo impulsor de una iniciativa fonográfica insólita entre artistas españoles. Pero la ocasión lo merecía; más cuando entre las 82 piezas recopiladas se deslizan, junto a todos los 40 sencillos de aquel periodo, un buen periodo de rarezas (hay interpretaciones en inglés, portugués, italiano o alemán), colaboraciones, caras b, material muy poco divulgado… y, como gran joya de la corona, esa decena de misteriosos descubrimientos. Diez canciones que darían para un nuevo elepé de Camilo.

Nadie recordaba ni tenía constancia o noción de esas composiciones. No constaban por ninguna parte, ni en internet ni siquiera en los dos gruesos volúmenes de Mi última canción, la “biografía autorizada” que la “amiga y fan incondicional” Elena Gómez de la Puerta puso en circulación con la aquiescencia del homenajeado. Y su mismo hallazgo tuvo algo de rocambolesco. Sony había remitido al productor Pepe Herrero (Fuenlabrada, Madrid, 46 años), orquestador en 2018 del recopilatorio Camilo Sinfónico, las grabaciones originales de Sesto para remasterizarlas y mejorar su sonido de cara a la presente reedición, pero en los archivos no constaban agrupadas por canciones, sino pista por pista. Es decir, los registros de la antigua discográfica Ariola se conservaban a partir de las tomas en 8, 16 o 24 canales de las mesas de sonido, lo que equivalía a escuchar por separado todas las voces e instrumentos e irlos vinculándolos unos con otros, como quien encaja las piezas de un rompecabezas. “Fue durante ese proceso”, relata Herrero, aún emocionado, “cuando fui encontrando temas que no me sonaban de nada ni se parecían a ninguna canción publicada. Buscaba en internet los textos que interpretaba Camilo y no había ni rastro. Era habitual que los artistas grabasen más material del que luego entraba en los elepés, pero no que no quedase reflejo ni testimonio por ninguna parte”.

¿Qué podemos esperar de estos descubrimientos? Desde luego, mucho más de lo que cabría imaginar de unos descartes, esas canciones teóricamente inferiores que los artistas, conscientes de sus limitaciones, terminan marginando. De las sesiones del segundo elepé, Camilo Sesto (1973), han aflorado, por ejemplo, un par de baladas, Soledad y la extraordinaria Volarás, con unas orquestaciones que recuerdan al rutilante “sonido Torrelaguna” que imprimía Rafael Trabucchelli a los discos de Hispavox, la escudería discográfica española más poderosa de la época.

Cuando alguien se enamora (que se barajó para Camilo, de 1974) o Abrázame (de Amor Libre, 1975) son menos llamativas, pero el nivel vuelve a dispararse en los tiempos de Sentimientos, el celebérrimo álbum de 1978 que incluía Vivir así es morir de amor y que condujo a su firmante a reventar el Madison Square Garden de Nueva York ante 45.000 seguidores que le aclamaron como “The Sinatra of Spain”. En aquel momento, Sesto dejó sepultadas en el estudio la muy estimable Solo pienso en usted y un soberbio original de Juan Carlos Calderón, Ahora o nunca, que su autor acabaría entregando ese mismo año al cantante mexicano José José. La pieza, de melodía preciosa y progresión armónica, es un prodigio, aunque puede que a Blanes le chirriara el tono algo paternalista y desdeñoso hacia la mujer que se trasluce en la letra.

Quizá el añadido más insólito al catálogo lo representa Winning, una composición original en inglés de 1980 aparecida en una cinta de casete y, en apariencia, no vinculada a ningún álbum en concreto, aunque la calidad del sonido sigue siendo buena. Parece un atisbo de acercamiento a la canción de autor y gravita en torno a una infrecuente guitarra acústica, aunque sin renunciar a los arreglos orquestales. Los años ochenta, con un sonido más orillado a los sintetizadores, figuran representados con dos últimas sorpresas, Demasiado joven (de los tiempos de Con Ganas, en 1982) y la sorprendente Pobre mundo, que Camilo no quiso incluir en Agenda de baile (1986), su primer gran fracaso discográfico, tras el que desapareció durante cinco años de la circulación. Seguramente hizo mal: la canción es pegadiza, está muy bien construida (y arreglada por un ilustre de la época, Joaquín Torres) y dibuja a un protagonista rebelde, orgulloso de sí mismo y de sus singularidades, un perfil que habría favorecido a su intérprete.

Pepe Herrero, que fraguó una “bonita relación” con Sesto durante los preparativos del disco Camilo Sinfónico (“era un caballero y un entusiasta, un hombre muy respetuoso, de educación increíble y una humildad solo al alcance de los más grandes”), no pudo llegar a preguntarle por ninguna de estas grabaciones fantasma, puesto que los descubrimientos son muy posteriores al fallecimiento del artista. Solo supo de la existencia de una rareza pintoresca que también aflora en Camilo Forever, una versión de la célebre Melina (1975) transfigurada en María. Sesto la compuso inspirándose en la actriz y cantante griega Melina Mercouri, pero algún directivo de Ariola encontró demasiado exótico aquel nombre y le insistió al cantante para que lo transformase en María, “mucho más identificable y universal”. “Camilo me contó que había grabado a regañadientes una versión donde decía ‘María’ y no ‘Melina’, pero que al final, afortunadamente, se había salido con la suya. Ahora sabemos que aquella historia era del todo cierta”, relata Herrero.

¿Podrían aparecer otras joyas ignotas en los archivos del más ilustre hijo predilecto de Alcoi? Desde Sony, Cifuentes se encoge de hombros: “No me atrevo a decir que no”. Herrero agrega que todavía “quedan cintas pendientes de ser escuchadas y catalogadas, porque grabó muchísimo”, así que cruza los dedos. Pero si algo deja claro esta historia es que la figura de Camilo Sesto merece una revisión rigurosa que se aleje de anécdotas, extravagancias y errores en el tramo final de su carrera.

“Yo le conocí a mediados de los sesenta en una actuación en el Hogar Canario de Madrid, al frente entonces de Los Botines”, constata el emblemático Teddy Bautista, que de aquella lideraba Los Canarios, “y ya me impresionaron profundamente su estilo, timbre y presencia escénica”. Una década más tarde, Bautista y Sesto confluirían en Jesucristo Superstar (1975), “que todavía hoy sigue siendo un hito en la historia del teatro musical en este país”, subraya el artista grancanario y exdirectivo de la SGAE.

Camilo Sesto posa con la madre de su hijo, Lourdes Ornelas.
Camilo Sesto posa con la madre de su hijo, Lourdes Ornelas.CORDON PRESS

Sesto acreditó algunas cifras inauditas, como sus 52 semanas en lo más alto de las listas de Los 40 Principales (el récord histórico en esta radio musical) o los cerca de 6.000 conciertos contabilizados entre 1970 y 1987. Llegó a grabar un videoclip en las instalaciones de la NASA, la agencia espacial estadounidense (Memorias, 1977), congregó a 16.000 personas en un recital en los estudios Universal de Hollywood (1983) y a otras tantas, un año más tarde, en ¡Chicago! Poco después desembarcaría en los escenarios de Japón, también con audiencias multitudinarias. Dispone de días de tributo con su nombre en Puerto Rico o Las Vegas y su tema Jamás es el himno oficioso que corea la hinchada del Peñarol de Montevideo. Pero Camilo Forever también permite escudriñar en páginas sorprendentes y menos exitosas, como el elepé Camilo (1982), grabado íntegramente en inglés y hoy descatalogado e inencontrable, ni siquiera en plataformas como Spotify. Y todo ello a pesar de que lo producía el ilustrísimo Harry Maslin, responsable de dos obras míticas de Bowie, Young Americans (1975) y Station to Station (1976). Y de que entre los firmantes de material original para el alicantino figura el nombre de Glen Ballard, que por aquel 1982 compaginaba ese trabajo con la grabación de un álbum ligeramente más exitoso: Thriller, de Michael Jackson.

Cuatro décadas más tarde, Óscar Francés Blanes, sobrino del artista y uno de los familiares que más convivieron con él, cree encontrar una explicación a aquel tropiezo. “Yo estuve con mi tío, con apenas 10 años, en aquella grabación”, rememora. “Una tarde me puso en el walkman una de las canciones, Too Deep In Love. Era buenísima. La escuché embelesado y exclamé: ‘Me encanta. ¿De quién es?’. Y mi tío respondió, atónito: ‘¡Pero si soy yo!’. Ese pudo ser el problema. El sonido era tan depurado, tan americano, que no parecía él”.

Por su parte, la mexicana Lourdes Ornelas, madre del único hijo del artista (Camilo Blanes Ornelas, de casi 39 años), quiere reivindicar el legado de su expareja como “el gran retratista del amor que fue”. Según recuerda, Camilo Sesto era “un curioso infinito” a la hora de escuchar relatos amorosos de cuantos le rodeaban. “Cualquiera de ellos era susceptible de acabar convirtiéndose en canción, sin que ni siquiera lo imaginasen aquellos que le habían inspirado”. Y aporta el ejemplo de Ven o voy, un single de 1985 que pasó sin pena ni gloria y que ahora se recupera en Camilo Forever. “Esa canción encierra la historia de un conocido músico gay español que mantenía un romance con un hombre casado. El verso ‘Te guardo el secreto de tu otra verdad’ se refiere a eso, a aquel hombre que había contraído matrimonio con una mujer pero se citaba con un amante masculino. Yo los conocía a todos, así que sé bien de lo que hablo…”.

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