El secreto que hay detrás de Benicio del Toro, Natalie Portman, Steve Buscemi y de medio Hollywood
Un documental celebra a la directora de reparto Bonnie Timmermann, un mito que impulsó la carrera de muchas de las estrellas más conocidas de hoy en día
No había impreso los documentos necesarios. En su lugar, mostró un papel escrito a mano. Tampoco llevaba fotografías de sí mismo de gran tamaño: entregó unas minúsculas, como si fuera a hacerse el carné de identidad. Dos peticiones, dos fallos. La audición del chico, desde luego, no empezaba bien. Pero Bonnie Timmermann siempre supo ver más allá. Quizás ese crío de pelo negrísimo y mirada intensa no fuera el entrevistado más organizado que recordara. Sin embargo, tenía algo especial. “Calidad de estrella”, recuerda la legendaria directora de reparto ante la cámara. Acertó, una vez más. En proponer su fichaje para la serie Corrupción en Miami. Y en que al joven le esperaba un puesto entre los divos. Hoy Benicio del Toro ya lo ocupa. Y, aparte de su talento, se lo debe también a la intuición de Timmermann. Igual que muchos otros. Como se dice en el documental Bonnie, proyectado en el reciente festival de Venecia y en busca de distribución para España: “Cualquier actor del que se pueda recordar el nombre ha pasado por ella”.
“Siempre me atrae la gente que tenga cierto misterio. Me gusta una invitación a imaginar todo tipo de improbabilidades. También creo que es importante para un intérprete tomarse el tiempo para colocar la emoción del momento dentro de una mayor comprensión del personaje”, explica Timmermann por correo electrónico sobre lo que busca en sus audiciones. Está claro que lleva décadas encontrándolo. Como muestra, por esta película de Simon Wallon desfilan algunas de las caras más célebres de Hollywood: Sigourney Weaver, Mark Ruffalo, Liam Neeson, Melissa Leo, Lawrence Fishburne, Bruce Willis, Kate Winslet o Natalie Portman. Muchos aportan su agradecimiento y su pincelada para completar el retrato de una de las detectoras de talento más relevante del séptimo arte. Y para trazar un homenaje a una figura profesional decisiva, pero casi invisible: oculta detrás de director y actores, aunque precisamente ella se encarga de juntarlos. De paso, el filme recupera los primeros castings de tantas celebridades. Antes de la fama, de la consagración, cuando eran como cualquiera: desconocidos inseguros a la caza de una oportunidad.
Timmermann se la dio. “A veces hasta el mejor actor necesita ayuda en una audición. Al principio me paso 20 minutos hablando con ellos”, defiende en el documental. Steve Buscemi, por ejemplo, cuenta en el filme que le rechazaban constantemente por “demasiado tímido”. Hasta que se cruzó con Timmermann. Y Giancarlo Esposito incluso se conmueve al recordar a la mujer que lanzó su carrera. También intuyó la magia de Brian Cox solo viéndole actuar de espaldas, en un teatro. Se empeñó en proponer a Russell Crowe para El dilema, de Michael Mann, uno de sus primeros papeles principales, tras verle fumar en el bar de un hotel. Y todavía se enorgullece de haber presionado para que Jennifer Grey encarnara a Baby en Dirty Dancing. Ella resume así las características de un buen director de casting: “Intuición y apertura, lo que te permite ver más allá de una audición embarazosa o darte cuenta de que un actor que encarna a un villano muy convincente puede también protagonizar una comedia romántica”.
En la película, sus pupilos la describen de formas más poéticas. “Es la brecha entre el todo y la nada”, asegura Ruffalo. “Añade una dimensión al proyecto que ni el guionista imaginaba”, agrega Del Toro. Y eso que al principio ni la propia Timmermann entendía muy bien a qué se iba a dedicar. “Mi primer trabajo fue para una compañía escénica independiente de Nueva York. Cuando acepté, no sabía qué hacía un director de casting. Pero me enamoré inmediatamente de los intérpretes y el teatro. Tanta gente contribuye a lo que luego se ve en las pantallas de cine y televisión, y es hora de que mi profesión se lleve el reconocimiento que merece”, explica. Y cita a otros mitos de su oficio, de Marion Dougherty a Lynn Stalmaster, de Mary Colquhoun a Shirley Rich.
El documental le reconoce todavía más méritos. “Cree firmemente en los actores que elige”, afirma el director Michael Mann. “No es el tipo de persona que dice que sí a todo”, describe el cineasta Derek Cianfrance. Ella reconoce cierto espíritu guerrero: “Insisto hasta que me dan la razón o me rindo”. Se pasó semanas entrevistando a los habitantes de varias reservas de Canadá y EE UU porque estaba empeñada en que El último mohicano contara con indígenas de verdad. Repitió el proceso con nativos de la Amazonia para Los últimos días del edén. Y, ante el escepticismo general, logró que el músico Leonard Cohen apareciera en Corrupción en Miami. La persuasión, eso sí, tenía truco: “Era mi exnovio, claro que lo conseguí”. Aunque, a lo largo de tantos años, Timmermann también rememora alguna derrota: ni siquiera su insistencia convenció, hacia finales de los noventa, a los productores de un filme para fichar a un chico que la tenía fascinada. Se llamaba Edward Norton.
Otro varón. Como buena parte de los elegidos de Timmermann. El propio documental lo subraya. Ella responde: “Estoy segura de que he propuesto a más hombres que mujeres. Pero eso es porque la mayoría de papeles está escrita para ellos”. Y destaca que una de sus primeras producciones, la pieza teatral Uncommon Women and Others, de Wendy Wasserstein, en 1977, contó con Meryl Streep o Glenn Close, entre otras. En todo caso, en el filme Sigourney Weaver señala la gran capacidad de la directora de reparto para “lidiar con las atmósferas de mucha testosterona”. Ella, para explicarlo, se remonta a su padre: “Era un inmigrante, un boxeador aficionado y un progenitor exigente. Sospecho que criarme en esa casa me preparó para trabajar con directores como Mann o Ridley Scott. Aunque debo decir que las audiciones para Despertares, de Penny Marshall, a la que respeto muchísimo, no fueron un paseo”.
A la vez, siempre se le ha reconocido el impulso hacia la inclusión de las minorías en sus proyectos. Hace décadas, decían que Timmermann hacía “castings oblicuos, o vudú”, según el documental. Hoy se definirían simplemente como justos. En Blackhat: Amenaza en la red, de Mann, debía buscar un hombre blanco italoamericano para uno de los roles principales: propuso Viola Davis, mujer y negra. Y, finalmente, se llevó el gato al agua. Como casi siempre.
La directora considera que el movimiento Me Too no ha cambiado mucho su trabajo. Jura que nunca ha oído o sospechado de “ningún comportamiento inapropiado en las películas” en las que ha trabajado. Y que las historias sobre el llamado casting couch —una joven actriz en busca de un papel se ve expuesta al acoso o abuso de poder del director que debe decidir su fichaje— se escuchan desde el mismísimo principio de Hollywood. Lo que sí ve distinto es la forma de buscar perlas ocultas: “Cuando empecé, podía estar al tanto de todos los nuevos talentos emergentes yendo varias veces a la semana al teatro y viendo las principales películas y series. Hoy hay tanto contenido que es imposible ver todas las buenas actuaciones. Las reseñas de los periódicos y el de boca en boca se han vuelto mucho más importantes”. Aunque lo principal sigue siendo el instinto. Y el de Timmermann rara vez falla. Todavía se lo agradece medio Hollywood.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.