Dos docenas de falsos ‘basquiat’ incautados por el FBI sacuden el mundo del arte en EE UU
El director del Museo de Orlando es destituido tras amenazar a una experta que realizó un peritaje de los cuadros, ‘descubiertos’ de manera rocambolesca en un almacén de Los Ángeles
Mientras Nueva York se rinde de nuevo al genio de Jean-Michel Basquiat con una muestra de obra inédita comisariada por su familia, en Orlando (Florida), la ciudad de los parques temáticos, la firma del artista muerto a los 27 años exhibe trazas algo menos indelebles. O sospechosas, para ser más exactos. Una exposición en el Museo de Arte de Orlando dedicada al que fuera amigo íntimo de Andy Warhol, titulada Héroes y monstruos, ha costado el puesto al director de esa pinacoteca, mientras el FBI investiga la autenticidad de 25 de los cuadros y las amenazas proferidas por aquel contra una especialista a la que encargaron evaluar su autoría.
Aunque el escándalo empezó a gestarse en febrero, cuando se inauguró la muestra, la intervención de los agentes del FBI se produjo el viernes pasado, con la incautación de los cuadros atribuidos al artista de origen haitiano pero sobre cuya rúbrica recaen todas las sospechas. Aaron De Groft, máximo responsable del centenario museo, ha defendido sin descanso que se trata de obras genuinas, subrayando ―o curándose en salud, más bien― que entre las funciones de un museo no está la de certificar las obras que expone. “[Los cuadros] llegaron a nosotros autentificados por los mejores especialistas en Basquiat”, declaró en febrero a la estación local de la cadena televisiva NBC.
De Groft ha ponderado estos meses la importancia de las pinturas, asegurando que valen millones de dólares, hasta que la aparición de una experta, a la que los dueños de los cuadros encargaron un peritaje, empezó a resquebrajar su versión. El director fue despedido este martes, apenas dos días hábiles después de que los agentes se incautaran de las 25 obras sospechosas. El patronato del museo se reunió ese día durante horas, no sin antes advertir a los empleados de que cualquiera que osara hablar del asunto con periodistas correría la misma suerte que De Groft. De ahí que resulte imposible conocer la versión no solo del exdirector, sino de cualquier trabajador del centro. Tampoco en la exposición neoyorquina, una mezcla de obra inédita y memorabilia del artista a la venta, sueltan prenda, temerosos de la devaluación nominal provocada por el escándalo de Orlando.
“Es importante reseñar que aún no hay nada que nos haga pensar que el museo ha sido o es objeto de una investigación”, declaró a la cadena local Emilia Bourmas-Free en nombre de la pinacoteca, marcando distancias con quien era su máximo responsable. En parecidos términos se ha expresado en un comunicado el patronato del museo: “La junta de patronos está extremadamente preocupada por varios asuntos relacionados con la exposición Héroes y monstruos, incluida la reciente revelación de una correspondencia de correo electrónico inapropiada sobre la autenticación de algunas de las obras de la exposición”.
El comunicado se refiere al desabrido mensaje enviado por De Groft a la especialista contratada para el peritaje, citada en la investigación del FBI como “experta 2″ pero que ha resultado ser la profesora asociada de arte de la Universidad de Maryland Jordana Moore Saggese. La experta, que recibió 60.000 dólares por un informe escrito, pidió al museo que su nombre no se asociara con la exposición, según el documento en manos del FBI. Enfadado, De Groft le afeó su conducta, amenazándola con revelar la cuantía del pago y compartir los detalles del peritaje con su empleador, la universidad. Se ignora si Sagesse dispone de una cláusula de libre disposición o, como experta que es, puede subcontratar sus conocimientos, supuestamente libres, a otros postores.
“¿Quieres que contemos que te has llevado 60.000 por escribir esto?”, desafía el director a la experta. “Vale, pues entonces calla la boca, coge el dinero y deja de ser tan digna”. De Groft, que a esas alturas seguía insistiendo en que los cuadros eran auténticos, la amenazó con compartir con la universidad los detalles del encargo privado: “Dedícate a tu vida académica y mantente en tu chiringuito”. “Hemos lanzado un proceso [de investigación] oficial para abordar estos asuntos, incompatibles con los valores de esta institución, nuestros estándares comerciales y de conducta”, anuncia el comunicado del patronato. El escándalo se precipitó a escasas horas de la clausura de la muestra, este jueves. Estaba previsto que luego viajara a Italia, pero con la investigación en curso del FBI se ignora su futuro inmediato.
El misterio de la caja de cartón
Pero ¿cómo llegaron los cuadros al Museo de Orlando? ¿A qué coleccionistas pertenecen? ¿De dónde han salido, siendo supuestamente obra de un autor cotizadísimo por las grandes casas de subastas, y por tanto bien catalogado en teoría? El museo y los dueños sostienen que las pinturas fueron halladas en un almacén de Los Ángeles en 2012. El diario The New York Times, que dio la voz de alarma en febrero, cuenta que la duda surgió de una de las pinturas, realizada en el reverso de una caja de cartón para envío postal con una leyenda de instrucciones de etiquetado cuyo tipo de letra no se empezó a utilizar hasta 1994, seis años después de la muerte de Basquiat. Así lo recoge la información forense: “El cartón en el que se hizo la pintura contiene un tipo de letra que se creó en 1994, tras la muerte de Basquiat, lo que pone en duda la autenticidad de al menos una pieza” de la exposición.
Tanto De Groft como los dueños de las pinturas mantienen que datan de 1982 y que Basquiat las vendió por 5.000 dólares a un célebre guionista de televisión, ya fallecido, que las habría depositado en el almacén para luego olvidarse de ellas. La subasta del inmueble por impago de la renta sacó a la luz el tesoro. Demasiado hermoso para ser verdad; una historia rocambolesca digna de convertirse en guion… si no fuera porque el guionista que supuestamente compró las pinturas, Thad Mumford, firmó en 2017, un año antes de morir, una declaración jurada en presencia de agentes federales afirmando que “en ningún momento de la década de 1980 ni en ningún otro momento me reuní con Jean-Michel Basquiat, y en ningún momento adquirí o compré pintura alguna de él”. No hay más preguntas, señoría.
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