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Shigeru Ban, el arquitecto de las emergencias, Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2022

El japonés ha dedicado la mitad de su carrera a enseñar a construir arquitecturas para alojar a damnificados por catástrofes naturales

Shigeru Ban, retratado el 10 de junio en El Vaticano.
Shigeru Ban, retratado el 10 de junio en El Vaticano.Franco Origlia (Getty)
Anatxu Zabalbeascoa

El arquitecto japonés Shigeru Ban (Tokio, 64 años), conocido por sus proyectos volcados en la sostenibilidad, la ayuda frente a las emergencias y el impacto social, ha obtenido el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2022, como acaba de anunciar la fundación responsable de los galardones. El veterano creador corona así una trayectoria que ya le llevó a recibir el Pritzker, el mayor reconocimiento de su disciplina, en 2014.

Que a Ban le hayan dado un premio no a las artes sino a la concordia es una gran noticia para la arquitectura, una disciplina tan asociada a la creación más sublime como a los urbanismos corruptos o a edificios que, lejos de construir, contribuyen a destrozar el planeta.

Ban se ha dedicado a reconstruir. No la arquitectura, sino la vida de la gente. La mitad de su carrera, y de su producción como arquitecto, ha consistido en inventar sistemas de construcción ligera y rápida para alojar a quienes, tras un terremoto, un huracán o catástrofes nucleares como la de Fukushima, lo han perdido todo. Y necesitan refugio. Los desastres son su escuela de vida.

Comenzó trabajando con estructuras de tubos de papel cuando tenía 26 años. Viendo imágenes de los refugios que la ONU construía en Ruanda, se dio cuenta de que los tutsis se congelaban. Hizo una propuesta: construir con papel. La ONU repartía plásticos, que sujetaba con postes de madera. “El sistema tenía poco futuro con dos millones de refugiados”. Contrataron a Ban para hacer tubos de cartón estructurales. Luego ha enseñado a hacerlos en Kobe, Turquía o Haití. A eso se dedica, pro-bono, la mitad de su tiempo: enseña a construir su sistema durante emergencias. El resto del tiempo lo ha dedicado a levantar algunos de los grandes museos del mundo, como el Centro Pompidou de Metz. La tercera pata de su hacer se basa en la experimentación doméstica. Casas con paredes textiles y con habitaciones móviles —sobre ruedas—. Ahí también hay concordia entre todas las facetas de un arquitecto: la investigación, la que contribuye a la cultura del mundo y la que refuerza su humanidad.

Sistema de partición hecho con papel del arquitecto Shigeru Ban en Fukushima (Japón), en 2011.
Sistema de partición hecho con papel del arquitecto Shigeru Ban en Fukushima (Japón), en 2011.Voluntary Architects' Network

En Madrid, donde ha levantado un pabellón con cubierta de tubos de cartón en el jardín del Instituto Empresa, declaró a El País Semanal: “Los arquitectos tenemos un conocimiento que puede ser útil a mucha gente. No solo a los ricos”.

Eso es lo que hace desde su ONG VAN (Voluntary Architects Network). Como Buckminster Fuller, Jean Prouvé o Frei Otto, Ban pertenece a la estirpe de arquitectos-inventores. Era muy joven cuando, desarrollando su propio sistema estructural, aprendió que la solidez de un edificio no tiene que ver con la fortaleza de los materiales con que está construido: el hormigón puede ser destruido por un terremoto y el papel puede sobrevivir a ese mismo terremoto.

Ban odia el desperdicio. Antes de que comenzara a hablarse de sostenibilidad, en 1986, ya le parecía de sentido común: en las emergencias sobra lo que no es necesario. También le entristecía que los arquitectos solo trabajaran para gente privilegiada y rica.

El primer proyecto del arquitecto japonés Shigeru Ban en España fue un pabellón de papel para el Instituto Empresa de Madrid, en 2013
El primer proyecto del arquitecto japonés Shigeru Ban en España fue un pabellón de papel para el Instituto Empresa de Madrid, en 2013

Este premio a la Concordia no se concede a un pacifista. Ban es un luchador: “Un promotor puede destrozar un edificio, aunque sea de hormigón, si cree que sustituyéndolo por otro puede conseguir más dinero”, declaraba en 2013. En aquella entrevista recordó cómo se implicó con las catástrofes. “Mientras estudiaba arquitectura me daba cuenta de que no trabajábamos para la sociedad. Solo lo hacíamos para la gente privilegiada y pensé que era una pena. Los clientes con dinero resultan cansinos. Creen que el dinero lo puede todo y… no es así”.

En 2011, en Fukushima, Ban no construyó viviendas, sino tabiques. La gente fue evacuada a gimnasios y él pensó que un tabique de papel les daría intimidad. Lo había visto en Kobe. Pasados unos días, las familias empiezan a necesitar recogerse. Pero las autoridades no aceptaban su propuesta: es más fácil controlar a la gente sin tabiques. Al final consiguió que le hicieran caso. Construyeron 1.800 cubículos.

Catedral de Christchurch, en Nueva Zelanda, edificio de Shigeru Ban levantado con tubos de cartón en 2013.
Catedral de Christchurch, en Nueva Zelanda, edificio de Shigeru Ban levantado con tubos de cartón en 2013.emma smales (cordon press)

El trabajo de Ban pasa por ponerse en la piel de otro. Y no consiste solo en diseñar. Tras el terremoto de Christchurch, en Nueva Zelanda, el 80% de los inmuebles tenían daños estructurales. Hubo que rehacerlo todo. Y Ban construyó una catedral de cartón porque la gente se sentía más amparada por lo ligero que bajo ladrillos. Cuando la ciudad se reconstruyó, decidieron mantener la catedral temporal. Convertirla en su templo.

En una emergencia, Ban lo tiene que hacer todo: lograr el dinero, idear el sistema, conseguir el material y enseñar a construirlo. Por eso creó VAN, “porque los gobiernos son demasiado lentos. Anteponen el papeleo a las soluciones”. Durante una emergencia, uno no tiene tiempo de pedir permisos. Se trata de actuar. Y la recompensa no es económica. Pero es gigantesca. “Para mí esos tabiques son arquitectura porque transforman la vida de la gente”.

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