Diego Luna: “Nadie nos enseña a decir adiós”
El actor mexicano sube al escenario con ‘Cada vez nos despedimos mejor’, una emotiva historia de amor con el trasfondo histórico de México y estrena un episodio de su serie ‘Pan y circo’ dedicado a las relaciones entre España y América Latina
Dice Diego Luna (México, 42 años) que, desde chico, España y su teatro fueron un referente para él. Soñaba con subirse a un escenario del país. Ahora, tras una carrera ya muy sólida en el cine internacional y la televisión, desembarca en Madrid con un monólogo teatral, en el que penetra en el amor de una pareja a lo largo de 40 años con el telón de fondo de acontecimientos políticos y sociales que han marcado la historia de México y a él mismo desde 1979 hasta finales de 2018. Cada vez nos despedimos mejor, escrita y dirigida por el dramaturgo Alejandro Ricaño, es un viaje emocional, lleno de encuentros y desencuentros, perdones y culpas, en el que no falta el humor y la irreverencia. Con el cartel de todas las entradas vendidas, la función se estrena el próximo sábado en las Naves del Español en Matadero, donde estará hasta el 10 de julio.
No es la única presencia en España de este actor, director y activista comprometido. Este viernes estrena en la plataforma Amazon Prime la dirección de un episodio realizado en España de su serie Pan y circo que, bajo el título Discriminar en español, reúne en torno a una comida a personajes con pensamientos y voces diferentes —”ninguna tóxica”, apunta Luna—, para contrastar puntos de vista, escuchar y entender al contrario, para intentar así construir puentes. Periodistas, como José Andrés Rojo y Maite Rico, activistas, escritores como Jorge Volpi, cineastas (Fernando Trueba), actrices (Bárbara Lennie) y cocineros (Diego Guerrero) son solo algunos de los que van apareciendo por este episodio, tanto en el encuentro culinario como en entrevistas personales, para hablar de las relaciones entre España y América Latina y, en palabras del director, “valorar lo que el otro puede traer a tu mundo, tu vida y tu perspectiva”.
Sobre un escenario casi vacío, apenas dos sillas y tres cámaras fotográficas en el suelo, aparece Diego Luna en el ensayo de la obra, el pasado lunes, ataviado con chaqueta y la camiseta número 33 del equipo de baloncesto americano Boston Celtics y una cinta naranja que rodea su cabeza. A su lado, Darío Bernal, este con camiseta de Los Angeles Lakers y la misma cinta sobre el pelo, acompaña con su percusión y otros artefactos musicales la emocionante y divertida narración que propone este monólogo, el primero en la carrera teatral de Diego Luna. Cada vez nos despedimos mejor llega a Madrid tras su estreno en 2013 en México, con más de 200 representaciones, y algo después en Colombia. La obra surge tras varias botellas de mezcal y muchas horas de conversación en torno a la vida de Diego Luna y Alejandro Ricaño. “Nos dimos cuenta de que estábamos llenos de despedidas inconclusas, de la incapacidad de decir adiós. Nadie nos enseña a decir adiós”, asegura el actor, para quien más allá de la experiencia de la pareja de la función, Mateo y Sara, la obra plantea un pulso universal y muy terapéutico. “La honestidad con la que Ricaño habla de los sentimientos y de los errores incita a que cada espectador, venga o no con su pareja, indague sobre su vida emocional y se haga una reflexión muy entrañable”, añade Luna.
Sin solemnidades y con el actor dirigiéndose al público, esta historia comienza con la coincidencia del nacimiento de esta pareja un 31 de diciembre de 1979 a la misma hora y en el mismo hospital mexicano. Los encuentros y desencuentros de este hombre y esta mujer se van sucediendo en momentos históricos importantes para México. “Alejandro y yo somos de la misma generación y hemos hecho como una radiografía del México en el que crecimos y recordado los sucesos que vivimos juntos, como el terremoto de 1985 que trajo al país una gran cantidad de cambios que antes no parecían posibles, como que tres años más tarde las elecciones las gana la oposición al PRI, esa monarquía institucional alejada de la democracia”, explica Luna. Es en ese marco donde transcurre la función, con muchas resonancias cinematográficas, hasta que el PRI recupera el poder. “De ahí viene el título de la obra. Ya nos habíamos sacudido al PRI y al poco rato estaba de vuelta. Por eso decimos también que no sabemos decir adiós”.
Estela paterna
Va como una bala desde bien joven. Marcado por la muerte de su madre a los dos años, Diego Luna comenzó muy pronto su carrera de actor, siguiendo la estela paterna, aunque el espaldarazo definitivo le llegó con la película Y tu mamá también, de Alfonso Cuarón. Ha pasado mucho tiempo y su carrera cinematográfica está plagada de títulos de todas las nacionalidades y diversos directores — David Trueba, Steven Spielberg, Carlos Cuarón entre otros— además de series como Narcos. Dirigió hace doce años su primer largometraje, Abel, que presentó en el festival de cine de San Sebastián. Es también prolífica su faceta como productor (creó una productora junto a su colega y amigo Gael García Bernal hace años) con la que ha apostado por documentales e historias muy comprometidas social y políticamente. Pero es el teatro el que, confiesa, llega en el momento en que necesita poner los pies en la tierra. “El teatro me produce sensación de pertenencia y de arraigo, necesito dormir en la misma cama durante un tiempo seguido. El teatro me ofrece la sensación de estar en un sitio y de tener tiempo para estar”, explica este actor, que espera con ansia el momento de recitar el texto ante el público de Madrid y encontrar esas resonancias evocadoras.
Aunque hombre comprometido, no ha querido entrar en valoraciones del actual momento en México y sus relaciones con España. “Creo que se está haciendo un uso político de la relación entre los dos países, que no tiene nada que ver con la real. Yo aquí siento una conexión muy profunda. Siento un interés genuino por lo que pasa allá, en mi país. Durante años, México ha mirado mucho al Norte y España a Europa y se nos olvida todo lo que tenemos en común. La posibilidad de conocernos y conectar la debemos explorar al máximo”.
Babelia
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