Diego Luna vuelve a sentarse a la mesa para debatir sobre salud, democracia, migración y protestas sociales

“Bienvenidos, bienvenidas, bienvenides sean ustedes a nuestra mesa una vez más”. El actor y cineasta mexicano Diego Luna vuelve a convertirse en anfitrión en cuatro nuevos episodios de Pan y circo, el programa que reúne a políticos, activistas, funcionarios, académicos y artistas para discutir grandes temas alrededor de una mesa. La serie de Amazon Prime Video regresa después de la primera temporada con capítulos más extensos y con una mirada más global. Comida y conversación, y viceversa: “Lo bonito de comer es que, al menos cuando estamos masticando, tenemos que escuchar”.

La serie vuelve con cuatro capítulos de casi una hora de duración —a diferencia de los episodios de la primera temporada, que duraban entre 35 y 40 minutos—. El primero se estrena el viernes 8 de octubre. El siguiente, el 26 de noviembre. Los últimos dos, aún por grabar, se filmarán en Nueva York y se lanzarán en 2022. El debate girará en torno al acceso a la salud, la crisis de la democracia, la experiencia migrante y las protestas ciudadanas. “La cena no es el destino final. Nos importa la discusión, y la discusión arranca en la cocina”, cuenta Luna (México, 41 años) por videollamada.

La primera temporada de Pan y circo, producida por La Corriente del Golfo —la productora fundada por Luna y por el también actor y cineasta mexicano Gael García Bernal—, fue reconocida con el premio Daytime Emmy al mejor programa de entretenimiento en español. Fueron siete episodios en los que se habló sobre la pandemia, la legalización de las drogas, la violencia machista y los feminicidios, la emergencia climática, la migración, la despenalización del aborto y el racismo e identidad. Temas densos que contrastaban, en algunas ocasiones, con los platos preparados por reconocidos chefs mexicanos como Enrique Olvera o Alejandra Barbabosa.

Esta vez no hay chefs ni camareros. Es Luna quien cocina, con la orientación de un “supervisor culinario”. El cocinero Hugo Cruz, chef del restaurante Señorito, en la Cineteca Nacional de México, acompaña al actor y lo guía para preparar, por ejemplo, una birria de setas. Aunque este plato mexicano tiene tradicionalmente carne entre sus ingredientes, Cruz avisa en el primer episodio: “Hay birria de chivo, birria de res... en lo que coinciden es en su salsa”. Una salsa hecha a base de chile guajillo, pasilla y de árbol. La mesa tampoco está servida. Son los invitados quienes acercan sus platos a la mesa y se sirven el agua o el vino.

“Queríamos hacer algo más íntimo, que emulara una cena en casa, de esas que desde que llegó la pandemia hacemos porque no hay otra”, explica Luna. Hace un año y medio, el actor empezó a pasar más tiempo en su cocina, un lugar de su casa que antes no tocaba tanto. Pero cenar en restaurantes, inevitablemente, se había vuelto imposible. “De los espacios que la pandemia me ha hecho ocupar, la cocina es quizás en el que más tiempo paso hoy”, asegura.

El primer episodio de esta temporada sienta al director del Instituto Mexicano del Seguro Social, Zoé Robledo; al doctor Julio Frenk Mora, presidente de la Universidad de Miami; al activista Ricardo Baruch, y a la politóloga e investigadora del Colegio de México Laura Flamand. El plató recrea un comedor con solo cinco sillas en la mesa para mantener la distancia entre los invitados. El tema, el acceso a la salud: cómo la pandemia vino a sobrecargar un sistema de salud deficiente como el mexicano, cuáles han sido las políticas de vacunación, qué papel ha tenido el país en la región.

“La salud es todo”, señala Luna, “es lo que comemos, lo que respiramos, lo que bebemos, está en las tremendas desigualdades que vivimos, en la capacidad que tenemos de pensar en el otro”. Por eso esta temporada empieza por ahí. Para el realizador mexicano, “el acceso a la salud es un tema que toca todos los temas: la violencia, las dinámicas familiares, del trabajo, la relación que tenemos con el medioambiente”. Cuestiones, dice, “que no pueden esperar”.

“El Gobierno federal cometió un error al no invertir más en los apoyos para que la gente que tiene que salir a trabajar pudiera parar”, opina Flamand en el primer capítulo. En México, no hubo un confinamiento estricto y los trabajadores, sobre todo los empleados de manera informal, siguieron saliendo a la calle. Robledo replica: “El cierre o no de la economía tenía que responder a una situación que es, desafortunadamente, inigualable: somos uno de los países con más desigualdad”. Así avanza la charla, que se tensa y distiende, como en cualquier mesa. El director del Instituto Mexicano del Seguro Social lanza una idea irrebatible cuando dice que “lo que la gente merece y es digno darle es seguridad social”.

—En eso estamos todos de acuerdo—, responde Luna.

—Y en que la birria [plato mexicano] está muy buena—, se zafa Robledo.

La comida suaviza la conversación y permite cambiar de tema. El debate sale del ámbito local con las intervenciones grabadas de invitados remotos. En el primer capítulo participan, por ejemplo, el embajador de México ante la ONU, Juan Ramón de la Fuente, o la creadora de la vacuna Oxford-AstraZeneca, Sarah Gilbert. “Aspiramos a que la mesa viaje y nos permita entender otras perspectivas”, apunta Luna.

La pandemia obligó a repensar el lanzamiento de la serie en 2020. Todos los episodios de la primera temporada ya habían sido grabados cuando empezó la emergencia sanitaria y el equipo decidió filmar un nuevo capítulo, que sería el primero, centrado en la pandemia porque el tema no se podía obviar. Esa mesa fue virtual: cada invitado participó desde su casa, por videoconferencia mientras comía las viandas que le había enviado Luna desde su cocina. Un año después, en el primer capítulo de la nueva temporada, el actor reflexiona: “Por momentos, en las circunstancias adecuadas, pareciera que el mundo recupera su viejo rostro”. Pero aclara que hay debates que todavía tienen que ponerse en la mesa: “La necesidad de conversar sobre nuestro mundo y sus problemas no ha desaparecido”.

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