Anarquistas, barricadas y Hollywood: la joven neoyorquina que contó la revolución española
Un libro recoge las crónicas de Anita Brenner para la prensa estadounidense desde la España de la Segunda República y Guerra Civil
Como muchos jóvenes de ahora, creció en época de bonanza, pero el crash de 1929, que provocó la Gran Depresión, vino a oscurecer su futuro. Anita Brenner (Aguascalientes, 1905-1974), antropóloga, escritora, periodista, miembro consciente de la llamada generación perdida que creció en los horrores de la (entonces llamada) Gran Guerra para luego darse de bruces con la crisis económica planetaria y la Segunda Guerra Mundial, escribió: “Nosotros no somos la gente que perdió sus propiedades en 1929. Somos los que se criaron planeando cómodas vidas de éxito, sin tener idea de que los cimientos económicos de esas existencias habían colapsado bajo nuestros pies”. Después de frecuentar los ambientes liberales (en el sentido progresista de la palabra) neoyorquinos, de ser una flapper en los felices años veinte, luciendo pelo corto y gran autonomía personal, cuando se acabó la fiesta Brenner sufrió un quiebro vital y recaló en la convulsa España de los tristes años treinta. Allí, aquí, avanzaba a duras penas una joven y disputada República que acabó truncada por un golpe de Estado y una guerra civil.
En España, la joven Brenner, judía, hija de migrantes letones, mexicana de nacionalidad estadounidense, entrevistó para sus crónicas a grandes personajes como Miguel de Unamuno, Manuel Azaña, Indalecio Prieto, Largo Caballero o Gil-Robles. Su primer viaje fue en 1933 y el segundo en 1936, cuando estalló la guerra que quitó el aliento al mundo como un preludio de la contienda mundial. Simpatizante del trotskismo (medió para que Trotski fuese acogido en México), la periodista denunció la persecución estalinista del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) liderado por Andreu Nin (que fue asesinado en el curso de esa represión) y apoyó la revolución iniciada por los anarquistas de la CNT. Era partidaria de una revolución “desde abajo” en contraste con la fallida revolución “desde arriba” que había intentado, sin éxito, llevar a cabo la República. De ahí el título, Hoy las barricadas. Crónicas de la revolución española, 1933-1937 (Renacimiento), que recoge sus textos de la época bajo la edición de Eduardo San José, profesor de la Universidad de Oviedo.
La intrahistoria del volumen es la siguiente: en una estancia en México, en 2001, realizando la tesis doctoral sobre otros asuntos filológicos, San José entró en contacto casual, en un curso sobre el muralismo mexicano, con Susana Glusker, la hija de Brenner. “Pues mi mamá anduvo por su país”, le dijo ella. Y no solo había andado, sino que la experiencia española había significado un importante eje vital para ella. La propia Glusker había escrito una biografía sobre la peripecia de su madre, titulada Anita Brenner, a Mind of Her Own (University of Texas Press). Así, el ahora profesor conoció la figura de la periodista, que era popular en aquel país en su faceta de historiadora del arte, vinculada a artistas como Frida Kahlo o Tina Modotti, y llegó a acceder a su archivo, que se custodia en el Harry Ransom Center, una especie de panteón de escritores (alberga la colección personal de Gabriel García Márquez) en la Universidad de Texas. “Allí, en un edificio que parecía un sarcófago de hormigón sin ventanas, lo que me encontré fue una cápsula del tiempo que necesitaba ser ordenada”, explica San José.
Desde España, Brenner escribió crónicas especialmente lúcidas y poliédricas, sin haber cumplido aún los 30 años, para medios estadounidenses como The New York Times o The Nation. Percibía en aquel país tres revoluciones en marcha: la de los independentistas catalanes, la de los republicanos y la del movimiento obrero, que sucedían sobre el sustrato de una sociedad extremadamente desigual y atrasada, de carácter casi feudal. Hay momentos en las crónicas de Brenner en los que parece que se refiere al mundo actual: el conflicto catalán, la fragmentación y polarización social o la fuerte influencia del cine estadounidense en las costumbres: “Una llega a preguntarse hasta qué punto es la República o Hollywood lo que está transformando el modo de vida español”, escribe Brenner.
Inseguridades de ‘freelance’
En el libro se recogen los despachos escritos por Brenner, tanto los que se publicaron, como los que no llegaron a ver la luz. “España era la Ucrania del momento”, relata San José, “había gran interés internacional por el conflicto y las redacciones estaban llenas de materiales, muchos no llegaban a publicarse”. De esta manera, adentrándonos en la cocina de la escritura, es posible ver cómo aquella periodista freelance iba reutilizando los materiales y haciendo refritos de sus textos hasta que acababan por publicarse en un lugar u otro. También se reflejan sus preocupaciones freelance por no tener “la seguridad de que mi trabajo me alimentará, me vestirá y me dará protección, además de mantenerme intelectualmente viva, permitiéndome algún excedente para el ocio y el estudio”. Unas preocupaciones que persisten hoy en día en el sector periodístico y que son especialmente escandalosas cuando la precariedad aprieta a los arriesgados corresponsales de guerra. La contienda española no solo atrajo a numerosos combatientes en las Brigadas Internacionales, sino también a una nutrida brigada de corresponsales extranjeros, entre los que destacan nombres como Ernest Hemingway o John Dos Passos (que ayudó mucho a Brenner en su labor de cronista facilitándole contactos) así como otros recogidos en el libro Idealistas bajo las balas. Corresponsales extranjeros en la guerra de España (Debate) de Paul Preston.
A menudo también se aprecia cómo Brenner recrea las mismas escenas u opiniones en distintas piezas para diferentes medios; mientras que San José aporta notas sobre la edición a la que era sometida, comparando originales y publicados: “Por ejemplo, se ve cómo algunos medios progresistas tratan de suavizar sus críticas al gobierno de la República o al Partido Comunista, que se entendía que no hacían ningún bien al bando republicano”, dice el editor. Brenner había trabajado prolijamente sobre la Revolución Mexicana, sucedida en 1910, y temía que la española corriese el mismo riesgo de desvirtuarse. “Traduce ese conocimiento del proceso revolucionario y lo aplica a la escena española. ‘Van ustedes a fosilizar su Revolución’, viene a decir”, explica San José.
Cuando estalla la Guerra Civil, el 18 de julio de 1936, Brenner se encuentra en España, embarazada. A pesar de los comprensibles riesgos, rechaza volver a Estados Unidos para seguir unas semanas más escribiendo desde la contienda. Cuando ya es inevitable regresa a Nueva York, donde en septiembre dará a luz a Peter, su primer hijo. No regresaría a España, pero desde el otro lado del charco continuaría defendiendo a través de sus textos la causa revolucionaria.
“Eran tiempos en los que unos defendían lo urgente, ganar la guerra, y otros lo importante, hacer la revolución social”, dice San José. La posibilidad de que una revolución pusiera del revés las relaciones sociales, tan esclerotizadas en la atrasada España de la época, se anula finalmente desde dentro en 1937, en los llamados “sucesos de mayo”, que enfrentan al Partido Comunista con los anarquistas y trotskistas, y que Brenner seguiría denunciando desde la prensa. Más de 80 años después, otra generación parece truncada por las crisis mundiales y otra guerra en el corazón de Europa atrae las angustiadas miradas de todo el planeta. La revolución ni está, ni se la espera.
Babelia
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