Nicolas Cage: la ‘rara avis’ más desaforada del cine mundial
Respetado y caricaturizado a partes iguales, no hay en el Hollywood actual una estrella como él, tan excéntrico como obsesivo con su labor. El actor muestra su panoplia interpretativa encarnándose a sí mismo en ‘El insoportable peso de un talento descomunal’ y algo más calmado en ‘Pig’
“Todo esto no es real, ¿lo entiendes? No le importas a la gente, ni te conocen, porque no les has enseñado nada. Te levantarás cada mañana sintiéndote menos tú. Vives para ellos y ellos ni se fijan en ti. Ni tú te fijas en ti mismo. No nos dan muchas cosas que nos importen de verdad”. La frase se la susurra en Pig el personaje de Nicolas Cage, un exchef devenido en recolector de trufas negras, a un nuevo cocinero estrella, que vive del humo y del trampantojo. Pero a la vez es una declaración de principios del mismo Cage (Long Beach, 58 años): sé tú mismo, no diferencies vida de arte, y será entonces cuando la gente, el público del cine en su caso, te idolatrará por encima del resto. Y eso se puede atisbar tanto en la mencionada Pig, que llegará a las salas españolas el 15 de julio, como en El insoportable peso de un talento descomunal, estrenada el pasado viernes. Barra libre de Cage.
Pero, ¿qué tiene de especial Cage sobre el resto de sus compañeros de profesión? ¿Por qué un intérprete al que muchos críticos desdeñan por sobreactuado ha logrado una colección de fans por todo el mundo? ¿Por qué sus gestos y sus gritos son mitificados por una legión de irredentos? “No hay actores hoy como Cage. No hay nadie con esa vida de estrella ni cuya personalidad atraviese las películas. No importan los guiones. Como hizo Humphrey Bogart en el cine negro clásico: los espectadores iban a ver una de Bogart y ya está. Pues con Cage, igual”, recuerda Torïo García, uno de sus grandes admiradores. Junto al dibujante Paco Alcázar publicó el año pasado Las 100 primeras películas de Nicolas Cage (Caramba Cómics), y es el autor de la enciclopedia virtual NickCagepedia —porque el diminutivo correcto del actor es Nick y no Nic, como se pensaba hasta que hace poco lo aclaró él mismo—, una inmersión en un cineasta fascinante. “En estos tiempos modernos, parece un anacronismo con su aura de estrella clásica”, ahonda García.
Hablamos de un actor al que le dio por comprar castillos hasta que descubrió que su administrador le había llevado a la bancarrota. Que se ha casado cinco veces, una de ellas con la actriz Patricia Arquette y otra con la hija de Elvis Presley (en sus películas, siempre suena una canción del rey del rock). Que a uno de sus hijos le bautizó en 2005 como Kal-El Cage en homenaje a Superman, personaje que habría interpretado si hubiera salido adelante la versión de Tim Burton. Un ávido coleccionista de cómics que compró también mansiones encantadas, cabezas reducidas de pigmeos, un tiburón... hasta el cráneo de un dinosaurio que acabó devolviendo al Gobierno de Mongolia, que lo reclamaba. Al final, lo más normal es que se escondiera bajo un alias artístico desde el inicio de su carrera, para que nadie sospechara de posible nepotismo cinematográfico: Nicolas Kim Coppola es sobrino de Francis Ford Coppola, y decidió cambiarse el apellido adoptando el de Luke Cage, el superhéroe de Marvel. “Lo increíble es que no tiene ninguna red social, como otros famosos que nos venden su vida en esos medios. Nos enteramos de lo que le ocurre sin filtros. Es auténtico para lo bueno y para lo malo, lo que supongo volverá locos a sus relaciones públicas. Es un fenómeno sin igual”, apunta García.
Como actor, esa panoplia de gesticulación la ha bautizado como Shamanic Nouveau. “Sus grandes influencias son el cine de los años veinte y treinta y el expresionismo alemán, especialmente El gabinete del doctor Caligari”, desgrana su fan. “Claro, tiene un abanico muy amplio, pero cuando se contiene no llama tanto la atención”. Ya lo dijo con el Oscar en la mano por Leaving Las Vegas en 1996: él lo que quería era “experimentar” y “evolucionar hacia el futuro de la actuación”. Paco Cabezas, que le dirigió en 2014 en Tokarev, en la que Cage encarnaba a un padre vengador, aporta otros ingredientes al método Cage: “Le encanta el cine coreano, y dice que el kabuki, el teatro tradicional japonés, es su base interpretativa”.
Este viernes se estrenó El insoportable peso de un talento descomunal, en la que se encarna a sí mismo como un Cage ahogado en deudas que se ve obligado a aceptar una suma millonaria para acudir al cumpleaños de un excéntrico multimillonario mallorquín, gran fan de su trabajo y relacionado con el tráfico de armas y estupefacientes. Curiosamente, el proyecto lo escribió su director, Tom Gormican, a espaldas del intérprete, al que además le costó aceptar el reto. ¿Por qué? Porque internet está poblado de vídeos recopilatorios con sus actuaciones más exacerbadas, porque se multiplican los gifs de sus gestos, y porque cualquier internauta puede comprar cojines, almohadas, sudaderas o ropa interior con la cara de Cage. “No lleva bien esta ironía”, matiza García.
En El insoportable peso de un talento descomunal Cage habla consigo mismo: aparece de joven “cuando era estrella” y en la actualidad, cuando confiesa que lo que necesita “no es la fama, sino la actuación” —lo del doble personaje ya lo encaró en El ladrón de orquídeas (Adaptation), su segunda candidatura al Oscar—. En su contra, un narcotraficante taimado —ha secuestrado a la hija del presidente de la Generalitat de Cataluña— que encarna Paco León. “Del rodaje en Croacia recuerdo un tipo muy educado, muy atento a la técnica”, explica el actor español, “y muy Nicolas Cage las 24 horas del día, embutido en chaquetas de cuero a pesar del calor”. A León le llamó la atención que en la primera reunión de todo el reparto para leer el guion, el estadounidense ya se lo sabía de memoria. ¿Podría ser que León imite a Cage cuando llega el obvio enfrentamiento entre el héroe y el villano? “No te diría yo que no”, confiesa entre risas. “En serio, a él le gustó la idea de que yo entrara a su juego. Normalmente otros actores se asustan ante su desaforamiento. No soy mitómano, pero en la filmación lo único en que pensaba con su cara a 30 centímetros es que estaba ante Sailor, el prota de Corazón salvaje. Eso sí me ponía nervioso”.
Y a mediados de julio llegará Pig, su intento por llegar a los Oscar el año pasado, gracias a un trabajo más comedido, naturalista, dando vida a un ermitaño buscador de trufas, exchef de prestigio, al que le roban su cerda, una rastreadora fundamental para su medio de vida. “Esa obsesión por el trabajo bien hecho”, dice Cabezas, “refleja su propio impulso. Más allá de ideas estrafalarias a medio camino entre la genialidad y la locura con las que a veces aparecía en el rodaje, Cage aporta mucho a cada personaje”.
El peluquín de Cage y su vida propia
Otra característica que une a Cage con estrellas como Charlton Heston, Sean Connery (en toda la saga Bond), John Travolta y Chuck Norris o en España Paco Rabal y Tony Leblanc es su uso de peluquín. En sus peores momentos financieros, hacia 2007-2009, cuando la hacienda estadounidense le reclamó seis millones de dólares (5,7 millones de euros), “vivió años capilarmente caóticos por la falta de presupuesto”, cuenta entre risas García. En una secuencia de El insoportable peso... el personaje de Paco León agarra a Cage y le arranca una máscara y una peluca. “Me advirtieron de que lo hiciera con cuidado, porque debajo estaba lo suyo”, explica el sevillano. “¡Qué tensión!”, remata. “En Tokarev”, rememora Cabezas, “le acompañaba su peluquero personal, y cuando salía de su caravana nadie podía tocar su cabello”.
¿Cuál es el Cage más real, el que retrata El insoportable peso... o el que medita sobre su pasado en Pig? “El primero”, defiende Cabezas, “porque Cage siempre es Cage. Un tipo íntegro que en mi caso me apoyó cuando en Tokarev quise salirme de lo comercial y hacer algo más de autor, en contra de los productores”. Otra cosa es su terrible capacidad para aceptar cualquier proyecto. Cabezas contesta: “Puede, pero que en el cine y la actuación actual exista Nicolas Cage... eso es un regalo”.
Babelia
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