La denuncia por abusos marca la visita de Nicolas Cage a Sitges
El actor recibe uno de los premios de honor del festival, presenta su película 'Mandy' y rechaza la denuncia por abusos sexuales de una exnovia
Este festival de Sitges será recordado como el de Nicolas Cage. Pocas visitas en la historia del certamen han provocado tanta expectación (habría que remontarse a Tony Curtis en 2000 o Quentin Tarantino en 2005) como la del actor estadounidense, cuyos últimos días se han visto además embarrados por una denuncia por abuso sexual ocurrido el pasado septiembre. Y el ganador del Oscar por Leaving Las Vegas ha respondido en rueda de prensa sobre ello: "Ya hice una declaración acerca de este asunto y no tengo más que añadir". Pero respiró y prosiguió: "No hubo nada de esto. Solo para dejarlo claro".
La denunciante es Vickie Park, que asegura haber salido de forma intermitente y desde junio de 2017 con la estrella. Según Park, el pasado 20 de septiembre, hace 15 días, el actor abusó de ella durante el Slash Film Festival de Viena. La acusación la desveló The Blast, que mostraba acceso a documentos judiciales. Park cuenta en esos documentos que cuando ocurrió el abuso Nicolas Cage, de 54 años, "estaba profundamente borracho". Además la exnovia ha pedido orden de alejamiento contra la exesposa de Cage, Alice Kim, con la que el actor estuvo casado entre julio de 2005 y junio de 2016 y con la que tiene un hijo, Kal-El Cage, de 13 años. Park pidió al tribunal esa orden porque, siempre según su versión, Kim la ha perseguido y acosado en las redes sociales.
Por su parte, un representante de Cage respondió que "Nicolas y Alice niegan categóricamente las absurdas acusaciones de Park, y por eso su demanda ha sido rechazada". Efectivamente, la petición de orden de alejamiento ha sido denegada por el tribunal hasta que haya una primera vista a finales de este mes de octubre.
Y mientras Cage sigue de promoción. En Sitges recibe uno de los Gran Premio Honorífico de esta edición, presenta su última película, Mandy (que ya no es la última por su tremendo ritmo de rodajes), y mantiene de compañeros de viaje a su exesposa y a su hijo, que también le han acompañado en el certamen. Mandy –una de las revelaciones del pasado Cannes– es un diseñado viaje a los infiernos, en la que un leñador se venga, a mediados de los ochenta, de una secta cristiana que ha quemado y asesinado a su esposa (una sobresaliente Andrea Riseborough). Dirige con mucho estilo Panos Cosmatos, el hijo de George Pan, que deja a Cage carta blanca para una de sus actuaciones desaforadas que tanto gustan a sus fans y que ha motivado que exista hasta un festival de cine sobre su obra, que se celebra anualmente en Austin (Texas), desde hace cinco años.
"Yo me hice actor por James Dean, y nunca me retiraré. Quiero actuar, si es posible, eternamente"
"Sí, disfruto con esas interpretaciones tan catárticas, que vienen de sueños, que son muy emocionales", ha contado ante la prensa en la ciudad catalana. "Diría de ellas que son muy disfrutables, aunque no sé si divertidas. Una de las mejores cosas de Mandy es su sentido del humor. Incluso aunque este personaje se zambulle en un dolor brutal tras el asesinato de su mujer, hay momentos de risa". Y lo ejemplarizó explicando con gestos y juegos de voz una secuencia en la que alguien acuchilla al protagonista, que responde que se ha cargado su "camiseta favorita". Mandy se estrena en España el 2 de noviembre.
Enormes anillos, intimidante peinado
A Cage le ha gustado explicar que sus trabajos beben del expresionismo alemán. "Mi padre tenía una increíble colección de películas, y efectivamente vimos juntos Nosferatu, Metrópolis, El gabinete del doctor Caligari... Cuando entraron en mi cuerpo ya no me abandonaron". Y explicó cómo en Hechizo de luna usó Metrópolis como referencia para su labor. Pero se hizo actor por otro ídolo: "Descubrí a James Dean en Al este de Edén y decidí que quería ser como él". El actor explicó cómo le gusta trabajar: "Los guiones tienen que ser vehículos que me hagan colaborar para crear estas interpretaciones cada vez más abstractas. Me siento afortunado de haber trabajado con directores que me esculpieron". Por eso ha subrayado que aquello de que se retiraba era una frase sacada de contexto: "Quiero actuar si es posible eternamente, y sí, también dirigir".
Nicolas Cage –nacido como Nicolas Kim Coppola (Long Beach, California, 1964)– apareció delgado, en traje ajustado, enormes anillos en los dedos, con su siempre intimidante peinado –nunca se sabe cuánto hay de real y cuanto de protésico– y barba tenidos en castaño, y tez pálida. Tranquilo y sonriente (se tomó entre risitas la comparación de un duelo con motosierras en Mandy y la famosa pelea de espadas láser de La guerra de las galaxias), no rehuyó ninguna pregunta. Como cuando le cuestionaron por el impacto de las redes sociales en el cine de hoy: "Yo quería ser James Dean, pero era otra época. Ahora todos pueden ser famosos por cualquier cosa en redes sociales o por la telerrealidad, pero en el camino se está perdiendo la sinceridad en la interpretación, Tú haces tu trabajo, expresas tu arte, y luego ya serás famoso o no". Aunque reconoció que el hecho de que sus expresiones faciales sean protagonistas de memes y gifts puede ayudar a que "las generaciones más jóvenes se interesen por la película tras ver estas bromas".
Finalmente, de vuelta a su trabajo explicó que el año pasado se rompió una pierna, por lo que casi no hace la película: "Estuve tres meses en una silla de ruedas. Cuando me levanté, caminaba incluso mejor porque la rabia me había transformado. Esa ira hizo que el personaje me saliera solo, la euforia de poder moverme se traspasó al papel. No tenía que actuar, solo sentirme libre". Y dicho eso siguió firmando autógrafos y haciéndose fotos. Para eso es algo más que una estrella, es Nicolas Cage.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.