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Jordi Socías pone a dialogar imágenes por parejas en una exposición que celebra sus 50 años de fotógrafo

El Museo Nacional del Romanticismo muestra la irónica y surrealista mirada del autor barcelonés

Una de las imágenes yuxtapuestas de la exposición de Jordi Socías que pueden verse en el Museo del Romanticismo.
Una de las imágenes yuxtapuestas de la exposición de Jordi Socías que pueden verse en el Museo del Romanticismo.jordi socías
Manuel Morales

El fotógrafo Jordi Socías (Barcelona, 77 años) acaba de cumplir medio siglo “dedicado a un oficio fantástico, al placer de observar”, que le ha permitido además “casi dar la vuelta al mundo”, dice en una conversación en su casa de Madrid. Un largo transcurso que celebra con una exposición para la que ha rescatado de su archivo imágenes a las que ha dado un nuevo sentido al unirlas por parejas. “Son fotografías tomadas en sitios y momentos diferentes, que al juntarlas crean una historia visual”, señala de la muestra que puede verse en el Museo Nacional del Romanticismo, en Madrid, del 14 de junio al 25 de septiembre.

Socías, autodidacto (“yo vendía relojes”, apunta), aprendió fotografía en un curso por correspondencia. En 1972 publicó su primera foto, en la revista Cambio 16. En 1979 fundó la célebre agencia de fotoperiodismo Cover, y a partir de ahí se sucedieron los trabajos en diferentes publicaciones. El reconocimiento llegó en una retrospectiva en 2005, en la Biblioteca Nacional. Colaborador de El País Semanal, donde fue editor gráfico, ha prescindido para esta exposición, titulada Una mirada particular, de cartelas y textos explicativos. Solo el título que le ha apetecido poner a cada díptico, que además no tiene por qué ser indicativo de lo que el espectador ve, y unas palabras de Manuel Vicent sobre su forma de mirar. “Que cada uno imagine lo que quiera y se traslade a donde le guste”, añade el fotógrafo. Socías, acostumbrado a las prisas del trabajo para prensa, a retratar el momento, ha preferido en esta ocasión recrearse en el juego estético, en el que, como es habitual en su obra, hay buenas dosis de ironía y surrealismo.

Así sucede con la imagen elegida para el cartel. Un retrato del artista chino Ai Weiwei en el que posa con dos bolas chinas que coloca con sus manos delante de los ojos. “Fue en Lisboa, para una entrevista de El País Semanal. Me llevé las dos bolas y le dije cómo quería hacer el retrato, y él estuvo perfecto”. En otra imagen, el arquitecto Norman Foster posa delante de una escultura que con la boca abierta parece que va a engullirlo.

El fotógrafo Jordi Socías, retratado en su casa de Madrid el 18 de mayo.
El fotógrafo Jordi Socías, retratado en su casa de Madrid el 18 de mayo.claudio álvarez

¿Cómo hace para que esos personajes acepten su envite? “No mareo mucho. Yo ya tengo pensado lo que quiero hacer, aunque al llegar al sitio hay que ver cuestiones como la luz. La fotografía es escribir con la luz. Pero cuando veo a la persona, construyo la imagen, e intento ser muy rápido, que todo esté resuelto en media hora porque si no, se puede agotar el personaje y yo también”. Este autor asegura que siempre le ha atraído retratar a los personajes de la cultura. “En la cultura está el poso más interesante de la vida”.

El cine, “sobre todo la nouvelle vague, con Godard, y el neorrealismo italiano”, por un lado, y la fotografía de calle, por otro, son algunas de las influencias más evidentes en su obra, como se aprecia en la foto formada por el dúo de un joven junto a una jukebox y tres hombres “en Sicilia” que miran con desconfianza. Es lógico el amor por las películas en quien nació “al lado de un cine” en el barrio barcelonés de la Sagrada Familia, en 1945, en una familia obrera y republicana.

También se aprecia el surrealismo de Man Ray, por ejemplo, en la imagen yuxtapuesta de un enorme elefante de pega en la orilla de una playa con una de fiestas populares en Lavapiés. O la compuesta por el interior de una librería abarrotada de volúmenes que dialoga con tres figuras cogidas de la mano en un escaparate: Lenin, Mickey Mouse y Jesucristo. ¿Dónde será eso? ¿Cuándo? ¿Qué significa? Qué más da, a él solo le interesa que el espectador sienta lo que quiera al ver esa composición. Es la atracción de tomas inconexas que cobran nueva vida al juntarlas. Otro juego distinto es el que propone en la foto que llama “el mar y la tierra”, formada por un pulpo, a un lado, y unas patatas, al otro, cuya textura hace dudar de si en realidad se trata de piedras.

De vuelta a los retratos, Socías, en uno que titula Encriptados, se intuye a Norman Foster y su esposa, Elena Ochoa, aunque unas tramas sobre sus rostros obligan a achinar los ojos para reconocerlos. “Me gusta que no se sepa muy bien quiénes son”. El humor del absurdo surge en el retrato a dos artistas geniales, Eduardo Arroyo, fallecido en 2018, y Luis Gordillo. El primero sorprende maquillado como un clown. “Eduardo llevaba tiempo diciéndome: ‘Quiero vestirme de payaso pobre”. Mientras Gordillo lleva una careta de su rostro, unas orejas de Mickey Mouse y una llamativa camisa. “La compró en un chino porque la que traía parecía de cura”. Son las bambalinas de una sesión con amigos.

Cincuenta años han transcurrido en “este oficio singular”, en el que Socías asevera que su mirada fotográfica “no ha estado nunca determinada por la tecnología”, que no sabe de cámaras (aunque en su época de vendedor de relojes aprendió a repararlos). Ya sea en analógico o en digital, lo importante ha sido que el ojo cazara buenas imágenes; tampoco le puede la nostalgia (“cualquier tiempo pasado no fue mejor, sino anterior”, suele decir), ni le interesa el tsunami de narcicismo, como decía el fallecido fotógrafo Jürgen Schadeberg, que supone la saturación de instantáneas en las redes sociales. “Una cosa es hacer fotos y otra, saber verlas”.


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Sobre la firma

Manuel Morales
Periodista de la sección de Cultura, está especializado en información sobre fotografía, historia y lengua española. Antes trabajó en la cadena SER, Efe y el gabinete de prensa del CSIC. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y máster de Periodismo de EL PAÍS, en el que fue profesor entre 2007 y 2014.

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