Blanco Palamera: el dúo que define el nuevo pop español
Los gallegos Manu Blanco y Xoán Domínguez, ambos de 24 años, editan su segundo disco, ‘Intimidade’, que defiende un estilo que suena a disconformidad con lo establecido
“Con Jimi Hendrix la electricidad empezó a ser parte de la música”, decía en 2020 a este diario el escritor Harry Shapiro sobre el mito del rock, quien antes de morir (con 27 años) tuvo tiempo de romper muchos esquemas. “El puto Jimi Hendrix era un colgado, hacía lo que le salía de dentro, sin límites, siempre nos atrajo eso”, señala Manu Blanco (Santiago de Compostela, 1997), guitarra y voz del dúo gallego Blanco Palamera, sentado frente a una taza de té en el Café Pavón de Madrid. A su lado, el otro 50% del grupo, Xoán Domínguez (Santiago de Compostela, 1997), batería y coros, asiente. Manu se gira y le dice: “Me acuerdo de que después de conocernos fuimos a casa de mi abuela y te puse la canción de Hendrix Machine Gun; tú me mirabas alucinado y me decías: ‘¿Pero qué es esto?”.
Los dos se ríen recordando aquel momento de descubrimiento, tenían 14 años y vivían en Santiago de Compostela, una ciudad en la que dos chavales locos por la música y más interesados aún por hacer algo nuevo con ella estaban predestinados a conocerse. Manu y Xoán ahora tienen 24, son como hermanos y no se han separado desde entonces. Acaban de publicar el segundo disco de Blanco Palamera, Intimidade (Raso Estudio, 2022), una fusión de géneros como el funk, el bolero o el R&B que les convierte en exponentes del conocido como nuevo pop. “Blanco es toda nuestra vida, en lo que pensamos desde que nos despertamos hasta que nos acostamos”, precisa Domínguez, puede que el más tímido de los dos, pero al mismo tiempo el más atrevido. Aunque ambos colaboran con otras bandas y desde hace poco incluso producen a otros músicos, en realidad viven por y para Blanco, un proyecto muy personal con el que intentan romper sus propios esquemas y retarse. En palabras de Blanco, cerebral y certero: “La gente siempre intenta decirnos lo que hacemos y al final creo que no se entiende que hacemos música como la escuchamos, guiados por un mood [un estado de ánimo]; no sé qué sentido tiene hoy en día hacer siempre lo mismo”.
Instalados en Madrid desde hace seis años, en 2019 publicaban el primer disco de Blanco Palamera —Promesas (Raso Estudio)— y comenzaban 2020 de gira durante cinco semanas por América, con su banda y también acompañando en algunos conciertos a Marem Ladson y Zuaraz. En marzo, con un pie de Manu en suelo tejano, la vuelta se precipitó a causa de la pandemia con Santiago de Compostela como destino. “Estando en México empezó a liarse —recuerda Xoán—, veíamos el apocalipsis de España diez horas más tarde”. En sus cabezas aún no estaba previsto un segundo trabajo de Blanco, pero todo lo que pasó después les llevó por otro camino. “No nos gusta pensar en Intimidade como un disco del confinamiento, pero sí nos influyó mucho, nos hizo enfrentarnos a cosas de las que nos apetecía mucho hablar y ponérnoslas delante, era el momento”, dice Manu. Ante la evidencia de que tenían entre manos su segundo álbum, tuvieron que enfrentarse a una manera de trabajar para la que nadie estaba preparado entonces. “Promesas lo trabajamos encerrados en una habitación, pero al menos estábamos juntos. Esta vez estábamos recluidos y además separados”, añade.
De estos días raros, trabajando a distancia, también guardan recuerdos bonitos, como cuando Manu le mandó a Xoán la primera interpretación de Pelear (séptimo tema de Intimidade): “Me acuerdo de escucharlo en la cama y enviarle una foto superemocionado”, cuenta el batería. Aunque por las circunstancias la mayoría de los temas no salieron mientras tocaban juntos, cuando pudieron reencontrarse en un estudio y grabar las partes más orgánicas las sensaciones merecieron la pena. Poco después, ya en Madrid, entraron en el estudio del Edificio Jaén que ahora comparten con Senra y Anxo Ferreira (Novedades Carminha): “Sentimos que estamos viviendo un sueño por tener un espacio así en Madrid para tocar y grabar, un lugar gracias al que pudimos seguir trabajando el disco”.
Las dos caras de Blanco Palamera coinciden en describirse como diferentes pero necesarias. “Es que si fuéramos los dos iguales sería terrible, no saldría nada”, bromea (o no) Xoán. Cada uno se hizo músico por su propio camino: Xoán, mediante una formación musical clásica, con la pulsión de tocar la batería siempre guiándole; Manu, autodidacta de la guitarra, estudió sonido y se interesó sobre todo por lo que un ordenador podría aportar a su manera de entender la música. También se enfrentan a Blanco Palamera de maneras muy dispares. Mientras Xoán se siente más relajado y seguro que en los conciertos con sus otras bandas, Manu reconoce que la responsabilidad de dar la talla con su propio proyecto le hace sentirse desnudo: “Me pongo más nervioso en cualquier concierto con Blanco que en uno con Sen Senra en el WiZink”.
En común tienen otras cosas, como una madurez creativa que les mantiene en equilibrio en una industria inclinada hacia los himnos mediáticos y el ruido: “Nos gusta trabajar el espacio, encontrar los momentos de calma. Al final el silencio también es música y es importante abrazarlo”, reconoce Xoán. Creen en su esencia como algo inquebrantable que no desaparecerá aunque mañana decidan cambiar de ritmo, pero lo que más sorprende de ellos es su plan sin fisuras para perdurar, en palabras de Manu: “Para nosotros, la máxima expresión de una canción es la producida, es la que queremos que nos represente dentro de diez años. Al mismo tiempo, queremos poder reinterpretar las canciones en cada directo para que cada vez sean nuevas, para que estén siempre vivas”.
Qué escuchan Xoán y Manu (Blanco Palamera)
Xoán recomienda las versiones de temas clásicos latinoamericanos del álbum Flore, que firma el cantautor puertorriqueño-belga Gabriel Ríos, y dice estar redescubriendo las diferentes facetas de John Coltrane. Manu, que ha empezado hace poco a pinchar, está picando estos días más en el jungle y el techno y nos habla de la escena multicultural de Londres, de la rapera Shygirl, entre otras.
Babelia
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