Jean Canavaggio, cervantista: “Los españoles quizá se estén desquijotizando”
El hispanista francés, autor del reciente ‘Diccionario Cervantes’, lamenta la “cierta indiferencia” actual respecto a ‘Don Quijote de la Mancha’
Decir Cervantes y Quijote en Francia es hablar de Jean Canavaggio (París, 85 años), referente mundial del cervantismo, responsable de la edición de El Quijote en la canónica colección francesa La Pléiade y autor del reciente Diccionario Cervantes (Centro de Estudios Europa Hispánica, 2020). Pocos conocen tan bien el Quijote. Y a los españoles.
Pregunta. ¿Cuántas veces ha leído el Quijote?
Respuesta. ¡Muchas! Empecé por pura casualidad. Tenía siete años. Me encontré con un tebeo que representaba la estancia de Don Quijote y Sancho en casa de los duques. Yo, claro, no sabía quiénes eran, pero el dibujo me impresionó.
P. ¿Nunca se aburrió del Quijote después tanto tiempo leyéndolo y estudiándolo?
R. ¡No! Ha habido momentos de descanso y con otros intereses: por los místicos como Santa Teresa, por el teatro del Siglo de Oro, o por quienes han desarrollado una lectura personal del Quijote, como Miguel de Unamuno.
P. Hay infinitas lecturas del Quijote. ¿Cuál es la suya?
R. No lo considero como el hombre ridículo que veían los lectores del siglo XVII, una lectura que no se mantuvo después. En el XVIII los lectores se decían: “No nos atrevemos a hacer lo que hace Don Quijote por miedo a ser ridículos, pero lo pensamos.” Es la lectura de los ingleses. Después, en el XIX, vienen los románticos alemanes: transforman a Don Quijote en un defensor del ideal caballeresco.
P. ¿Y en el siglo XXI?
R. Es una síntesis y superación de los anteriores. El problema para mí es que hay una cierta indiferencia respecto a esta novela. Antes el aprendizaje de la lectura se hacía a través del Quijote. Ya no. ¿Cómo conseguir que los muchachos vuelvan a interesarse por él? ¿A través de los tebeos? ¿Del cine? ¿Del teatro?
P. ¿Por qué la indiferencia?
R. Se debe un poco a la canonización de Don Quijote y a la de Cervantes como escritor nacional. Y la lectura no se corresponde con las expectativas de los muchachos. Se cansan. Lo veo con mis nietos. Un programa de televisión tiene muchísimo más atractivo. El ritmo de la vida no favorece cierta soledad. No solo los muchachos, sino cualquiera que se encuentra solo en seguida se pone los auriculares. No puede vivir en silencio y la lectura de un clásico requiere un cierto silencio.
El ritmo de la vida no favorece cierta soledad. La gente no puede vivir en silencio y la lectura de un clásico requiere un cierto silencio.
P. ¿Ha intentado convencer a sus nietos de que lo lean?
R. Sin éxito. Con mis hijos ya lo intenté... Y en mi casa tengo que enfrentarme con una pregunta que siempre recibe la misma respuesta: “¿De qué nos va a hablar papá? Del Quijote como siempre”.
P. ¿No es simplemente que el Quijote es muy largo, con demasiadas historias paralelas?
R. Sí. Cuando los lectores se acercan al Quijote, y se les dice que es la primera novela moderna, evidentemente quedan defraudados. Y el castellano de Cervantes no es el de hoy, hay que hacer un esfuerzo.
P. ¿El Quijote ha determinado la imagen de España?
R. Sí. La relación de don Quijote con la realidad tiene su parecido con la relación que establece España con el mundo después de la muerte de Felipe II. España conoció una crisis de poder y de identidad, dejó de ser lo que fue y Cervantes lo percibe. La aventura del Quijote es una especie de metáfora de la inadaptación de España al mundo.
P. ¿Es así todavía?
R. Ya no. España ha cambiado mucho, aunque duró bastante... A partir de 1975, las cosas cambian y hay un reconocimiento de España como nación europea y civilizada, entre comillas.
Los estudiantes chinos en Tiananmen eran unos quijotes: no se desanimaron. Y en Ucrania, ahora, ocurre algo parecido
P. ¿Y ahora qué simboliza el Quijote para España?
R. No estoy seguro de que simbolice nada típicamente español.
P. ¿Y el quijotismo?
R. Pues, los estudiantes chinos en Tiananmen eran unos quijotes: no se desanimaron. Y en Ucrania, ahora, ocurre algo parecido.
P. Es un valor positivo, por tanto, y no estrictamente español.
R. Sí. Los españoles quizá se estén desquijotizando. Los imperativos del mundo moderno les obligan a desentenderse de ciertas imaginaciones. Combatir contra molinos de vientos y creer que son gigantes no entra en el ADN actual de España y los españoles.
P. ¿Y usted? ¿Se identifica con el Quijote?
R. Con el Quijote no. Pero con Cervantes sí, dicho sea con mucha modestia. Cervantes tiene un encanto personal. Cuando te dirige la palabra, te habla como a un amigo.
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