Muere la cineasta italiana Lina Wertmüller, primera directora candidata al Oscar
La creadora, de 93 años, fue premiada con el galardón honorífico de Hollywood por su carrera en 2019
La directora italiana Lina Wertmüller, referente del cine del siglo XX en su país y creadora que rompió varios techos de cristal de la industria cinematográfica, ha fallecido este jueves a los 93 años en su casa cercana a la romana Piazza del Popolo. Nacida en la capital italiana en 1928, Wertmüller recibió el premio Oscar honorífico en 2019 por su carrera, junto a David Lynch, Geena Davis y Wes Studi.
En 1977 se convirtió en la primera cineasta candidata al Oscar a la Mejor Dirección (ganó John G. Alvidsen por Rocky, en un año en el que también competían Ingmar Bergman, Sidney Lumet y Alan J. Pakula) por Pascualino siete bellezas. Después de ella, solo Jane Campion, Sofia Coppola, Kathryn Bigelow, Greta Gerwig, Emerald Fennell, y Chloé Zhao han competido en el apartado de dirección, y únicamente lo han ganado Bigelow y Zhao. Pascualino siete bellezas, las andanzas de un soldado en la Segunda Guerra Mundial, también fue candidata a los Oscar a mejor actor protagonista, a mejor guion original y a mejor película extranjera.
Wertmüller supo encontrar su camino desde cría. En una guardería decidió cagar en mitad de la clase, ya que no la dejaban ir al baño. Posteriormente, la expulsaron de hasta 11 colegios católicos. En cambio, desarrolló un amor por el teatro, la música, el cómic (fue fan de Flash Gordon) y, finalmente, el cine. A través de unos amigos contactó con Federico Fellini, que se convirtió en su mentor, y que le contrató como asistente de dirección en 8 1/2 en 1963, mismo año en que debutó como directora con I basilischi. “Era único, simpatiquísimo. Trabajar con Federico era como abrir una ventana y descubrir un panorama que no sabías que estaba ahí”, contaba en una entrevista en EL PAÍS en 2019.
Como directora, acumuló una treintena de títulos, como Mimí metalúrgico, herido en su honor (1972), que supuso su primera aparición en el festival de Cannes; con una sátira sobre la líbido masculina; Filme de amor y anarquía (1973), Insólita aventura de verano (1974), Delirios de un marido (1984) o Mi querido profesor (1992). Probablemente, sus mejores películas fueron cuatro de las protagonizadas por Giancarlo Giannini: Mimí..., Filme..., Insólita aventura de verano y Pascualino siete bellezas). Pero además escribió guiones para otros directores, obras de teatro, guiones, libros y óperas. Con Giannini también filmó En una noche repleta de lluvia (1978), que décadas más tarde versionaría con un resultado lamentable Guy Ritchie en Barridos por la marea (2002), protagonizada por Madonna y Adriano Giannini, el hijo de Giancarlo.
Junto al Oscar de Honor también recibió, en los apartados honoríficos, el Globo de Oro y el David di Donatello. Siempre entendió su obra como reflejo y análisis de las distintas clases sociales y de temas que le interesaban (Terrorismo, capitalismo o el Holocausto), eso sí, bajo una capa de ironía, con un particular sentido del humor que se convirtió en su marca personal. Su último proyecto fue Maldita miseria (2009), una película para la televisión italiana que dirigió y guionizó. Y siempre rechazó mudarse a Hollywood. “A mí no me mueven de Roma, jamás”, solía explicar. Viajó a Los Ángeles al Oscar en octubre de 2019, y su discurso lo tradujo Isabella Rossellini: “A Lina le gustaría cambiar el nombre del Oscar por uno femenino, Anna”. Y las mujeres de la sala corearon la iniciativa.
Scorsese dijo que su obra es “un carnaval”, Henry Miller escribió que era “preferible a cualquier director” y una joven Jodie Foster descubrió gracias a sus películas que una mujer también podía ser cineasta. A su obra los críticos la calificaban de satírica, incluso de gotrestca. “Forma parte de mi naturaleza”, aseguraba en EL PAÍS.
Babelia
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