El Prado reúne 36 obras donadas por su Fundación de Amigos
La exposición ‘Cuarenta años de amistad’ incluye joyas como ‘La virgen de la granada’ de Fra Angelico, el ‘Aníbal’ de Goya y el ‘Buste de Femme’ de Picasso
Como en un salto temporal al pasado, han transcurrido casi 40 años y se han acumulado las aportaciones de alrededor de 40.000 mecenas. De la pintura purista de Eduardo Rosales a la transición entre barroco, neoclásico y romanticismo de Francisco de Goya, ambos artistas españoles firman la primera y la última donación (hasta la fecha) de la Fundación Amigos del Prado, constituida no solo para ampliar los fondos del museo, sino también para fomentar el conocimiento de su colección a través de actividades, cursos y becas. De Rosales adquirió en 1982 Concepción Serrano, después condesa de Santovenia (1871) y de Goya incorporó en 2020 a la colección de la pinacoteca por 3,3 millones de euros Aníbal vencedor, que por primera vez mira a Italia desde los Alpes (1771), el primer óleo documentado del maestro aragonés.
Creada en 1980 con las aportaciones de 300 filántropos, que hoy se han multiplicado hasta alcanzar los 40.000, la Fundación ve ahora reunida por primera vez una selección de 36 de sus donaciones, que se exhiben hasta el 16 de enero de 2022 en la sala 9 del edificio Villanueva del Prado. Con el título de Cuarenta años de amistad. Donaciones de la Fundación Amigos del Museo del Prado e inaugurada este lunes por la reina Letizia, la muestra, que ha sido comisariada por Alberto Pancorbo, responsable del departamento de actividades de la Fundación Amigos del Museo del Prado, “busca reconocer y agradecer la labor” de estos mecenas, un exponente de la “colaboración entre las esferas pública y lo privada” que, como apuntó Nuria de Miguel, secretaria de la Fundación, “ha logrado asentar la idea de mecenazgo en España”.
El Aníbal vencedor de Goya, que completaba una laguna cronológica dentro de la producción del pintor aragonés custodiada por el museo, fue adquirido por la Fundación de Amigos del Prado a la Fundación Selgas-Fagalde, con sede en Cudillero (Asturias). Después de cerrarse la venta, en 2020, el Gobierno del Principado de Asturias manifestó su oposición a la operación, debido a que el precio por el que se cerró la transacción, 3,3 millones de euros, se encuentra por debajo del valor real de la obra, de gran importancia histórico artística. Preguntada por la legalidad de la venta Nuria de Miguel, respondió que esta se llevó a cabo con “con todo el rigor y las necesidades jurídicas”. “Estamos muy tranquilos”, zanjó la secretaria de la Fundación, que añadió que se sienten “muy contentos” por contribuir a ampliar la colección del Prado.
La distancia temporal de las obras a cuya compra ha contribuido la Fundación no abarca solo el siglo que separó el nacimiento de Goya del de Rosales, sino que se amplía tanto hacia al pasado como al presente. La pintura más antigua que se puede admirar es un espectacular fra angelico, La virgen de la granada (hacia 1420), una joya renacentista en cuya compra no solo participaron los fondos de la Fundación, sino también los del propio museo y una partida del Estado; en palabras de Pancorbo, todo un ejemplo de la colaboración entre instituciones que siempre ha buscado fomentar la Fundación (en 2018, el Tribunal de Cuentas también cuestionó esta compra, que ascendió a 18 millones de euros junto con otra tabla del pintor florentino, dado que la falta de estudios previos impedía “garantizar la razonabilidad del precio solicitado por el vendedor y aceptado por el museo”). “Se trata de la aportación de la sociedad civil al Museo del Prado”, señaló el director, Miguel Falomir, en la presentación de la exposición. “Y si el museo tiene futuro es por eso, porque está encarrilado con la sociedad”.
La muestra recoge otra pieza que también ha levantado cierta controversia, si bien en este caso por razones artísticas: el Buste de femme 43 (1943), de Pablo Picasso, un cuadro recién incorporado a la colección como depósito durante cinco años a través de la facción estadounidense de la fundación, la American Friends of the Prado Museum. “Ya no podemos decir que Picasso es un artista contemporáneo, porque esta obra tiene casi 80 años”, aseguró a EL PAÍS el comisario en relación a la pertinencia de incluir al pintor malagueño del XX junto a otros maestros de siglos pasados. “Picasso fue un artista que siempre miró al Prado: de joven visitó el museo para copiar obras y más tarde incluso fue su director honorífico [durante la Guerra Civil, de 1936 a 1939], además de que siempre quiso que su legado acabara aquí”, agregó Pancorbo, que quiso poner de relevancia los numerosos “diálogos” entre creadores que se han ido estableciendo a lo largo de la porción de la historia del arte que custodia el Prado: Rubens. que mira a Tiziano; Goya, que mira a Velázquez; Picasso, que mira a El Greco…
Fruto de esa misma relación de ida y vuelta entre la creatividad presente y pasada surgieron en 1991 una serie de obras de artistas contemporáneos realizadas por encargo del historiador del arte Francisco Calvo Serraller. Aquella misma iniciativa se replicó en 2007 y 2018, dando lugar a 96 obras de las que se han seleccionado una docena para la muestra: imágenes fotográficas de Carmen Calvo, Alberto García Alix, José Manuel Ballester, Cristina García Rodero, Isabel Muñoz y Cristina de Middel; y grabados de Antonio Saura, Blanca Muñoz, Ramón Gaya, Miquel Barceló, Eduardo Arroyo y Cristina Iglesias, autores que traducen el contenido y el continente del Prado a sus propios lenguajes expresivos.
Junto al apartado de arte moderno y la selección más clásica (la que va de Rosales a Goya y cuenta también con el fra angelico, entre otros), la exposición se completa con otras dos secciones: una dedicada a dibujos y estampas nacida de la Comisión constituida en 2018 para enriquecer los fondos del museo con obras de esta naturaleza (uno de Goya que recrea Los borrachos de Velázquez remite otra vez a la idea de diálogo entre artistas) y otro con las donaciones de la vertiente más internacional de la Fundación, la del Patronato Internacional y la American Friends of the Prado Museum. Gracias a ambas instituciones forman hoy parte del museo piezas como un Felipe III, recientemente atribuido a Velázquez, el único boceto del artista sevillano que cuelga en las paredes de la pinacoteca, o La visita de la reina María Amalia de Sajonia al Arco de Tajano en Benevento (1759), de Antonio Joli, que fue adquirida por un solo patrono. Entre estas obras, Falomir quiso poner el acento en una miniatura de Giulio Clovio, de 1550, adquirida en 2019. “Dada su fragilidad”, explicó, “es la primera vez que puede contemplarse”.
Si de cara al futuro entrarán en el museo a través de la Fundación más picassos o más estampas o más fra angélicos dependerá, como ilustró Pancorbo, tanto de la disponibilidad de obras en el mercado como de la voluntad de los amigos y de la línea que quiera impulsar el director del museo. “Hubo una época, con Alfonso Emilio Pérez Sánchez [responsable desde 1983 a 1991], en la que se dio especial importancia a los dibujos”, recuerda el comisario. Más allá de la Fundación, el legado del que fue el primer conservador del museo en el sentido moderno de la palabra, Juan José Luna, fallecido en 2020, también pasará próximamente a engrosar los fondos del Prado. Además de un acervo de más de 700 obras, principalmente dibujos y óleos, el especialista en arte francés dejó en herencia a la institución un apartamento situado junto al Retiro madrileño que será subastado próximamente con un precio de salida de 1,8 millones de euros. El dinero recaudado, como era voluntad de Luna, se destinará a la compra de obras.
Babelia
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