“Nuestra religión era hedonismo, cachondeo y vicio”
Lorenzo Rodríguez fue el director de la mítica sala Rock-Ola, templo de la Movida madrileña, de la que se cumplen 40 años. Es de Úbeda, socio del Atlético de Madrid y vive en Barcelona.
Durante el trienio 1981-1984 con sus días y —eminentemente— con sus noches, Lorenzo Rodríguez (Úbeda, 67 años) llevó el timón del antro español por antonomasia, el Rock-Ola de la madrileña calle del Padre Xifré, en la Prospe. El garito infernal donde músicos, artistas, cineastas, periodistas, políticos y otras gentes de mal vivir brindaron por la Movida, el sexo, la droga, el rock and roll, el punk, el pop y en general la hostia en verso. Lorenzo Rodríguez es andaluz, socio senador del Atlético de Madrid y vive en Barcelona. Una exposición en Úbeda de carteles de algunos de los inolvidables conciertos que albergó la sala celebran los 40 años de la leyenda. La leyenda del Rock-Ola.
Pregunta. Definición de antro.
Respuesta. Un garito donde suena música estrafalaria, rock, punk, la gente suda mucho y todo está muy negro.
P. Definición de Rock-Ola. Igual es la misma.
R. Donde se vivió la mayor felicidad del mundo.
P. Definición de “la Movida”.
R. Lo mejor que nos pudo pasar. Salíamos de la noche negra del franquismo y nos posicionamos en una España multicolor.
P. Estuve en Rock-Ola. Era feo. Era incómodo. El calor era insoportable. Y daban garrafón. Defiéndase.
“En las discotecas no se bebía cerveza, pero en Rock-Ola se empezó a beber porque los clientes sabían que no estaba adulterada como los cubatas
R. Dábamos garrafón en contra de los que dirigíamos la sala. El propietario y sus compinches, El Bruno y El Polaco, tenían allí una oficina donde enchufaban la bebida de cuarta dimensión. En Rock-Ola se inventó el beber cerveza en una discoteca. En las discotecas no se bebía cerveza, pero allí la empezaron a beber porque sabían que no estaba adulterada como los cubatas, porque la cerveza tenía su chapa. Era un sitio extraordinario.
P. Era un poco un templo, ¿no? Igual que las iglesias: abierto siete días a la semana.
R. Sin duda alguna. Con Mario Armero y Pepo Perandones, éramos un grupo de gente talentosa que logramos atraer allí a grupos que luego fueron mundialmente famosos, Spandau Ballet, Siouxsie & The Banshees, Depeche Mode, Simple Minds… Si yo no hubiera guardado los carteles de aquellos conciertos, mucha gente hoy no se creería que en un lugar tan feíto actuó toda aquella gente.
P. Y con sus parroquianos y sus feligreses. Porque allí también había una religión: se llamaba el jaleo y el vicio.
R. El vicio, el cachondeo, el hedonismo, el botar, el vivir en libertad… el mandato aquel del alcalde de Madrid, don Enrique Tierno Galván, de “¡El que no esté colocado, que se coloque, y al loro!”, ya te lo estaba definiendo…
P. ¿El viejo profesor tuvo mucho que ver en la supervivencia del Rock-Ola?
R. Yo entiendo que sí. Date cuenta de que cuando abrimos la sala, tuvimos que sobornar a algunos vecinos porque el ruido de los conciertos era tremendo. Y claro, con la pasta, San Pedro canta. ¿Pero qué pasó? Pues que los grupos cada vez tocaban más fuerte y algunos vecinos cada vez querían más dinero. Y no había por dónde coger la cosa. Y don Enrique nos defendió a capa y espada, porque supo que se estaba haciendo algo potente por la cultura de Madrid y de España.
P. Todo aquello sería hoy impensable.
R. Rock-Ola hoy estaría cerrado pero por otros motivos. Comparado con el nivel de desenfreno de aquellos años, lo de ahora mismo es una risa. Y yo estaba allí… intentando controlar aquel desenfreno. Como los romanos, que eran todos muy golfos, pero siempre tenían a uno que controlaba.
“Comparado con el nivel de desenfreno de aquellos años, lo de ahora mismo es una risa
P. El ludi magister…
R. Eeeeeso es. ¿Sabes qué pasa? Que yo una vez me fumé dos porros y me sentaron tan mal que ya nunca más fumé nada. Así que me dediqué a controlar la jugada.
P. ¿Cómo se gestiona el caos?
R. Con lucidez. Yo, a veces me quedaba hasta el cierre del local, a las cuatro de la mañana. Pero normalmente, a las once y media o doce, cuando había terminado el show del grupo que fuera y había liquidado con el manager, yo me iba a mi casita a dormir y al día siguiente a levantarme temprano. ¡Que abríamos los 365 días del año! ¡Y yo por las mañanas trabajaba en el Ministerio de Defensa de funcionario y fichaba a las siete y cuarto de la mañana! Nada era fácil. Llegaban los de Gabinete Caligari y saludaban diciendo “¡Hola, somos fascistas!”. Llegaban los de Esplendor Geométrico y mataban 200 pollitos en el escenario. ¡Y los tremendos conciertos de Siniestro Total con la gente tirando lapos sin parar al cantante Germán Coppini! Y Sabina, que era un cantautor al que entonces no conocía casi nadie y no entendían que actuara allí, pero como era de mi pueblo…
P. Le enchufó.
R. Le enchufé total. Y Antonio Banderas le hacía los coros.
P. Entre aquella flora y fauna, ¿qué había, más sexo, más droga o más rock and roll?
“A las doce yo me iba a mi casita a dormir. ¡Que abríamos los 365 días del año! ¡Y yo por las mañanas trabajaba en el Ministerio de Defensa y fichaba a las siete y cuarto de la mañana!
R. Se dividía al 33%. Eso sí, entrabas con traje y corbata y eras bien recibido. Entrabas vestido de punk y también. Las tribus se respetaban.
P. Muchos amigos se quedarían por el camino… la heroína.
R. Muchísima gente. La gente entonces no conocía bien las repercusiones de las drogas. Se estaba experimentando. Y no daré nombres, pero tanto músicos como clientes, uno detrás de otro, se quedaron en el camino. Eso fue lo peor de todo. Mucha gente iba allí a pillar, y no lo podías evitar. Ese fue nuestro borrón. Quitando el tema de las drogas, el hedonismo sano de aquella época era fantástico. Hoy es imposible. Es que los políticos de todos los partidos, en general, son hoy bastante reaccionarios, cosa que en aquella época de los ochenta no ocurría.
P. Cuente.
R. Por allí iban de Alianza Popular, del PCE, del PSOE… y todos encantados.
P. Igual hasta cerraron pactos en Rock-Ola.
R. Pues igual hasta cerraron pactos en Rock-Ola, no me extrañaría. Yo recuerdo fiestas con cuatro o cinco ministros en la sala. Rock-Ola era un centro de reunión del poder y de la oposición, y de distintos grupos sociales que tenían mucho que decir en aquella España de los 80.
P. Y Ayuso hablando de libertad.
R. ¡Por favor! Libertad era aquello.
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