‘Un lugar tranquilo 2’: confirmación de virtudes para bien (y no tan bien)
Básicamente estamos ante casi la misma película, aunque con una ambientación y unos fundamentos climáticos más ligados al reducto interior
John Krasinski, magnífico cómico, asociado principalmente a la risa por su fabuloso papel en la serie The Office, e incipiente director de títulos en una marcada línea de indie estadounidense de familias y comportamientos singulares, sorprendió hace tres años con una gran producción de terror donde lo que dominaba, más que el relato en sí o los efectos especiales, era su extraordinario pulso para el manejo del suspense, la combinación de sonidos, silencio y fuego atronador, y una puesta en escena sin grandilocuencias ni efectos baratos del género. En Un lugar tranquilo había un señor director de cine.
Tras el éxito, con un final relativamente abierto de su historia, y en los tiempos que corren de obligadas recetas cinematográficas de aprovechamiento, la secuela estaba cantada. Y ya desde su sencillo título, Un lugar tranquilo 2, no engaña a nadie: Krasinski vuelve a demostrar que el silencio absoluto, esencia argumental y formal de las dos películas, puede ser abracadabrante, sobre todo cuando el más mínimo suspiro a destiempo despierta los sensores de las bestias alienígenas. Quizá el único problema es que básicamente estamos ante (casi) la misma película, aunque con una ambientación y unos fundamentos climáticos más ligados al reducto interior, en detrimento de los primordiales espacios abiertos de la primera entrega.
El merecido Oscar al mejor sonido obtenido por la reciente Sound of Metal nos debe hacer recordar que, en el fondo, ese especial tratamiento del punto de vista y de la resonancia del excelente trabajo de Darius Marder, indisoluble de la condición de persona con discapacidad auditiva, ya estaba en el personaje de la hija de la familia en Un lugar tranquilo, interpretada además por la muy expresiva Millicent Simmonds, sorda de nacimiento. Una actriz que incluso gana enteros en presencia en esta secuela, donde el padre viene a ser en cierto modo sustituido por Cillian Murphy, con uno de esos roles que se presentan como equívocos y complejos en una situación dramática, pero de los que se intuye en demasía cuál va a ser su convencional arco de personaje.
Krasinski, aún balbuciente aunque esperanzador en Entrevistas breves con hombres repulsivos (2009), basada en los intrincados relatos de David Foster Wallace, y confirmado por la notable Los Hollar (2016), pese a su arquetípico estilo de comedia familiar de Sundance, dio un salto espectacular con su tercera obra como director. Ahora bien, en esta cuarta da la impresión de dejarse llevar.
Aun así, quedan las (mismas) virtudes de la película original, y un larguísimo y espectacular prólogo de alrededor de 15 minutos que ejerce al mismo tiempo de cortometraje precuela y de información añadida a los presumibles espectadores que no hayan visto la primera, sobre el momento cero de la invasión de los bichos extraterrestres, ciegos pero de inmejorable oído.
UN LUGAR TRANQUILO 2
Dirección: John Krasinski.
Intérpretes: Emily Blunt, Cillian Murphy, Millicent Simmonds, Noah Jupe.
Género: terror. EE UU, 2021.
Duración: 97 minutos.
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