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Cuatro torres de cemento taparán la gran necrópolis tartésica de Huelva

La ciudad aprueba la construcción de edificios de hasta 15 pisos en la base del cabezo de la Joya, que alberga un yacimiento arqueológico en el que se han hallado decenas de tumbas y valiosas piezas expuestas en los principales museos del mundo

Necrópolis tartésica Huelva
Estado actual del cabezo de la Joya (Huelva), donde están previstos los cuatro edificios.Juanma Brioso
Vicente G. Olaya

En lo que ahora es una parcela elevada sin edificar en el centro de Huelva, entre las calles de Fray Junípero Serra y de San Sebastián, se levantó entre los siglos VIII y VI antes de Cristo uno de los enclaves tartésicos más importantes del mundo. Entre finales de los años sesenta y principios de los setenta del siglo pasado se efectuaron las primeras excavaciones, que dieron como resultado el hallazgo de decenas de tumbas con riquísimos ajuares de oro, plata y joyas, un carro fúnebre, cerámicas y hasta una arqueta de marfil egipcia con cuatro figuras. Tal era el valor de las piezas que viajaron a los principales museos del mundo, incluido el Metropolitan de Nueva York.

El otero de 53 metros de altura ―cabezo de la Joya, se llama― servía a sus moradores para vivir, comerciar con todo el mundo conocido, controlar la bahía y como lugar de enterramiento. Ahora está en peligro extremo. El Ayuntamiento onubense ha elegido la base del altozano para levantar cuatro torres de hasta 15 pisos. Lo que reste sin arrasar por las excavadoras ―la parte más alta del cabezo― quedará encerrado entre el hormigón, el cristal y el hierro de los nuevos edificios, que incluso superarán en más de cinco metros de altura el cerro. Las comunidades científica, universitaria y ciudadana claman contra lo que consideran un atentado contra el patrimonio de Huelva. Cuarenta centros de investigación y defensa del patrimonio piden detener el planeamiento ya aprobado: de la Real Academia de San Fernando al Instituto Geológico Minero de España o el Defensor del Pueblo Andaluz.

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La memoria de actividades del Plan General de Investigación de la Zona Arqueológica de Huelva ―firmado por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, la Universidad onubense, el grupo de investigación Vrbanitas. Arqueología y Patrimonio y el Centro de Investigación de Patrimonio Histórico, Cultural y Natural― detalla que lo que ahora es el casco urbano de la ciudad estaba conformado en el primer milenio antes de nuestra era por un conjunto de cerros próximos al mar. Pero, con el paso de los siglos, la línea de costa cambió y los cabezos quedaron tierra adentro, como pequeñas elevaciones sobre un terreno completamente llano. Poco a poco, fueron abandonados como lugares habitados y sus “superficies se utilizaron como huertos de frutales o viñedos.” Es decir, la capital se extendía en la parte más baja y próxima al mar y, conforme necesitaba más espacio, iba devorando los cerros cercanos, primero como zonas de cultivo y luego con edificaciones modernas.

Pero mucho antes de que todo esto ocurriese, entre finales del II milenio y principios del I antes de Cristo, dada su situación geográfica, los cabezos que componían la prehistórica Huelva ―San Pedro, Cementerio Viejo, Molino de Viento, la Esperanza, del Pino, Padre Julián, la Joya, Roma o Mondaca, la mayoría hoy desaparecidos― proporcionaron un excelente lugar de habitación y enterramiento para las comunidades que los ocuparon desde la prehistoria.

Bocine o 'tapacubos' de las ruedas del carro hallado en el cabezo de la Joya.
Bocine o 'tapacubos' de las ruedas del carro hallado en el cabezo de la Joya.Museo Arqueológico de Huelva

Y en ellos se desarrolló una sociedad avanzada tecnológicamente, que mantenía comercio extrapeninsular, incluso con Oriente Próximo. “Sus gentes se fueron familiarizando con otras lenguas, costumbres o estéticas, y tuvieron acceso a las modas y a las nuevas corrientes culturales, tecnológicas y religiosas que se implantaron en el mundo antiguo”, dice el plan arqueológico.

Por eso, al excavar el cabezo de la Joya, se hallaron tumbas de tipo aristocrático, “con ajuares funerarios que no tienen parangón en otras necrópolis del periodo orientalizante del siglo VII a. C.”, señala el informe. Junto a los cadáveres se depositaron jarros de bronce, objetos de plata y oro, vasos de alabastro, marfiles y un carro fúnebre, “que fue tirado por dos caballos para llevar a su tumba a un personaje de gran relevancia social”.

Pero, ahora, el Plan General de Ordenación Urbana de Huelva ha convertido el cabezo de la Joya en “la Unidad de Ejecución n.º 1 de PGOU”, una superficie de unos 26.000 metros cuadrados donde están previstas cuatro torres, a pesar de que el área se inserta en la zona A1 de Declaración de Zona Arqueológica de Huelva, desde 2001, y está inscrita en el Catálogo General del Patrimonio Histórico en la categoría de Bien de Interés Cultural.

Parcelación del plan del Cabezo de la Joya, según la modificación del plan general.
Parcelación del plan del Cabezo de la Joya, según la modificación del plan general.Ayuntamiento de Huelva

Jorge Cotallo, presidente de ArqueoHuelva, una asociación cultural y plataforma de difusión del patrimonio, se muestra indignado. “Es inadmisible. Quizás la necrópolis de la Joya sea la más importante en el mundo tartésico orientalizante y nuestras autoridades, lejos de proteger y difundir, quieren edificar encima”. Por su parte, la asociación ciudadana Huelva Te Mira ha presentado un recurso contencioso-administrativo contra la aprobación definitiva del plan urbanístico, ya que, en su opinión, “propone la destrucción de gran parte del cabezo y la construcción de edificios de hasta 15 plantas”.

El defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu Gregorio de Tejada, en una durísima resolución de septiembre pasado, pidió la preservación de todos los cabezos, “sobre todo [el de] la Joya, de un valor científico de proyección internacional”, puesto que los “cabezos de Huelva tienen un valor natural en sí mismos que los hace únicos”. “La ordenación [la urbanización] no se considera compatible con la protección de los valores de la zona arqueológica incumpliéndose los art. 19, 28.1 y 29.1 de la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía”.

Una portavoz del Ayuntamiento recuerda que el pleno aprobó en noviembre pasado la modificación del plan urbanístico y que ahora solo quedan por redactar “los proyectos de urbanización y parcelación”; es decir, por dónde se trazarán los viales y se ubicarán los edificios. El plan fue aprobado con los votos del PSOE, la abstención de PP, Vox y Ciudadanos, y la oposición de Mesa de la Ría y Adelante Huelva.

Imagen hipotética de la modificación del cabezo de la Joya, según la ficha aprobada por el pleno.
Imagen hipotética de la modificación del cabezo de la Joya, según la ficha aprobada por el pleno.Ayuntamiento de Huelva

Gracias a las primeras campañas de excavación se documentaron decenas de tumbas tartésicas. En la denominada número 17, se halló el “ajuar más rico y singular de todos los de la necrópolis” y que incluía un carro tirado por dos caballos. El informe de los expertos lo detalla así: “Se ha interpretado como un carro de dos ruedas, debido a la presencia de dos tapacubos con cabeza de felino”. Fue desmontado antes de introducirse en la tumba. Entre sus elementos estaban ”los refuerzos del timón central, un cubilete de plata, el revestimiento del extremo de la lanza, una aljaba ―caja para las flechas―, pasarriendas, refuerzos decorados con rosetas, piezas caladas con decoración de palmetas, dos bocados de caballo y varillas de sujeción de bronce”.

Anomalías con estructuras detectadas en el subsuelo del cabezo de La Joya.
Anomalías con estructuras detectadas en el subsuelo del cabezo de La Joya.Universidad de Huelva

En otra de las sepulturas se halló una arqueta de marfil. El conjunto incluye bisagras de plata, pasadores y esquineras de bronce que unen una armadura, en las que se disponen cuatro figurillas de formas egiptizantes también de marfil.

En 1999, se volvió a hacer una excavación de urgencia por la necesidad de construir un centro de salud en la base del cerro: se localizaron más tumbas y un ajuar de cerámica. No obstante, el abandono al que se ha visto sometida la zona ha provocado que haya sido visitada regularmente por expoliadores que, incluso, aprovechan las excavaciones oficiales para robar con más facilidad.

Arqueta de marfil hallada en el cabezo de la Joya (Huelva).
Arqueta de marfil hallada en el cabezo de la Joya (Huelva).Museo Arqueológico de Huelva

Los expertos que han realizado el diagnóstico arqueológico, dentro del Plan General de Investigación de la Zona Arqueológica de Huelva, denuncian que “los promotores del desarrollo urbanístico” (el Ayuntamiento) afirman que en la parte baja del cerro no hay restos arqueológicos, “lo cual, además de ser inexacto, es una suposición muy aventurada, máxime porque no habían podido tener en cuenta los trabajos arqueológicos de diagnóstico al no haberse entregado”.

Los especialistas en historia recuerdan que desde este otero se “observaba con nitidez el río Odiel, donde se localizó en el año 1923 el conocido Depósito de la Ría de Huelva, con espadas de bronce y otros objetos metálicos”. Eran “ofrendas sagradas a las aguas”. “Tampoco conviene olvidar”, añaden, “que desde este lugar se contempla la isla Saltés, de cuyo entorno proceden algunos exvotos, por lo que convendría considerarla un lugar de especial relevancia en este espacio fluviomarítimo, que habría tenido igualmente la consideración de sitio sagrado”. Proponen, por tanto, que la zona “quede totalmente liberada de cargas urbanísticas” y que se convierta en “área de interpretación patrimonial”.

“Pero al Ayuntamiento le da igual”, insiste Cotallo. “Ellos prefieren, en vez de conservar y poner en valor un yacimiento tartésico único, cuatro torres de pisos que lo destruirán y taparán. La destrucción por sistema del patrimonio onubense es una constante. ¿Es que nadie va a hacer nada?”.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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