Las artistas reclaman su espacio en los temarios académicos
El Ministerio de Educación recibe más 58.000 firmas y tres catálogos de una plataforma para añadir a las creadoras en el currículo de las asignaturas relacionadas con la historia del arte
Los alumnos de bachillerato apenas estudian a las artistas. Una de las escasas alusiones a esas mujeres que aparece en el currículo educativo ―el documento que define lo que deben aprender los alumnos de cada materia y cómo debe evaluarse― consiste en comparar a las impresionistas Berthe Morisot y Mary Cassatt con sus homónimos masculinos. Cuando las historiadoras de arte Montserrat Amorós (Xátiva, 38 años) y Miriam Varela (Ferrol, 36 años) comenzaron a opositar se dieron cuenta de esta ausencia y de la insuficiente inclusión. “Es denigrante. Aparte de medirlas frente a compañeros masculinos, se usan sus obras para analizar los vestidos de la época, no a ellas”, comenta Varela. “Además, Morisot estuvo desde los inicios del movimiento. ¿Cómo puedes mencionarla en una absurda comparación?”, pregunta.
Amorós y Varela llevan unas camisetas blancas con el lema “Todas somos Roldanas”, en homenaje a la escultora Luisa Roldán, y porque así se llama la plataforma por la revisión de la Historia del Arte que fundaron. La Roldana está formada por 170 profesionales de las artes y docentes que se conectaron a través de las redes sociales. Este viernes, ambas han acudido al Ministerio de Educación junto a compañeras de la Facultad de Filosofía para reunirse con los vocales asesores Montserrat Grañeras (como responsable de la Unidad de Igualdad) y Juan López (del Gabinete del Secretario de Estado de Educación).
Entre todas cargan con esperanza más de 58.000 firmas de Change.org y tres catálogos repletos de mujeres. “Tras un exhaustivo estudio del currículo, en el que valoramos el temario, que es abultado, y las horas, que son pocas, decidimos hacer un encuentro entre todos los profesionales de la plataforma para que eligieran a nueve mujeres para la asignatura Fundamentos del Arte, del primer año de bachillerato, 10 para la del segundo y 10 para Historia del Arte”, define Varela. Entre las más destacadas se encuentra la artista Camille Claudel. “Hizo unas magníficas esculturas, y se estudia únicamente desde Auguste Rodin”, critica Amorós. Su compañera añade que en muchas ocasiones ellos hacían los bocetos de barro, pero no los ejecutaban: “Cuando hablamos de ellos, hablamos de ellas”.
Los vocales asesores llegan a las puertas del edificio y López anuncia que están elaborando un nuevo currículo. “Se someterá a consulta de todas las asociaciones. Tiene que ser conciso y servir para desarrollar destrezas en la vida. Hay que fijarlo también de acuerdo con los objetivos pedagógicos y la educación transversal”. Afirma que les explicarán artículo por artículo la nueva Ley de Educación, en la que se incorpora una mayor igualdad entre hombres y mujeres con la presencia de filósofas, historiadoras y científicas.
A la salida de la reunión, las historiadoras se muestran muy alegres: creen que existe un espíritu de cambio. Aún no hay fechas cerradas, pero mantendrán el contacto con el Ministerio de Educación para cuando saquen el primer borrador público. Después tendrán que esperar para la adaptación de los libros de texto; el primer año trabajarán con los cursos pares y el segundo con los impares. Ambas han tenido que hacer un esfuerzo de indagación en fuentes que no eran las principales para entender el papel femenino en la historia: “Quien no quiere incluirlas en el temario es porque parte de un total desconocimiento. Y se pierden la importancia la influencia artísticas de las mujeres. Siempre decimos que no pintaban en los sótanos: trabajaban para los nobles, la burguesía, la sociedad. Y sus creaciones eran muy contempladas”.
Babelia
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