‘Al igual que tú’: Lo esencial permanece
Eva Yerbabuena inaugura el Festival de Jerez con una nueva muestra de su inquietud creativa
Ella parece odiar la rutina y busca siempre nuevos formatos en los que plasmar su permanente búsqueda. Nunca faltará el baile, el cante que la mueve y la guitarra que la acompaña, pero, para poner en pie el relato que le ocupa la cabeza, no duda en reunir cuantos elementos estima necesarios, no importa el número ni su condición. En la integración de esos componentes parece estar el juego, el riesgo que la estimula.
Al igual que tú
Idea original, baile y coreografía: Eva Yerbabuena. Guitarra, dirección y composición musical: Paco Jarana. Guion y dramaturgia: Alfonso Zurro. Dirección escénica: Alfonso Zurro y Eva Yerbabuena. Artistas Invitados: Fernando Suels Mendoza (baile), Maika Barroso (actriz), Luis Moneo y Sandra Carrasco (cante). Cante: Miguel Ortega, Alfredo Tejada. Baile: Fernando Jiménez. Percusión: Antonio Coronel, Rafael Heredia. Colaboración coreográfica: Mercedes de Córdoba. Colaboración especial: Ella Garry.
Teatro Villamarta, 6 de mayo de 2021.
En el espectáculo número 17 de su carrera, vuelve a combinar herramientas conocidas, pero también otras nuevas. La inclusión de la danza contemporánea no es precisamente una novedad (la huella de Pina), pero su función en cada obra es distinta. La participación en esta del bailarín Fernando Suels se antoja fundamental por su inserción, diríamos que cómplice, en la narración. Su presencia ocupa muchos momentos de la representación, pero siempre tiene un sentido. Baste como ejemplo el sencillo, pero emotivo, paso a dos que baila con Eva sobre la canción tradicional mexicana La llorona, que interpretó con dulces formas la joven Ella Garry. Antes, otra voz, la sugerente de Sandra Carrasco, fue ilustrando pasajes con su reconocida sensibilidad, que se reveló de forma especial en la interpretación del clásico de Chico Buarque Construcción (”Murió a contramano entorpeciendo el tráfico”). Sumamos a ello la participación de una actriz, Maica Barroso, la voz quizás de la propia bailaora, de sus versos y de los textos que el dramaturgo Alfonso Zurro, otra de las incorporaciones, ha ido añadiendo.
Todo forma parte de una obra en la que siempre se espera el baile de Eva, que parece negarse a presentaciones convencionales. Así, al principio, se presenta como en breves ráfagas, cargadas de una fuerza arrebatadora en la que parece ponerse en la piel de la mismísima Carmen Amaya. Con la granaína construye un nuevo paradigma interpretativo, ella, que fue la primera en ponerle pies al estilo en su primera obra. Para que el espectador calmara el ansia de su danza tendría que llegar la bulería por soleá, que vino a interpretarle con sobria jondura el jerezano Luis Moneo. Qué a gusto se le siente dejándose cantar, mientras redefine las formas del estilo con la coreografía de Mercedes de Córdoba. Hay una renovación, pero Eva logra conservar su naturaleza y carácter. Qué importan las variantes cuando se preserva la emoción esencial.
La obra se había iniciado con el aria Casta Diva, de la ópera de Bellini Norma. Un cierto anuncio de grandeza operística, quizás, pero nada parecido fue lo que sucedió después: el nuevo espectáculo de Yerbabuena vuelve a remover los rescoldos de la memoria, esta vez puede que más cercana, y presenta las grandezas y miserias que nos igualan a todos, la vida misma. En el desarrollo del espectáculo, Eva no había sido amiga de la continuidad, jugando a romperla, usando el silencio sin miedo y ralentizando los tiempos. Por eso, quizás, cuando la función parece llegar a un redondo final —Casta Diva vuelve a sonar—, Yerbabuena decide entregarse a una contundente seguiriya, que vuelve a compartir, en cierta forma disruptiva, con Fernando Suels. Junto a él, se despediría en una escena de gran plasticidad. El discurso ha podido ser más o menos discontinuo, pero siempre termina por imponerse la fuerza de su baile.
La música de Paco Jarana da soporte y acompaña el hilo argumental, ligando y llenando todas sus variantes, que no son pocas, con una extensa diversidad formal. No por ello, su guitarra deja de derramar flamencura cuando la ocasión lo requiere.
Babelia
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