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En ocasiones, las cosas tienen que ir pasito a paso y sin prisas para que se pueda obtener un resultado óptimo. Este penúltimo representante de la casa de los Moneo, que frecuentó el cante de manera natural de pequeño y lo ejerció de mayor para acompañar el baile, que fue y es, por demás, tocaor, ha tenido que llegar a la cincuentena para entregar su primera grabación en solitario. Madurada a fuego lento junto a su hijo Juan Manuel, guitarrista, el resultado es inapelable. Un gran disco de cante cabal y verdadero, fresco y añejo al mismo tiempo, ofrecido con una naturalidad propia del directo. Cada estilo suena a lo que tiene que sonar, pero con sabores muy particulares: el de la Plazuela y el de la saga, por supuesto, pero también el del propio cantaor.