La literatura desborda los límites de la pandemia en el Premio Cervantes
Presidido por los Reyes, el acto central del Día del Libro se celebra en Alcalá sin la presencia del galardonado, Francisco Brines, que ha leído uno de sus poemas en vídeo
La fiesta del Día del Libro, aplazada en 2020 por la pandemia, ha celebrado este viernes por la mañana su acto principal en la sede del Instituto Cervantes en Alcalá de Henares (Madrid). Presidida por los Reyes, ha sido una ceremonia sencilla, al aire libre y marcada por las medidas de seguridad impuestas por el virus y por la ausencia del galardonado con el Premio Cervantes en 2020, el poeta Francisco Brines, de 89 años, cuyo estado de salud le ha impedido desplazarse desde Oliva (Valencia).
El ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, ha abierto el acto con un homenaje al libro, “el más asombroso invento de la humanidad”, ese “ingenio analógico que ha permitido a la humanidad la transmisión del conocimiento”. En un discurso recorrido por Borges, Irene Vallejo, Emilio Lledó, Juan Ramón Jiménez, Maquiavelo o Rousseau, Rodríguez Uribes ha celebrado el valor refugio de los libros durante la pandemia, cuando se han alcanzado índices récord de lectura, y la capacidad de las historias en cualquier formato, físico o digital, para ayudarnos a “alcanzar la autonomía moral” que buscaban los ilustrados. “Estamos asolados por esta cruel pandemia, en la que el libro ha sido compañero fiel para gran parte de la población”, ha resumido.
Uribes ha ensalzado la figura de Brines antes de anunciar que en próximas fechas acudirá a Oliva con los Reyes para entregar el Cervantes al poeta. “Brines no nos ha podido acompañar por motivos de salud, aunque pronto tendremos la oportunidad de visitarle en su Oliva natal con los Reyes, a los que acompañaré con orgullo para entregárselo. Gracias majestades por estar siempre con la cultura”, ha señalado. El ministro ha añadido que el poeta “valenciano universal” espera este acto “en primavera, que es su otoño de las rosas”.
El resumen de Brines
Al autor de Ensayo de una despedida no le gusta hacer mucho ruido, pero un acto del Cervantes sin el Cervantes no es lo mismo y algo debía intuir Brines, que no ha querido faltar a la fiesta y ha leído en vídeo el poema Mi resumen, una breve composición que se inicia, como ha reconocido el autor, con un verso que escribió “más de 20 años antes” y que publicó “en otro libro ya más remoto”.
En 1995 publicó La última costa, que es hasta ahora su último libro, una íntima evocación de su infancia. Sin embargo, esto no ha impedido que su influencia haya crecido año a año. Miembro de la Real Academia Española (RAE), donde ocupa la silla x desde abril de 2001, Brines está encuadrado en la generación del 50, también llamada la de “los niños de la guerra”, a la que pertenecen, entre otros, los poetas Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Claudio Rodríguez, José Agustín Goytisolo y los novelistas Rafael Sánchez Ferlosio, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite, Luis Martín Santos y Luis Goytisolo.
Cuando le concedió el Cervantes, el jurado lo calificó como “el poeta intimista de la generación del 50 que más ha ahondado en la experiencia del ser humano individual frente a la memoria, el paso del tiempo y la exaltación vital”.
Vibra la lectura en vivo
El acto ha tratado de romper los moldes impuestos por la pandemia. Marta Guerras y Alfredo Noval, dos jóvenes actores de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, han llenado el lugar de emoción con la lectura de fragmentos de El perro del hortelano, de Lope de Vega. Las máscaras negras frenaban el virus, pero no la tensión de sus voces, la vitalidad del clásico.
Por su parte, José Sacristán ha leído el cuento El pueblo en la cara, de Miguel Delibes y los poemas, Estación claridad, de María Elena Walsh, recitado directamente de un manuscrito copiado por el autor al dictado de la poeta argentina en un programa de radio, y A Don Francisco Giner de los Ríos, de Antonio Machado.
Al terminar el acto los Reyes se han dirigido a la Biblioteca Patrimonial del Cervantes —situada en un edificio de 1551 que fue la residencia de la universidad y en la que vivieron, entre otros, Francisco Quevedo— para visitar la exposición Francisco Brines: la certidumbre de la poesía. Homenaje al Premio Cevantes, comisariada por Àngels Gregori y descubrir, posteriormente, la placa conmemorativa del acto.
Babelia
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