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Muere a los 91 años Monte Hellman, padrino del cine independiente de Estados Unidos

El director de filmes de acción existencialistas como ‘Carretera asfaltada en dos direcciones’ o ‘El tiroteo’ tuvo gran influencia en la obra de autores como Tarantino

Gregorio Belinchón
Monte Hellman, retratado en Los Ángeles en 2011.
Monte Hellman, retratado en Los Ángeles en 2011.Rick Loomis (Los Angeles Times via Getty Imag)

Con el fallecimiento el martes 20 de abril de Monte Hellman, a los 91 años, se va una manera de hacer cine de la que poco queda en estos tiempos de estudios de Hollywood y plataformas. El anuncio de su muerte, en el centro médico Eisenhower, en Palm Desert (California), lo ha realizado su hija Melissa, que especificó que su padre había sufrido una caída en su casa la semana pasada. Su fascinante forma de narrar la acción, de la que los grandes ejemplos son Carretera asfaltada en dos direcciones (1971), El tiroteo (1966) o Gallo de pelea (1974), su capacidad de exprimir los exiguos presupuestos —aprendida en sus trabajos con Roger Corman— y de sacar inmenso partido a rostros como los de Jack Nicholson, Warren Oates o Harry Dean Stanton hicieron que se convirtiera en el ejemplo para posteriores generaciones de creadores del indie estadounidense y en uno de los referentes de Quentin Tarantino, del que fue productor ejecutivo en Reservoir Dogs. Original cuando se lo permitieron, en Carretera asfaltada en dos direcciones probó con un final diferente a lo esperable, gracias un truco realizado más allá de la cámara: el celuloide parece que se quema, subrayando así el mensaje de una película tan distinta como fascinante.

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Hellman nació como Monte Himmelbaum en Brooklyn, en Nueva York, en 1929 y se crio en Albany, en el mismo Estado, donde su padre regentaba una pequeña tienda de alimentación. Cuando tenía 6 años, la familia se mudó a Los Ángeles. Tras estudiar Teatro en la Universidad de Stanford y Cine en la UCLA, y dirigir un teatro de verano y diversos trabajos en la cadena ABC, como montador, y en otro teatro, entró en la productora de Roger Corman, mítico creador de cine de serie B. Para él dirigió La bestia de la cueva maldita (1959), que Hellman —que ya se había cambiado el apellido— describió como “Cayo Largo con un monstruo”. A Corman hay que agradecerle que formó, a base de rodajes ultrarrápidos con poco presupuesto, a algunos de los posteriores fundadores del Nuevo Hollywood: allí se foguearon, por ejemplo, junto a Hellman, Francis Ford Coppola, Peter Bogdanovich, John Sayles, Jack Nicholson, Peter Fonda o Jonathan Demme. Bajo el paraguas de Corman, sin aparecer en los créditos, Hellman no solo dirigió, con la secuencia inicial de Dementia 13, de Coppola, como ejemplo de ello, sino que también ayudó en el montaje de Los salvajes (1960).

Con Jack Nicholson, a quien había conocido en esa película, Hellman formó una estupenda pareja artística: así llegaron en 1964, rodadas a la vez en Filipinas, y fuera del mundo Corman, el drama bélico Escapatoria al infierno y Viaje a la ira (con guion de Nicholson). Actor y director se lanzaron al wéstern en 1966, filmando en Utah El tiroteo (con Warren Oates) y A través del huracán, de nuevo con guion del actor. Son dos trabajos secos, que los críticos bautizan como existencialistas gracias a su reflexión vital, escondida bajo una imagen austera, alejada de detalles melifluos y con personajes abocados al fracaso y la autodestrucción.

En la carrera de Hellman se mezclan sus propias obras con su labor como montador sin acreditar (trabajó en Head, de Rafelson; Luchando por mis derechos, de Demme; o Los aristócratas del crimen, de Peckinpah), realizador de tomas adicionales para películas que cambiaban en su paso a la televisión, finalizador de rodajes de directores fallecidos (como en Yo, el mejor, el biopic de Muhammad Ali, o El tren de los espías), o segundo director de secuencias de acción, como en Robocop, donde entró cuando Verhoeven empezó a acumular retraso en el rodaje. En 1987, el cineasta se definió así: “He sido siempre un tipo a sueldo. Y habitualmente he cogido cualquier trabajo que me ofrecían”. Dos años más tarde, en una entrevista en EL PAÍS, explicó: “Soy el hombre de confianza de varias productoras que, paradójicamente, no confían en mí cuando les presento un proyecto propio”.

Pero en otros momentos pudo mostrar todo su talento, y el mejor de los ejemplos fue Carretera asfaltada en dos direcciones (1971), en el que contó con dos músicos, James Taylor y Dennis Wilson, de The Beach Boys, y con Warren Oates. Los protagonistas son dos chicos que recorren las carreteras en un Chevrolet del 55 a la búsqueda de carreras ilegales en las que competir. Poco más hay en su vida, casi ni se hablan entre ellos y en su camino por el suroeste de los Estados Unidos se cruzará GTO, un veterano conductor que los reta a ver quién llega primero a Washington. La road movie fue un fracaso en taquilla porque Universal decidió no invertir en su promoción. Pero la prensa la apoyó y con el tiempo devino en filme de culto. Para Richard Linklater, por ejemplo, “es la más pura road movie estadounidense jamás rodada, parece una película de autocine dirigida por un realizador de la nouvelle vague y es a la vez la última película con espíritu de los sesenta y la primera con el alma de los setenta”.

Monte Hellman recibe de manos de Quentin Tarantino un León de Oro especial en el festival de Venecia en 2010.
Monte Hellman recibe de manos de Quentin Tarantino un León de Oro especial en el festival de Venecia en 2010.Franco Origli

Su último largometraje para la factoría Corman llegó en 1974 con Gallos de pelea, de nuevo con Oates y Harry Dean Stanton, y desde ese momento sus filmes como director se fueron distanciando en el tiempo. A la vez que se ganaba la vida con todo tipo de trabajos ya mencionados, Hellman empezó a dar clases de cine en el Instituto de las Artes de California. Aunque su fama crecía entre los cineastas del indie estadounidense de los ochenta y noventa, y en la crítica europea, Hellman ya solo dirigió un puñado más de títulos: el wéstern Clayton Drumm (1978), con un rarísimo reparto conformado por Oates, Fabio Testi y Sam Peckinpah; La iguana (1988); el filme de terror Posesión alucinante (1989) y el capítulo Stanley’s Girlfriend, de la película episódica Trapped Ashes (2006).

Tarantino le pidió que le ayudará con Reservoir Dogs (1992), y por ello fue uno de los productores ejecutivos. En 2010, participó con su último largo, Road to Nowhere, cine negro con hechuras de llegar más lejos, en el festival de Venecia, cuyo jurado presidía Tarantino. Su discípulo se inventó un León de Oro especial con el que reconoció a Hellman como “gran artista de cine y poeta minimalista”. Aunque en aquel certamen, para EL PAÍS, Hellman recordó: “Cuando trabajas con un tipo como Tarantino, escribe bien esto que voy a decir, lo mejor es seguir a rajatabla este consejo: ‘Apártate de su camino’. Si haces eso todo irá bien”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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