‘Caso Caravaggio’: hablan los anticuarios que viajaron a Madrid con un talón millonario para comprarlo
Coleccionistas, historiadores y especialistas coinciden en la autoría del pintor italiano del cuadro que iba a salir a la venta por 1.500 euros
Una de las principales firmas de anticuarios del mercado internacional, Robilant+Voena, desplazó a uno de sus socios a Madrid para adquirir el supuesto caravaggio que iba a ser subastado el pasado jueves por la Casa Ansorena. El cuadro, cuya puja arrancaba en 1.500 euros, estaba atribuido al círculo de Ribera en el catálogo, pero en el mundo del arte corría el rumor de que era obra del pintor barroco italiano. El interés de Robilant+Voena les llevó a asociarse con otro coleccionista italiano, Fabrizio Moretti, para poder realizar una potente oferta económica. En conversación telefónica con EL PAÍS, Edmondo di Robilant, uno de los propietarios de la firma, rehúsa concretar la suma que estaban dispuestos a pagar, aunque reconoce que realizaron “una oferta para la subasta pública o fuera de la subasta”. Una fuente conocedora de este proceso afirma que estaban dispuestos a llevar la puja hasta los 20 millones de libras (más de 23 millones de euros). Según los cálculos de esta fuente, la pieza, una vez trasladada a Londres, podría haber sido vendida por un precio “en torno a los 100 millones de libras esterlinas (más de 115 millones de euros)”. Es decir, 80 millones de euros de beneficio.
Según el relato de Di Robilant, su socio Marco Voena viajó a Madrid para participar en la subasta esta semana después de que uno de los expertos de su empresa le avisara de que había encontrado un cuadro muy especial en el catálogo de una casa de subastas de España. “Cada semana analizamos cientos de catálogos de subastas de todo el mundo, tenemos presencia en distintos mercados”, explica Robilant. En este caso, Voena supo “de manera inmediata que era una obra importante. Por supuesto es difícil tener una certeza absoluta sin verla, pero sí tuvo una sensación, una impresión de que era una pieza de gran calidad”, relata su socio, que asegura que Voena reconoció “la mano del pintor, de Caravaggio”.
A partir de ese momento, su objetivo fue llegar a Madrid para ver la obra y hacer una oferta por ella. Cuando aterrizó en la capital española, el Ministerio de Cultura, gracias a la intervención del Museo del Prado, ya había declarado la obra inexportable y Ansorena la había retirado de su sala de exposiciones. Ante las dudas generadas sobre su autoría, Cultura actuó con celeridad para evitar su venta y salida del país. Voena, que había viajado desde Italia, habló con la casa de subastas para que le permitieran ver la pintura aunque ya no estuviera expuesta. “Se produjo una situación complicada, en un primer momento no sabía si se lo iban a enseñar, pero finalmente se lo mostraron”, cuenta Robilant.
Delante de la pieza, Voena asegura que confirmó que se trataba de un caravaggio, pese al mal estado de conservación de la obra. “Siempre puede aparecer una pequeña duda cuando la superficie del cuadro está tan sucia. Pero estamos acostumbrados a ver a través de siglos de capas de suciedad y entender qué pasa debajo”, apunta Robilant.
Los expertos, de acuerdo
Este Ecce homo, que llevaba expuesto desde el 18 de marzo en Ansorena, ha provocado un acuerdo mayoritario entre coleccionistas, historiadores y especialistas en torno a su autoría. Aunque la casa de subastas atribuyera la obra al círculo de Ribera, los expertos que vieron la pieza en persona o en fotografía coinciden en que tuvieron una reacción más emocional que intelectual, que les permitió reconocer casi de inmediato que estaban ante un caravaggio.
En su viaje a Madrid, Voena coincidió con Maria Cristina Terzaghi, una de las mayores expertas en el artista milanés, y que se ha convertido en una suerte de portavoz de los expertos del mundo del arte que coinciden en que la obra la firmó Caravaggio y no alguien del círculo de Ribera. La profesora de la Universidad de Roma llegó a España después de recibir la llamada de un coleccionista y del Museo del Prado, ha contado a EL PAÍS. Pero antes de aterrizar en Madrid, ya tenía el respaldo y contaba con el consenso de una gran parte de sus colegas italianos.
Stefano Causa, profesor de Historia del Arte Moderno en Nápoles, fue uno de los primeros que envió a Terzaghi la imagen del Ecce homo por WhastApp, y ya estaba convencido de que era un caravaggio, pero quería contar con su opinión. “Hacía 20 o 30 años que no veía un cuadro de esta belleza. Recientemente se han atribuido muchos cuadros a Caravaggio, pero, en mi opinión, ninguno tiene la fuerza de este”, cuanta por teléfono. Su convicción es tal que no duda en afirmar que se trata del “descubrimiento más hermoso e importante de la historia del arte de las últimas tres décadas”.
Terzaghi, en una tribuna en el diario italiano La Repubblica titulada Por supuesto es Caravaggio, ejemplifica esta unanimidad con una metáfora musical, citando a Tomás Luis de Victoria, el compositor que inventó la policoralidad [varios coros que cantan en distintos lugares de la iglesia de manera simultánea]. Un conservador español, que prefiere no dar su nombre, coincide en lo acertado de la imagen: “La euforia que hay en torno a esta obra es mérito de muchas voces que se han sumado a la vez al análisis y valoración. Maria Cristina no es solo una de las principales especialistas de Caravaggio, es también una persona muy respetada y querida en el sector, por eso ha emergido como portavoz. Tiene el respaldo, afecto y reconocimiento científico de los que estamos en este ámbito de estudio”.
Con la venta del cuadro bloqueada, el siguiente paso depende de la Comunidad de Madrid, la Administración responsable de calificar la pieza como Bien de Interés Cultural, una categoría que permitiría iniciar el proceso de verificación de su autoría. Esto lo hará quien decidan los propietarios. Puede ser un organismo del Estado o uno privado. Si la familia decide vender la obra una vez se verifique, proceso que puede alargarse años, el Estado tendría derecho de compra preferente sobre la pieza.
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