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El alcalde de Palma retira en 2021 el nombre de una calle que él mismo inauguró con elogios en 2009

El maestro Gabriel Rabassa perteneció a la Falange y promovió la primera universidad de la ciudad. Su hijo critica el borrado de su memoria: “Esto es una falta de respeto y guerracivilismo”

Bernardo Rabassa, a la izquierda, y a su lado, el alcalde de Palma, José Hila, en ese momento concejal de Función Pública aplaudiendo la inauguración de la calle de en 2009.
Bernardo Rabassa, a la izquierda, y a su lado, el alcalde de Palma, José Hila, en ese momento concejal de Función Pública aplaudiendo la inauguración de la calle de en 2009.Familia Rabassa
Vicente G. Olaya

José Hila, entonces concejal de Función Pública de Palma, elogió el 25 de abril de 2009 la figura de Gabriel Rabassa durante el acto en el que retiró la cortinilla de una de las placas que daban el nombre de este mallorquín a una calle. La familia Rabassa se emocionó. Bernardo Rabassa, hijo del homenajeado, lo recuerda: “Hila habló muy bien de mi padre y de lo mucho que había hecho por Palma y por Mallorca. Un panegírico. Hablamos hasta de los molinos mallorquines que él siempre protegió. Nos saludó y nos dio la enhorabuena por la calle. Fue muy emocionante”. Este martes, Hila, ahora alcalde de la ciudad, ordenó retirar las placas porque, según el informe que le ha servido de base para tomar la decisión, “Gabriel Rabassa Oliver (1915-1995) fue maestro de escuela y promotor cultural. Después de la guerra de 1936-1939 fue responsable de las Milicias de Falange Española en las islas Baleares y delegado de Cultura del Movimiento Nacional”.

“No comprendo nada”, replica Bernardo Rabassa. “En 2009, todo el mundo sabía quién había sido mi padre. Era un liberal. Esto es politiqueo, una falta de respeto y guerracivilismo”, afirma.

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El martes, el Ayuntamiento de Palma comenzó a cambiar los nombres del callejero de 12 personajes y lugares, porque eran un homenaje, afirmó, a barcos o batallas “fascistas” y “franquistas”. Entre ellos, los almirantes del siglo XIX Cervera, Churruca y Gravina, además de ciudades como Toledo o el castillo navarro de Olite. Entre las personas cuya memoria quiere borrar el Consistorio se encuentra Rabassa, que con apenas 21 años fue alférez provisional durante la Guerra Civil.

Acabada la contienda se afilió a la Falange y entró en la Escuela de Mandos. Fue nombrado delegado del Movimiento (el partido franquista del momento) en la ciudad. Su hijo explica ahora: “Pues como Adolfo Suárez, que fue secretario general en toda España. En aquel tiempo no había otra cosa. Era otra época”. Rabassa posteriormente dejó la política, ―”a él todo aquello no le gustaba”―, así que se hizo profesor de gimnasia y maestro de escuela y comenzó a dar clases de “alfabetización porque entonces había mucha gente que lo necesitaba”.

Fue nombrado director de las escuelas de Hostelería de Palma, de Madrid, de Santiago de Compostela y de Quito (Ecuador). Su hijo recuerda que se marchó un año a América y allí creó también la misma institución. Fue, igualmente, promotor de la Universidad de Palma. “No teníamos universidad, así que un edificio en ruinas que había junto a la catedral lo rehabilitó con ayudas. Buscó subvenciones por todas partes, hasta que por fin lo puso en marcha con la cátedra Ramon Llull. Luego, llegó a acuerdos con la Universidad de Barcelona y de San Francisco en California, y así nació la primera facultad, la de Filosofía”, rememora.

Mercedes Celeste, portavoz del grupo municipal del PP, en la oposición, considera la eliminación del nombre del maestro “un despropósito”: “Lo han hecho sin consenso, dañando el nombre de nuestra ciudad, haciendo daño a la imagen de buenas personas que han trabajado para todos”. Celeste, que está a favor de la aplicación de la Ley de Memoria Histórica, sostiene que el gobierno municipal no intenta reparar daños, “solo aplicar el sectarismo más profundo sin importarle nada ni nadie”.

Por su parte, Bernardo Rabassa, el hijo, fue uno de los accionistas fundadores de EL PAÍS, y miembro de diferentes clubs rotarios y liberales desde antes de la llegada de la democracia a España. Presidió el Partido Liberal ―integrado en la UCD― y formó parte de la Academia del Mar. “Fui miembro de la Internacional Liberal entre 1968 y 1974. Antes de la muerte de Franco. Siempre fui liberal, los valores que me inculcó mi padre, los que creíamos en nuestra casa. En eso creía. Él nunca fue un fascista”, afirma apenado.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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