Agotar la danza
La compañía Elephant in the Black Box incluye en su espectáculo ‘Renaissance’ dos piezas dispares: ‘Nichts’, de Marco Goecke, una repetición sin ton ni son, y una aproximación de Dury a Chaikovski, que se apaña con gallardía
Comienza André Lepecki su libro Agotar la danza (2006) con una cita escogida con retranca e ironía de la decana de los críticos de ballet y danza de The New York Times, Anna Kisselgoff, publicada el 31 de diciembre de 2000. El fragmento, sacado de contexto, no ayuda mucho pero, visto en retrospectiva, sigue teniendo vigencia. Dice Kisselgoff: “Parar y seguir. Llamémoslo tendencia o tic, la creciente frecuencia de secuencias espasmódicas en la coreografía es algo imposible de ignorar. Los espectadores interesados en un flujo o continuidad de movimiento han encontrado últimamente escasos ejemplos de ello en numerosos estrenos”. Y apunta de manera arriesgada Lepecki que Kisselgoff, tras enlistar a algunos “coreógrafos espasmódicos”, informa su consideración de lo visto en David Dorfman (Nueva York) y en William Forsythe (entonces en la dirección del conjunto de Frankfurt) con una frase conclusiva: “Todo muy de hoy. ¿Y mañana qué?”. Pues estamos en ese mañana, habida cuenta de que han pasado algo más de 20 años de aquel premonitorio escrito.
El asunto en cuestión, de haber hecho una interpretación epidérmica, basada en lo aparente del fraseo interrumpido y expeditivo tanto por parte de Lepecki como de otros entusiastas de la neomodernidad, trajo aparejado una tendencia, un atrabiliario recorrido de impacto e imitación progresiva que aún padecemos. No es muy diferente, por ejemplo, Jérôme Bel de sus próceres (ya se jalean ellos unos a otros contando además con su propio equipo de laudos), a quienes imita despiadadamente y sin rubor; Forsythe es más difícil de imitar por dos razones, entre otras: primero porque la articulación secuencial corresponde a un sistema buscador de estilo; y, en segundo, la alternancia entre espasmo y paso reglado visible, reconocible, más que batalla se establece como diálogo de catalizado mutuo. A su vez, ya hoy, el estadounidense tanto como el francés tienen una amplia recua de seguidores incondicionales, copan el territorio de la improvisación y la búsqueda de material de ruptura. ¿Ante qué estamos, y es algo tan negro como lo pintaba, lo veía venir Kisselgoff?
Mirando la evolución de Marco Goecke, actualmente coreógrafo asociado del Nederlands Dans Theater, no nos queda más remedio que asentir y preocuparnos. Su pieza Nichts (2009), que se ha visto esta semana (17 y 18 de marzo) en los Teatros del Canal de Madrid como parte del espectáculo Renaissance de la compañía Elephant In The Black Box, nos parece un hallazgo de pantomima, esa especie de agitado lenguaje de manos y brazos desechando comprometerse con la otra mitad del cuerpo del bailarín, muy pronto se convierte en una repetición sin ton ni son, un largo y sostenido, veloz, agotamiento del gesto. Las otras coreografías de Goecke, posteriores a esta pieza, abundan en lo mismo. Y no es que un estilo propio se forja en la repetición mecánica, sino en la maniera en que el proceso coréutico queda cristalizado en un discurso distinguido. Repetir no es avanzar, ni en el tiempo-lectura ni en la formulación coréutica.
La otra pieza que conforma Renaissance es The Hidden Beauty, de Jean-Philippe Dury, líder artístico de Elephant in the Black Box. Aunque en el coloquio posterior a una de las funciones Dury se quejó amargamente de lo estrictamente convencional (o académica) que fue su formación académica en la Ópera de París, su trabajo en realidad usufructúa esos saberes y esa cultura. No me queda claro si The Hidden Beauty, que es una especie de suite sobre temas de La bella durmiente de Chaikovski, es para Dury una primera aproximación al título académico ―con idea de hacerlo completo más adelante― o una moda, la de las nuevas versiones de los grandes clásicos del ballet, que hoy está muy extendida. Personajes ambiguos (en cuanto género), alusiones a lo feérico, variaciones solistas tratadas en su formato madre, duetos donde se busca cierta confrontación, hacen que su pieza sea entretenida. Dury maneja bien el cuerpo de baile, se apaña con gallardía sobre una plantilla que es algo irregular en lo técnico y se muestra exigente en el tratamiento espacial. El contraste diametral y hasta brusco de las melodías del más sinfónico de los ballets con la rítmica impuesta por Dury resulta muy estimulante.
Tiene un especial mérito por parte del grupo Elephant in the Black Box seguir adelante, creando y ofreciendo espectáculos con público en directo, en una época gris en la que se ha impuesto el diferido y otras formas virtuales. Y otro detalle, Jean-Philippe quiere que el conjunto tenga tropa, que el escenario se vea pleno y activo, con un número de artistas que no desangele el espacio escénico, sino que lo conforte. Participan de manera excepcional como invitados los bailarines italianos Simone Repele y Sasha Riva, que ya estuvieron antes en los escenarios del Canal dentro de la gala europea del festival Madrid en Danza 2019, y que son sapientes conocedores del estilo de Goecke.
RENAISSANCE
'The Hidden Beauty': coreografía: Jean-Philippe Dury; música: P. I. Chaikovski y Gavin Bryars. 'Nichts': coreografía: Marco Goecke; música: Jimi Hendrix y Keith Jarret. Compañía Elephant in the Black Box. Representada en la Sala Verde de los Teatros del Canal de Madrid el 17 y 18 de marzo.
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