Las actuaciones musicales en los Goya: anticuadas
A pesar de la profesionalidad de Nathy Peluso, Aitana o Vanesa Martín, el concepto de las interpretaciones resultó apolillada
No, definitivamente la presencia musical en la gala de los Goya no resultó ni moderna ni vanguardista. Antonio Banderas apostó por mujeres jóvenes con un futuro seguramente exitoso para amenizar la entrega de los galardones. El repertorio elegido y la puesta en escena resultó, sin embargo, un tanto antigua, recordando en algunos pasajes una gala de José Luis Moreno. Reivindicar la canción popular española está muy bien. Incluso es conveniente. Pero se realizó sin capacidad de riesgo y con poco originalidad.
Lo primero que se escuchó fue La violetera. Seguramente la versión más popular la realizó Sara Montiel para la película de 1958 del mismo nombre. También suena de forma recurrente en Luces de la ciudad, el genial filme de 1931 de Chaplin. Una pieza con pedigrí cinematográfico, por lo tanto, un cuplé compuesto José Padilla en 1914. Por eso la eligió Nathy Peluso, una argentina de 26 años criada en Barcelona. Arriesgó la artista con esta apuesta, ya que está alejada de su registro, música urbana moderna y empoderada, la contenida en su fantástico reciente disco, Calambre.
La defendió Peluso con decisión, aunque estuvo rígida estéticamente, concentrándose en la voz. Silenció algunas bocas, que la achacan escasa presencia vocal, pero no fue una actuación que se pueda considerar memorable. El reflejo de la arrabalera, atrevida y sensual versión de Sara Montiel fue demasiado grande para la joven cantante.
Vanesa Martín, en su tierra, Málaga, se encargó de poner palabras y música a In Memoriam, el momento en el que se recuerda a los profesionales del cine fallecidos en el último año. Interpretó Una nube blanca, una canción de Lluis Llach que popularizó Ana Belén. Estuvo sentida y desplegando su tono hermoso y con requiebros aflamencados. Es una gran cantante y la pieza cumplió su función en esta fase del espectáculo. “Nuestro recuerdo y cariño para todas las familias que han perdido a uno de los suyos desde cualquier rincón del mundo”, dijo al final la intérprete.
La también malagueña Diana Navarro desplegó recursos añejos en el homenaje a Luis García Berlanga que compartió con Carlos Latre al interpretar Coplilla de las divisas, del clásico del cineasta valenciano Bienvenido Mr. Marshall. Ya saben: “Os recibimos americanos con alegría./ Olé mi madre, olé mi suegra y olé mi tía”.
El momento musical más surrealista de la gala llegó con la no presencia de Barbra Streisand. Fue la única estrella internacional (que este cronista recuerde) que no apareció en pantalla en una imagen actual. Solo se escuchó su voz, saludando a su amigo Antonio Banderas y apoyando al cine español. Esa misma voz dio paso a una filmación suya antigua cantando Happy Days Are Here Again. Todo muy raro. A continuación, la barcelonesa Aitana, 21 años, interpretó esa misma canción. Más raro todavía.
Beatushka Wojtowicz recibió el premio al mejor maquillaje y peluquería por Akelarre desde su casa, como todos los galardonados. Aquí hubo un momento musical puramente accidental. Mientras estaba dando las gracias, al fondo, en la pared de su casa, se veía un póster enmarcado de los Beatles. John, Paul, George y Ringo, en una fotografía de finales de los sesenta. Casi fue lo más moderno en el aspecto musical que se vio en toda la gala.
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