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Los Globos de Oro de la pandemia: más influyentes y controvertidos que nunca

La ceremonia se celebra el domingo simultáneamente en dos sedes, de manera parcialmente virtual, pegada al plazo de voto de los Oscar y en medio de la polémica sobre la asociación organizadora

Pablo Guimón
Globos de Oro 2021
La alfombra roja de los Globos de Oro en la pasada edición de 2010.Jordan Strauss (GTRES)

Es tradicionalmente una de las galas de premios más caóticas y este año promete serlo aún más. La 78ª edición de los Globos de Oro ofrecerá este domingo un nuevo experimento de cómo hacer una gala de premios en medio de una pandemia. El coronavirus, además de provocar el retraso de la cita, proporciona al espectáculo este año los lógicos desafíos derivados de la ausencia de público y del hecho de que los nominados participarán de manera remota.

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Por si esto fuera poco, a los organizadores les ha parecido una buena idea dividir la ceremonia entre dos sedes situadas en dos extremos del país. Tina Fey y Amy Poehler vuelven a estar juntas en los Globos de Oro, pero solo en la pantalla: físicamente, la primera ejercerá desde Nueva York y la segunda, desde Los Ángeles. Los presentadores de los diferentes premios —Michael Douglas, Catherine Zeta-Jones, Joaquin Phoenix y Renee Zellweger, entre otros— también estarán físicamente repartidos entre las dos sedes. En ambas, el público se limitará a un número reducido de trabajadores de primera línea de la pandemia.

Las presentadoras introducirán los premios de cada categoría en persona, cada una desde una punta del país, y los ganadores se lo agradecerán virtualmente, desde sus casas, en la franja horaria que estén. Así, por ejemplo, Amanda Seyfried, nominada en la categoría de actriz de reparto por Mank, ha avanzado que estará en el sofá del salón de su casa con su familia, incluidos su perro y su bebé de cinco meses. Difícil, con estos condicionantes, esperar algo parecido al espectáculo de una alfombra roja.

Este doble salto mortal se convierte en triple si se tiene en cuenta que este año, más que nunca, está en juego también la reputación misma de los Globos de Oro, galardones que otorga la muy a menudo criticada Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, un grupo de 87 periodistas internacionales residentes en el sur de California. Una reciente investigación periodística de Los Angeles Times reveló que el elenco de votantes no incluye ninguna persona de piel negra, y sucede que al menos cuatro películas dirigidas y protagonizadas por afroamericanos, que se esperaba estuvieran entre las nominadas, se quedaron fuera de las categorías de mejor película. Además, la investigación destapó un patrón de pagos inapropiados a los miembros, que ya era un secreto a voces en el mundillo. Por ejemplo, descubrió que varios de los votantes disfrutaron de un lujoso viaje a París, alojados en un hotel de 1.400 dólares la noche, pagado por los productores para promocionar la serie Emily in París, que a pesar de las críticas poco entusiastas ha acabado haciéndose con dos nominaciones.

Lo cierto es que su proximidad a los Oscar, que este año se entregan el 25 de abril, convierte a los Globos de Oro en una oportunidad de generar ruido alrededor de determinados títulos y colocar etiquetas de favorito. Y este año, debido al baile de fechas provocado por la pandemia, el propio editor de premios de cine de la revista Variety, Clayton Davis, asegura que los Globos de Oro tendrán más influencia que nunca en los Oscar. Las miembros de la Academia votan a los nominados entre el 5 y el 10 de marzo, es decir, apenas cinco días después de los Globos de Oro. Otros premios con tradición de influir en la decisión de los académicos, como los de los sindicatos de directores y productores o los Bafta, anunciarán este año sus nominaciones en medio del periodo que tienen los académicos para votar, y en algunos casos ya transcurrido este. “Los Globos de Oro serán pues el último evento televisado de la industria que se celebre antes de que los votantes reciban sus papeletas”, escribe Davis.

Miembros no muy activos periodísticamente

Además de proporcionar impulso para los Oscar, los Globos de Oro lanzan carreras, otorgan sellos de pedigrí para carteles y currículos, y estimulan la taquilla. Y convierten también a los miembros de la Asociación, profesionales no necesariamente muy activos periodísticamente, en objeto de deseo de las maquinarias de promoción de los estudios, que acostumbran a agasajarlos con regalos poco compatibles con lo que éticamente se exigiría a un jurado de unos premios tan importantes para la industria.

Los estudios tienden a priorizar, en las entrevistas con las estrellas, a los miembros de la Asociación, aunque estos no trabajen activa o regularmente para ningún medio de peso. Y se ha acusado a los directivos de resistencia y arbitrariedad a la hora de admitir a nuevos miembros, hasta el punto de que el año pasado una periodista noruega demandó a la Asociación tras habérsele negado tres veces la admisión.

La Asociación nació en los años 40, cuando un grupo de corresponsales extranjeros en Hollywood se unió para ganar un peso que les diera más acceso a intérpretes y directores. Centrados en las estrellas y sin las más aburridas categorías técnicas, pronto la retransmisión televisiva de los Globos de Oro se convirtió en un éxito. Su estilo más desenfadado e irreverente, en contraste con la solemnidad de los Oscar, ha convertido a la ceremonia en la tercera gala de premios más vista de la televisión en Estados Unidos, después de la de los Grammy y la de los propios galardones de la Academia de cine. En 2018 la NBC acordó pagar 60 millones de dólares anuales por los derechos televisivos y la audiencia, al contrario que la de los Oscar y la de los Grammy que tienden a la baja, se mantiene estable entre los 18 y los 20 millones de espectadores.

Cada año se recuerda que conviene tomarse la cita más como una mera celebración que como unos premios artísticos de peso. “Los Globos de Oro son a los Oscar lo que Kim Kardashian es a Kate Middleton”, resumió en la ceremonia de 2012 Ricky Gervais, que ha presentado numerosas ediciones de la gala. Antes y después de cada edición, la prensa especializada y el mundillo de Hollywood se regodea en sus propias chanzas sobre lo extravagante de algunas de las nominaciones y la supuesta irrelevancia de los premios. Pero ahí estarán todos este domingo, un año más, para cubrirlo y comentarlo.

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Sobre la firma

Pablo Guimón
Es el redactor jefe de la sección de Sociedad. Ha sido corresponsal en Washington y en Londres, plazas en las que cubrió los últimos años de la presidencia de Trump, así como el referéndum y la sacudida del Brexit. Antes estuvo al frente de la sección de Madrid, de El País Semanal, y fue jefe de sección de Cultura y del suplemento Tentaciones.

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