Primer mandamiento de los artistas chinos: “Amar a la patria y apoyar al Partido”
Una guía elaborada por la Asociación China de Artes Escénicas, que depende del Ministerio de Cultura, fija los nuevos preceptos morales y políticos para los profesionales
Los artistas chinos sabrán a qué atenerse en materia de ideología, conducta y creatividad a partir del 1 de marzo. Ese día entrará en vigor una guía elaborada por la Asociación de Artes Escénicas, que depende del Ministerio de Cultura, donde se fijan los 10 mandamientos que deben respetar los profesionales del sector. El primero de ellos: “Amar a la patria, apoyar los dictados, políticas y principios del Partido”. El segundo: “Servir al pueblo y al socialismo, practicando los valores fundamentales del socialismo”, así como defender y promover la cultura y la estética chinas. Los profesionales que las violen se arriesgarán a no poder aparecer en un escenario durante al menos un año. O para el resto de su vida. Toda una tragedia en el mercado chino, que en 2020 sobrepasó a EE UU como líder de la taquilla cinematográfica mundial y es también uno de los más poderosos en el sector de la música.
Presentar una imagen positiva, centrada en una reputación profesional y personal intachable y el cultivo del carácter moral; respetar el trabajo en equipo; observar las leyes sobre propiedad intelectual; ”participar activamente en eventos que beneficien al bienestar público”; servir de modelo a los menores de edad y evitar comportamientos que pongan en peligro la estabilidad social forman parte del decálogo del artista ejemplar. También está incluido el cumplir los contratos y preocuparse de que estos documentos respeten la ley, una previsión redactada, quizá, pensando en la actriz Fan Bingbing y la práctica que su caso destapó, la firma de contratos dobles: uno para entregar a la Hacienda china y otro, el real, que estipulaba salarios mucho más altos.
Este caso se convirtió en 2018 en un escándalo por la evasión de impuestos de esta actriz, que fue borrada digitalmente de algunas de sus producciones en curso, como la serie La Leyenda de Ba Qing. Fan Bingbing estuvo desaparecida más de tres meses. Entrar en listas negras profesionales y caer en desgracia entre el público no es un destino insólito para los chinos que protagonizan escándalos, sea por una vida personal “poco ejemplar” o por choques de algún tipo con las autoridades. El caso más reciente es el de la actriz Zheng Shuang, de 29 años, que pasó de ser una superestrella a una paria profesional en enero. Tras los rumores acerca de su maternidad mediante vientre de alquiler en Estados Unidos, se sucedieron otros que aseguraban que, tras romper la relación con su pareja y padre de los dos niños, el productor Zhang Heng, de 30 años, Zheng quiso desentenderse de los bebés. Un mensaje de la actriz en redes sociales pareció incluso corroborar la información y desató una oleada de críticas entre el público. La artista perdió acuerdos comerciales con estudios, revistas de moda y cadenas de televisión. La casa de moda Prada le retiró el cargo de embajadora de la marca que le había concedido solo una semana antes.
En la primera fase de la nueva guía se la describe como autorregulatoria y a las sanciones como “medidas autodisciplinarias” de comportamiento. En realidad, lleva a la práctica lo que hasta ahora era una norma seguida, pero no escrita contra los artistas que mantenían conductas indeseables a los ojos del Partido Comunista.
La guía prevé también 15 comportamientos a evitar, en un arco que abarca desde prohibiciones muy generales —”poner en peligro la unidad de la nación” o “incitar al odio étnico”—, a otras muy precisas, como conducir borracho o recurrir a un pregrabado en los cantantes, prácticas que puedan inducir a engaño a los espectadores. Quienes incumplan estas medidas afrontarán un “boicot industrial” que durará en principio entre uno y cinco años, pero puede hacerse permanente en los casos más graves. Para lograr la rehabilitación y poder volver a los escenarios, los artistas deberán recibir el visto bueno de un comité deontológico, formado por profesionales del sector, pero también con funcionarios de entidades oficiales, como el Comité Central de la Liga Juvenil Comunista, abogados, representantes de medios de comunicación y de otros sectores relacionados con las artes escénicas.
La guía incluye que los contratos respeten la ley, pensando quizá en el caso de la actriz Fan Bingbing, que firmó uno para Hacienda y otro real, con salario más alto
El propósito de la guía, según el periódico Diario del Pueblo, propiedad del Partido Comunista, en su cuenta de Weibo, el Twitter chino, es “establecer normas y barreras claras” y explicar que “la virtud tiene precedencia ante el arte”. El sistema de “autodisciplina” no tiene carácter estrictamente oficial, puesto que no proviene de ningún organismo gubernamental. Pero, al provenir de la asociación profesional, no cabe duda de que cuenta con el respaldo de las autoridades y encaja con el interés del Gobierno por mantener bajo firme control ideológico y moral a sectores “sensibles”.
Arte como propaganda
El interés por erradicar comportamientos indeseables en la industria artística china, o por hacer del arte un instrumento para transmitir los valores oficiales viene de muy atrás. El fundador de la República Popular, Mao Zedong, consideraba el arte un instrumento de propaganda y al servicio de la política, y en 1942, durante la guerra civil entre comunistas y nacionalistas, afirmó que “no existe tal cosa como el arte por el arte, arte que esté por encima de las clases, arte que esté separado, o sea independiente, de la política”.
En octubre de 2014, el actual presidente chino, Xi Jinping, abundaba en parte en esas ideas al animar en un discurso a los creadores a producir obras no solo con mérito artístico, sino que también representaran los valores socialistas e inspiraran maneras de servir al pueblo. Ese año, la Administración Estatal para la Radio, Cine y Televisión emitió una directiva dirigida a estudios de cine, distribuidores y grandes cadenas de salas de exhibición para que vetaran a profesionales con “historiales negativos”, entre ellos, los artistas que se hubieran visto involucrados en actividades ilegales, como drogas o prostitución. La normativa también prohibía la emisión por radio, televisión o internet de contenido en el que aparecieran los artistas “manchados”. Pero, según el portal de noticias china.org, “con el surgimiento de nuevos canales de entretenimiento, algunos de estos artistas han comenzado a resurgir a través de retransmisiones en directo y algunos eventos benéficos”.
La publicación de la guía ha suscitado entre algunos sectores el temor a que se abra la puerta a un escrutinio mayor de los famosos en las redes sociales y que sean ellas las que decidan sobre la culpabilidad o no de una estrella. “Espero que se imponga un estándar, en vez de dejar que los troles definan lo que a ellos no les gusta como un escándalo”, comentaba un internauta en la cuenta de Weibo del Diario del Pueblo.
Otros han expresado la posibilidad de que las medidas se apliquen con mayor dureza a grupos más vulnerables. “En los últimos años, la ecología del sector del entretenimiento se ha hecho más conservadora. Los estándares morales que se imponen a los famosos son muy altos”, declaraba Liu Tingting, profesora asociada de Periodismo en la Universidad Jinan de Cantón, al digital Sixth Tone. “La crítica que viene con ese conservadurismo nunca se reparte equitativamente, y las famosas jóvenes tienden a ser culpadas más que los varones de edad”. La profesora también apuntaba a la preocupación de que pueda reducirse el espacio para la creatividad. “En el campo del arte y la literatura, las obras más inspiradoras son a veces la representación de un deseo alternativo, inaceptable”.
El contenido artístico, también censurado
El contenido artístico se encuentra fuertemente censurado; las letras de canciones, guiones o programas deben pasar un filtro previo para ser autorizadas; las actuaciones en directo deben ajustarse estrictamente al contenido pactado previamente, y son objeto de constante escrutinio para evitar momentos que no tengan la bendición oficial.
La ONG Freemuse, que supervisa la libertad de expresión artística en todo el mundo, incluye de manera sistemática a China en su informe anual como uno de los países donde se cometen graves violaciones contra este derecho, incluidas las detenciones de artistas disidentes. En su último reporte, publicado el año pasado, encontraba que “el Gobierno chino y las empresas tecnológicas chinas se implicaron en medidas digitales perfeccionadas y sin precedentes para ejercer el control narrativo durante 2019, afectando a artistas, audiencias y al resto de los ciudadanos. La censura de plataformas de redes sociales nacionales en China opera mediante un sistema de responsabilidad intermediaria en el que las empresas son responsables del contenido de sus plataformas”.
Babelia
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