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Muere Juan Carlos Tabío, el mago de la comedia cubana

El codirector de ‘Fresa y Chocolate’, única película cubana nominada al Oscar, falleció a los 77 años

El  cineasta cubano Juan Carlos Tabío durante una entrevista, en junio de 2003 en La Habana (Cuba)
El cineasta cubano Juan Carlos Tabío durante una entrevista, en junio de 2003 en La Habana (Cuba)EFE (EFE)

Su nombre será asociado siempre a Fresa y Chocolate, única película cubana nominada al Oscar y también ganadora de un Goya, que codirigió con su íntimo amigo Tomás Gutiérrez Alea, uno de los más grandes cineastas cubanos. Pero Juan Carlos Tabío (1943-2021), fallecido el lunes en La Habana a los 77 años, está entre los nombres más importantes del cine cubano por sus antológicas comedias y su capacidad de retratar la realidad cubana y sus contradicciones con un lenguaje de humor e ironía inteligente, que era como un golpe en el hígado, que invitaba a reflexionar. Tabío era dueño de un estilo juguetón, pero tremendo, aparentemente fácil aunque entre risas iba a lo profundo y sacudía conciencias, nada de boberías. Era el mago de la comedia costumbrista cubana.

Nació en La Habana en 1943 y con apenas 18 años entró al recién creado Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), donde comenzó como asistente de producción y de dirección. Realizó más de 30 documentales, algunos de los cuales siguen siendo de consulta obligada, como el que dirigió sobre la estancia en Cuba del poeta español Federico García Lorca en 1930.

El ojo y mano de Tabío para el documental le llevaron a la ficción, en la que se estrenó en 1983 con el largometraje Se Permuta, comedia de enredos que es una radiografía del día a día cubano de aquel entonces. La película fue muy aplaudida por el público y la crítica, y sirvió además para rescatar del olvido a la gran vedete cubana Rosita Fornés, que ganó numerosos premios por su papel.

Un año antes había escrito con Gutiérrez Alea el guion de Hasta Cierto Punto, filme dirigido por el segundo que marcó el inicio de la fecunda colaboración entre ambos cineastas, y que diez años después les llevó a codirigir Fresa y Chocolate (1993) y Guantanamera (1995), probablemente dos de las películas cubanas de más éxito internacional.

La historia de Fresa y Chocolate es bien conocida. La película, rodada en La Habana en medio de la aguda crisis del Periodo Especial, tras la desaparición del campo socialista, cuenta la historia de la amistad de un joven comunista y un homosexual marginado en Cuba por su forma de ser. El filme iba mucho más allá de una simple crítica a la persecución de la homosexualidad en una etapa de la revolución. Era sobre todo un grito contra la intolerancia y a favor de la libertad individual y el derecho a pensar diferente, y tuvo una gran repercusión, tanto dentro como fuera de Cuba, donde gano numerosos premios (el primero fue el Oso de Plata en el Festival de Berlín y de ahí siguió hasta los Oscar, donde quedó finalista en la categoría de mejor película extranjera en 1994).

Durante el rodaje, Gutiérrez Alea enfermó de cáncer y Tabío paró la película que estaba filmando en ese momento, El elefante y la bicicleta, para codirigir con él Fresa y Chocolate. “Fue el acto de amistad y lealtad más grande que yo he presenciado en el cine”, recuerda de aquellos días el actor Jorge Perugorría, el protagonista. Los dos directores trabajaron codo con codo, Fresa y Chocolate fue un éxito absoluto y Tabío terminó después el filme que había dejado a medias. Antes Juan Carlos había firmado Plaff (1988), otra de sus geniales comedias en las que retrata los avatares cotidianos y surrealistas por los que los cubanos han pasado desde los años sesenta.

“Ese costumbrismo y ese humor era su sello”, aseguraba horas después de su muerte, muy afectado, Perugorría. “Creo que fue uno de los directores que con más fidelidad retrato el cubaneo y que logró hacer con su obra una radiografía de la identidad nacional”, dijo el actor, destacando “su sentido del humor corrosivo, pero que no era simplemente un divertimento”. “Utilizaba la sátira para hacer un retrato de la sociedad, conectaba con la gente dejando una huella profunda, aunque a veces la crítica subvalora la comedia”.

Su obra esta llena de aciertos y de largometrajes divertidísimos, que hay que ver obligatoriamente si uno quiere enterarse de cómo era la Cuba de su tiempo. Ahí están su Lista de Espera (1999), Aunque estés lejos (2003) o El cuerno de la abundancia (2009). En todas participó Perugorría, igual que en Guantanamera, que Tabío y Alea escribieron y dirigieron después del éxito de Fresa y Chocolate y que cuenta el delirante viaje de un cadáver por la isla para recibir santa sepultura. “Imagino que ahora los dos estarán allá arriba tramando algo tremendo”, cree el actor que tan bien conoció la amistad que los unió.

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