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Cuando España se sumó a la moda de exhibir africanos en ‘zoos humanos’

Una exposición en Valencia revisa los estereotipos racistas surgidos a partir de las ferias de muestras y representación de las poblaciones negras

Ferran Bono
Una sala de la exposición de Valencia sobre la imagen gráfica de la población negra.
Una sala de la exposición de Valencia sobre la imagen gráfica de la población negra.Mònica Torres

Joseph Conrad era un “gran racista” y la descripción de las poblaciones negras en su famosa novela El corazón de las tinieblas funcionaba como un mero decorado de las tramas importantes, la de los blancos en el Congo. El gran escritor nigeriano Chinua Achebe lanzó en 1975 esta crítica sobre la visión colonialista y primitivista de África de una de las obras maestras de la literatura. Aún se discute sobre ella. El catedrático de Filosofía y profesor de Antropología, Nicolás Sánchez Durá, sostiene que el punto de partida del autor africano de Todo se desmorona es erróneo, porque no hay una descripción única de la población negra en el libro adaptado por Francis Ford Coppola en su película Apocalypse Now; y, sobre todo, porque, el autor polaco-británico no pretendía reflejar ese “supuesto primitivismo de los negros, sino el que late en todos nosotros y puede aflorar, bajo una capa de civilización, en situaciones límite”.

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En cualquier caso, Durá ha sacado a colación las palabras de Achebe, no tanto para reincidir en la polémica como para ilustrar la visión que las películas de Hollywood dieron de África, en las que no hay duda de que la población es solo un decorado exótico, salvaje, amenazante, para las aventuras de los blancos en el continente negro. Lo explica en la última sala de la exposición Let’s Bring Blacks Home! Imaginación colonial y formas de aproximación gráfica de los negros de África (1880-1968), entre secuencias de películas como Las minas del rey Salomón y entre publicaciones en las que se discutía sobre el supuesto déficit de racionalidad de las poblaciones africanas. Es el caso de la revista África, de la dirección general de Marruecos y Colonias del Gobierno franquista, dedicaba en 1953 a estudiar el nivel mental de los indígenas de Guinea. “Pero es que en 1964, en Inglaterra, cuando ya se han producido las emancipaciones políticas en muchos países africanos, aún se produce ese debate antropológico sobre la racionalidad de la población africana”, recuerda en un tono perplejo el comisario de la muestra, que se exhibe en la Nau de la Universitat de València hasta el 18 de mayo.

La idea de la exposición surgió cuando el también comisario de la misma, Hasan G. López, profesor universitario, encontró unas fotografías en un anticuario. No estaban identificadas y aparecían negros en una feria en España. Resultaron ser de Valencia. A partir de ahí López y Durá tiraron del hilo para reunir 400 objetos, imágenes (algunas inéditas), carteles, mapas, películas y documentos con el fin de mostrar cómo España se sumó a la moda a las exhibiciones étnicas, conocidas popularmente como "zoos humanos" y que proliferaron por la Europa del siglo XIX y hasta entrado el siglo XX.

Se exhiben imágenes del poblado Ashanti de Madrid y Barcelona (1897), de la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929) o la de los nativos fang de Guinea en Valencia (1942). Son fotografías y carteles que sirvieron para cimentar el racismo popular desde finales del XIX. Hoy pueden producir sonrojo, indignación y cierta incredulidad, pero tampoco ha pasado mucho tiempo desde que se exhibían con normalidad. Un gran mapa de África recuerda la conferencia de Berlín, celebrada entre 1894 y 1985, en la que las potencias occidentales se repartieron África.

Representación de un poblado de Guinea en Valencia, en 1942.
Representación de un poblado de Guinea en Valencia, en 1942.

Si en las muestras europeas primaba el "espectáculo de lo desconocido, de lo animalesco, de lo salvaje", siguiendo los tópicos de una población negra que se representa como primitiva, exótica e hipersexualizada, en las muestras étnicas de España son expresión de la tarea civilizadora y misional a través del trabajo de las poblaciones guineanos que eran explotadas por la industria maderera. Guarda semejanzas con la conquista de América, apunta Durá. Una postal sintetiza ese propósito: un enorme tronco aparece junto al colono o capataz, un sacerdote y un trabajador guineano, eso sí, ataviado con lanza y taparrabos, junto al cartel del sindicato maderero.

Un látigo de alambre con púas de metal y unos grilletes del siglo XIX reciben al visitante en esta exposición crítica que revisa los estereotipos del racismo con obras procedentes de la Universitat de València, la Biblioteca Nacional y el Museo Nacional de Antropología, entre otras instituciones centros, además de varias colecciones particulares, como las de los propios comisarios.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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