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Crítica | Dios es mujer y se llama Petruya
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Feminismo balcánico

La cineasta Teona Strugar Milevska encontró en un suceso real el argumento para su quinta película

Elsa Fernández-Santos
Fotograma de 'Dios es mujer y se llama Petruya'.
Fotograma de 'Dios es mujer y se llama Petruya'.

La cineasta Teona Strugar Milevska encontró en un suceso real el argumento para su quinta película, un alegato feminista cargado de esa furia balcánica que irrumpe en el primer plano del filme: dentro de una piscina vacía una mujer gorda y malencarada mira al espectador mientras una estridente guitarra eléctrica rasca los oídos del patio de butacas. Dios es mujer y se llama Petruya (título tan afectado como algunas decisiones con la cámara de su directora) está inspirada en una noticia ocurrida en el norte de Macedonia, concretamente de la localidad de Stip. Cada 19 enero, coincidiendo con el día de la Epifanía, la iglesia ortodoxa cumple con la tradición de la cruz. Se trata de lanzar al río este símbolo de madera que proporcionará suerte durante el año que empieza al joven que logre atraparlo entre las gélidas aguas. El concurso está exclusivamente reservado a los hombres, que sin ropa desafían las bajas temperaturas. Hasta que en 2014 una joven desesperada por su situación laboral y personal decidió tirarse también al río en busca de su misma suerte. Para sorpresa de todos, fue ella quien rescató la cruz del agua y, para colmo de males, no solo se negó a devolverla sino que en la radio local animó a que en el futuro otras mujeres se sumaran a la tradición. La osadía le costó a la joven el linchamiento público que recoge este filme.

DIOS ES MUJER Y SE LLAMA PETRUYA

Dirección: Teona Strugar Milevska.

Intérpretes: Zorica Nusheva, Labina Mitevska, Stefan Vujisic, Suad Begovski.

Género: tragicomedia. Macedonia, 2019.

Duración: 100 minutos.

Toda la película gira alrededor de este personaje, que tiene en la actriz debutante Zorica Nusheva su mejor baza. Desganada con la vida, Petruya sufre un acoso que empieza en su propia madre y acaba en las autoridades policiales y religiosas. Un personaje antipático y malhumorado que funciona precisamente por esa distancia que establece con todo y que justifica su baja autoestima, pero al que a la vez vamos comprendiendo al recorrer junto a ella su deprimente panorama vital. Es una pena que el resto de personajes resulten meros remedos al servicio de un humor negro de trazo demasiado grueso.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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