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concierto de año nuevo
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Se puede bailar dirigiendo a los Strauss en el Concierto de Año Nuevo

El letón Andris Nelsons dirige un maravilloso Concierto de Año Nuevo, pleno de encanto y musicalidad. Riccardo Muti asumirá la batuta, por sexta vez, en la edición de 2021

Andris Nelsons dirige a la Filarmónica de Viena en el Concierto de Año Nuevo de 2020.
Andris Nelsons dirige a la Filarmónica de Viena en el Concierto de Año Nuevo de 2020.HERBERT NEUBAUER (AFP)

Para un director de orquesta, la invitación de la Filarmónica de Viena al Concierto de Año Nuevo es todo un privilegio. Así ha sido, especialmente desde 1987, cuando se inició, con Herbert von Karajan, la tradición de asignar cada edición a una batuta diferente. Pero es un privilegio que no debe subestimarse. Ese fue el consejo que recibió Andris Nelsons de varios colegas, tras aceptar el encargo de dirigir la edición de 2020. Lo confesó, el pasado 27 de diciembre, en Der Standard. Este maestro letón de 41 años, titular de la Sinfónica de Boston y la Gewandhaus de Leipzig, lleva casi un año preparando el programa de este concierto. Es la única forma, según reconoció, para desarrollar una idea propia de cada obertura, vals, polca o marcha de la familia Strauss y coetáneos. Un programa que este año ha contado con muchas obras nunca antes tocadas, tanto de Karl Michael Ziehrer, Josef Hellmesberger hijo y Hans Christian Lumbye, como de Eduard y su hermano Josef, del que se cumplen 150 años de su prematura muerte a los 42 años. Pero, en esta edición, la principal novedad ha sido la música de Ludwig van Beethoven, como arranque de los fastos conmemorativos de su 250º aniversario.

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Nelsons también confesó al referido medio austriaco que recibió un consejo de su mentor y maestro, el letón Mariss Jansons, recientemente fallecido y tres veces director de esta popular cita musical del 1 de enero. “Es muy importante que dejes tocar a la Filarmónica de Viena”, le dijo. Y el director letón lo ha seguido al pie de la letra. Es más, ha bailado con la orquesta. En la rueda de prensa de presentación del concierto, ya reconoció que ningún director conoce esta música como la Filarmónica de Viena, por lo que se ha dedicado a inspirar a sus músicos. Y no hay duda de que lo ha logrado, con momentos verdaderamente elevados, que han recordado citas míticas protagonizadas por Carlos Kleiber.

Un arranque perfecto

La 80ª edición del Concierto de Año Nuevo arrancó de forma ideal. Nada de una marcha, sino una obertura. De Karl Michael Ziehrer y su exitosa opereta Los vagabundos, nunca antes programada. Una composición con aire de banda militar, pero también con pasajes de vals que permitieron a Nelsons dar sus primeros pasos de baile con la orquesta. Le siguió la primera obra de Josef Strauss, el vals Saludos de amor, dedicado al centenario del Festival de Salzburgo; Michael Beyer lo aclaró en su cuidada realización televisiva. Y mucho menos interesante fue la Marcha Liechtenstein, a pesar de que Nelsons le aportó agilidad y encanto.

En 2021 el elegido es el italiano Riccardo Muti, que dirigirá el concierto por sexta vez

Y llegó la música de Johann Strauss hijo, siempre el compositor más representado en el Concierto de Año Nuevo. Se tocó la polca Fiesta de las flores, que dirigió Lorin Maazel en 1996, pero que sirvió a Nelsons para mostrar sus propias ideas. Dirigió una versión más lenta y juguetona, que Michael Beyer aderezó en su realización con primeros planos de la decoración floral de la Sala Dorada del Musikverein. Pero fue todavía más interesante su interpretación del vals Donde florecen los limoneros, un bello homenaje de Johann hijo a Italia, con ese título extraído del Wilhelm Meister, de Goethe. Nelsons supo engarzar magistralmente cada sección, que convirtió en un exquisito fresco sonoro. Antes la había dirigido Zubin Mehta (2007) y Franz Welser-Möst (2013), pero Nelsons tiene su propia dramaturgia que conjuga, además, con esa inconfundible forma de “decir” el vals de la Filarmónica de Viena: un, dos (y quizá), tres. Otra novedad cerró la primera parte: la polca rápida De improviso, de Eduard Strauss, que fue su mejor baza este año.

Homenajes y ópera

En el intermedio, el cineasta Georg Riha rindió su particular homenaje a Beethoven. Un curioso viaje del siglo XIX al XXI, titulado Remolinos de hojas de Beethoven, que le permite imaginar una versión completada de la Décima sinfonía. Estuvo aderezado por excelentes intervenciones camerísticas de los integrantes de la Filarmónica de Viena. Y aquí fue donde vimos más mujeres de la orquesta, pues ha sido una edición con poca representación femenina en el escenario del Musikverein.

El director letón cumplió con la tradicional felicitación del año nuevo con una interpretación, exquisita y equilibrada, del vals En el bello Danubio azul

Nelsons inició la segunda parte con otra obertura. Dirigió una brillante versión del arranque de la opereta Caballería ligera, de Franz von Suppé. Con ese famoso galop que representa a los húsares, pero también con el perfume cíngaro de su bello solo de clarinete. Y antes de la primera escena de ballet elevó la insustancial polca francesa Cupido, de Josef Strauss. Con el vals ¡Abrazaos, millones de seres!, de Johann hijo, debutaba José Carlos Martínez (Cartagena, 50 años), el primer coreógrafo español que colabora en el Concierto de Año Nuevo, al frente de los solistas del Ballet de la Ópera Estatal de Viena. Una versión visualmente refinada y dentro de la tradición, al igual que la interpretación de Nelsons, que limitó el rubato para no contravenir la filmación pregrabada.

El 150º aniversario de la inauguración del Musikverein también tuvo su protagonismo en esta edición. Y se tocaron dos de las tres composiciones de los hermanos Strauss para su baile inaugural. Fue más interesante el vals Disfrutad de la vida, de Johann hijo, que la polca mazurca Flor de escarcha, de su hermano Eduard. Michael Beyer mostró muchos detalles acerca del edificio, en su precisa realización. Y escuchamos, entre ambas, otras novedades como mero relleno: la pegadiza Gavota, de Josef Hellmesberger hijo, y el Galop del postillón, de Hans Christian Lumbye, el Strauss danés. La última sirvió a Nelsons, además, para hacer la única concesión divertida de esta edición: un puntual “cameo” como trompetista, un instrumento que tocó profesionalmente hasta 2001.

La segunda escena pregrabada de ballet acompañó a la única obra de Beethoven en el programa: seis de sus Doce contradanzas. Y José Carlos Martínez optó por un planteamiento más innovador. Presentó una especie de comedia musical americana de los años cincuenta, con dos parejas y la intervención de un perro, que se ambientó en la Casa-Museo de Beethoven en las afueras de Viena.

Pero Nelsons encaró la recta final del programa con lo mejor de esta edición del Concierto de Año Nuevo. Una versión chispeante y burlesca de la famosa polca rápida Tritsch-Tratsch, de Johann Strauss hijo, con ese genial retrato sonoro de los chismorreos de la prensa sensacionalista. Y, a continuación, ofreció una interpretación de referencia del vals Dinamos (Misteriosas fuerzas de atracción), de su hermano Josef. Ni Muti (1997), ni tampoco Barenboim (2014), han llegado tan lejos como Nelsons al hacer realidad sonora esa ansia del compositor por traducir en música la magia de los primitivos generadores eléctricos.

La principal novedad ha sido la música de Ludwig van Beethoven, por vez primera en esta cita, en conmemoración de su 250º aniversario

Prosiguió la fiesta con los tres bises de rigor. El primero fue, en esta ocasión, la polca En pleno vuelo, de Josef Strauss, con esa forma de emular a las golondrinas que Nelsons trazó con sus brazos. Siguió la tradicional felicitación del Año Nuevo. Y también el famoso vals En el bello Danubio azul, de Johann Strauss hijo, que el director volvió a conjugar con la tradición de la orquesta.

Para terminar, Nelsons aplicó su poder de sugestión con el público de la Sala Dorada en el tradicional palmeo de la Marcha Radetzky. Este año se tocó una nueva versión. Un arreglo con muy pocas diferencias frente al habitual, aunque ahora sin la huella del compositor nazi Leopold Weninger.

Se ha anunciado que, en 2021, Riccardo Muti volverá a subirse al podio del Concierto de Año Nuevo, a pesar de que dijo, en 2018, que no lo volvería a dirigir. Será su sexta vez, camino de los 80 años. Pero ¿quién puede negarle un último baile a la Filarmónica de Viena?

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