La música de un viaje a los infiernos en la España negra
El barcelonés Refree compone la banda sonora de la rompedora ‘La aldea maldita’, obra maestra del cine mudo español
Han pasado 90 años desde que La aldea maldita, de Florián Rey, llegara a las pantallas españolas en diciembre de 1930. Obra maestra del cine mudo español, la tragedia de una mísera familia de labriegos castellanos —se rodó en la provincia de Segovia— tiene tanto de melodrama como de retrato social, y mantiene un poderío visual irrefutable. Como homenaje a esos 58 minutos de cine rompedor —con decisiones formales innovadoras en su momento, como que los personajes anden hacia la cámara—, la Filmoteca Española la proyectará los próximos viernes y sábado con música en directo, con una banda sonora compuesta e interpretada para la ocasión por Raül Fernández Miró Refree.
No es la primera composición para cine del productor y músico barcelonés (44 años), que ha hecho bandas sonoras para una decena de filmes, como Black Is Beltza, de Fermín Muguruza, o la Concha de Oro de San Sebastián Entre dos aguas, de Isaki Lacuesta, en cuya música también participó Kiko Veneno. “Pero este ha sido un reto del que yo no era consciente cuando recibí la propuesta de la Filmoteca”, cuenta por télefono Refree. “No había visto la película, ni tampoco había musicado una película muda, porque no se parece en nada a lo anterior”. Y por lo anterior se refiere a que en esta ocasión no son fragmentos para secuencias, sino “que se escucha constantemente, y debe ir ligado a lo mostrado en pantalla”. A cambio, pasados 90 años de su estreno, nadie queda vivo que pudiera discutirle su creación a Refree: “No tengo recuerdo de haber chocado con un director. Acostumbra a pasar que tienes distintos puntos de vista incluso en decidir si una secuencia lleva música o no, pero lo pactas. Trabajas en pro de los deseos del creador. Aquí ha habido libertad total, y me la he tomado para explorar”, señala.
A mitad de los ochenta, José Nieto, grande de la música cinematográfica española, ya compuso una partitura para La aldea maldita. Se basaba en el piano, en recuerdo al instrumento que se escuchaba en algunas proyecciones de cine mudo en la época de su estreno. “Yo he huido de eso, o de una guitarra en solitario. He investigado a Florián Rey, a su época, y he tomado otros derroteros”, comenta. “No he hecho un timbre unitario durante toda la proyección, sino que entremezclo varios con percusión orquestal y samplers a la antigua, que se nota cuándo empiezan, y guitarras y pianos... Al final me he lanzado a bastantes instrumentos”.
Componer una banda sonora actual para una película muda es un acto artístico bastante habitual: al Napoleón (1927), de Abel Gance, le instrumentó Carmine Coppola; a Metrópolis (1927) le han compuesto partituras desde Giorgio Moroder a Jeff Mills; Matthew Herbert musicó A Message From Mars (1913); la banda inglesa The Cinematic Orchestra ha realizado esa labor para varios filmes, y diversos grupos se han acercado a El acorazado Potemkin. “De estas labores recuerdo haber visto a Herbert en concierto”, cuenta Refree.
La aldea maldita es un viaje a los infiernos y a la redención de una familia de un pueblo castellano arrasado por la sequía. Ellos son Juan de Castilla, su esposa Acacia, el hijo del matrimonio y el abuelo Martín, invidente. Juan y el cacique local se enfrentan, y el labrador acaba en la cárcel. Cuando sale de prisión tres años después, el protagonista descubre que Acacia trabaja en un bar en la ciudad —como el resto del pueblo, ha emigrado para poder sobrevivir— y la encuentra en un reservado de la taberna con un hombre. El agricultor vuelve con ella a la aldea, y la obliga a no salir de casa hasta que fallezca el abuelo, pero sin que Acacia pueda acercarse a su hijo.
Ese mensaje de la ciudad como hervidero de podredumbre moral se ha repetido en clásicos del cine como Surcos (1951), de José Antonio Nieves Conde, o Rocco y sus hermanos (1960), de Luchino Visconti. Incluso el mismo Florián Rey —una estrella del momento y responsable del éxito en el cine de Imperio Argentina— lo repitió al versionar su La aldea maldita con sonido en 1942, abandonando la vertiente más social por la parte melodramática. “Siento que he hecho un viaje muy distinto a todo mi trabajo anterior, porque me basé más en las sensaciones de la película, que me impresionó mucho por ser muy avanzada y dura”, reflexiona Refree. “Habla de las relaciones de pareja de la época, de despoblación de la España profunda... Es muy potente”, añade.
En los pases en directo, a Refree le acompañará la percursionista Núria Andorrà. “Núria viene del clásico, y a pesar de ello saca texturas maravillosas para música contemporánea y es capaz de improvisar”, asegura el productor de Sílvia Pérez Cruz, Rosalía o Rocío Márquez, entre muchos otros. “Y yo estaré al piano, con guitarras y a los samplers”. Y en pantalla podrá volver a verse a Pedro Larrañaga, que encarnó a Juan, mirar con dureza a Acacia (Carmen Viance) y un intertítulo anunciando: “¡Es preciso que mi padre muera sin conocer mi deshonra!”.
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