Muere a los 59 años el cineasta surcoreano Kim Ki-duk por coronavirus
El ganador del León de Oro por ‘Pieta’ y popular en España con ‘Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera’ ha fallecido en Letonia donde preparaba su próxima película
El cineasta surcoreano Kim Ki-duk ha fallecido a los 59 años en Letonia por complicaciones derivadas de la covid-19, según han informado medios de su país. El director de Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera o Hierro 3 se encontraba en el país báltico preparando su próximo largometraje desde el pasado 20 de noviembre y, según la web letona Delfi, murió la pasada madrugada.
Hijo de campesinos, Kim Ki-duk (Bonghwa, 1960) fue albañil, perteneció a los marines (EE UU y Corea del Sur son los dos únicos países con este cuerpo militar), y estudió pintura y escultura en París de 1990 a 1992 antes de dedicarse al cine: “Decidí hacer cine después de un viaje por Europa. Algo cambió sobre mi percepción de la vida, empecé a cuestionarme muchos prejuicios con los que me habían criado. Al volver a mi país empecé a rodar”. “Para hacer películas”, explicaba en una entrevista con EL PAÍS en 2005 en el festival de San Sebastián, donde presentó El arco, “lo importante es vivir la vida. Para mí ha sido la mejor escuela”.
Sus películas, 23 largometrajes, vivieron un fervor festivalero en la primera década del siglo XX. Y devino en una de las figuras de las salas europeas de versión original: “Supongo que las grandes producciones son una tentación para muchos directores. No es mi caso, yo quiero preservar mi idea del cine y aceptar un gran presupuesto significaría asumir una serie de condiciones que no me interesa aceptar. Prefiero trabajar con medios limitados”. Kim, de físico potente gracias a su pasado militar, recorrió durante esos años el continente europeo. Su cine se basaba tanto en la belleza como en una sexualidad que solía derivar directamente a la violencia. Encontraba su mejor material en la sordidez y tensando el alma del espectador, con la idea de dinamitar tabúes. Aunque debutó en 1996 con Cocodrilo, el cineasta entró en el radar de los cinéfilos europeos con La isla (2000). Con esa película se levantó cierta polvareda con dos secuencias de maltrato animal (una rana era golpeada hasta morir y luego pelada, y en otra se mutilaba a un pez). Kim aducía que en Occidente la comida se adquiere sin pensar de dónde viene —ni cómo son sacrificados esos animales— y que seguiría filmando algo que en cambio era natural en su país.
En España Domicilio desconocido (2001) no fue tan popular como Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera (2003), la relación entre un chaval y el monje budista que le educa en un remoto templo flotante. Al año siguiente logró un doblete festivalero formidable: en la Berlinale ganó el premio a la mejor dirección con Samaritan Girl, la historia de una prostituta amateur, y en el certamen de Venecia Hierro 3 ganó un León de Plata y el premio de la crítica, recorrido que siguió con la Espiga de Oro de la Seminci de Valladolid y acabó al ser elegida por la crítica internacional la mejor película del año.
A esos títulos le siguieron, entre otros, El arco (2005), Time (2006), Aliento (2007), Dream (2008), el documental Arirang (2011) —ganador de la sección Una cierta mirada en Cannes—, Amén (2011) o Pieta (2012), León de Oro en Venecia, en donde exprimió su talento para mostrar la violencia en pantalla, lo que también le cosechó criticas calificándole de misógino. “No creo que mis películas sean especialmente intransitables. Si no se entiende algo quizá es que debe verse una segunda vez. Si la segunda vez tampoco ha quedado claro, dele una nueva oportunidad. Todas las películas encierran secretos y esos secretos se van descubriendo poco a poco”, aseguraba. Cuando quiso estrenar Moebius (2013), el retrato de la destrucción de una familia víctima de los deseos incestuosos, el Gobierno de su país se negó a que fuera a salas comerciales, ya que incluía contenidos “perjudiciales para la juventud” y expresiones “inmorales y antisociales”. La asociación de directores coreanos le apoyó en su guerra contra la censura. Sin embargo, finalmente, Kim recortó el metraje para poder mostrarla a sus compatriotas.
Tanta controversia le alcanzó: en 2017 una actriz le acusó de asalto sexual en el rodaje de Moebius. La actriz denunció que le había golpeado reiteradas veces antes de obligarle a participar en una secuencia sexual de la que no había sido informada previamente. Al año siguiente, otras tres actrices le acusaron a él y a su colaborador habitual, el actor Cho Jae-hyun, de agresiones sexuales, aunque no le denunciaron. Del cargo por violencia sexual Kim fue declarado inocente en enero de 2019 por falta de pruebas, no así por el de asalto, que le supuso una pena de unos 4.000 euros. Al ser exonerado, el cineasta demandó a la actriz y a los autores de un documental sobre él, por daños a su imagen, pero perdió en los tribunales. A causa de esas incidencias judiciales, los productores le abandonaron, y ya solo pudo rodar en Kazajistán, donde filmó Dissolve (2019).
Babelia
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