El arte se encierra en su mundo
Las galerías renuncian a participar en ferias internacionales para reducir gastos y vuelcan sus esfuerzos en Internet y el público local
Con su particular selección de artistas, su enfoque temático y conceptual, su tamaño y su ubicación, su perfil de clientela... cada galería de arte es un microcosmos difícilmente comparable con otros. De ahí que previsiones como las que se presentaron en marzo en un informe elaborado por el Instituto de Arte Contemporáneo y el Consorcio de Galerías, que calculaban entre 20.000 y 50.000 euros las pérdidas causadas por el confinamiento para cada uno de estos negocios, resulten ser a un mismo tiempo realistas y complicadas de concretar. Más aun cuando todavía no ha pasado el tiempo suficiente para analizar la situación con perspectiva. “Cada año los ingresos son fluctuantes, aunque no me parecen cifras descabelladas”, apunta Miguel Ángel Sánchez, director de la barcelonesa ADN. “Cada espacio tiene su textura, y mientras que hay casos en los que la galería es el mayor canal de ventas, en el nuestro hemos invertido más en viajar internacionalmente que en lo local”. Como agrega Christian Bourdais, codirector de la madrileña Albarrán Bourdais, además, los suyos no son establecimientos donde los productos se compren de forma compulsiva. “Una venta que hago hoy, la he iniciado hace meses o años”, ilustra. “Por eso, haber parado unos meses no influye tanto en el día a día”.
Aunque las consecuencias del parón tardarán en hacerse visibles, parece claro, con todo, que el batacazo económico se acabará notando. Aunque los precios se mantienen, ya se han hecho ERTEs, se han perdido gastos en alquileres y se ha dejado de participar en ferias, no solo las que deberían haberse celebrado en los meses del cerrojazo, sino también algunas que están por venir. ADN y la madrileña Elba Benítez, por ejemplo, seguramente renuncien a volar a Art Basel Miami Beach en noviembre. En parte, por el riesgo de cancelación y también porque, como indica Benítez, “tenemos que reducir gastos para poder navegar con los ingresos que tengamos hasta final de año”.
Arco, que llegó a celebrarse en febrero, justo antes de la tormenta, dejó unos resultados desiguales. Aunque, como subraya Miguel Ángel Sánchez, “en general, fue una edición buenísima”. Tanto en su experiencia como en la de Elba Benítez, el “pánico” que se generó con la llegada de la pandemia, se tradujo en algunas cancelaciones o posposiciones de ventas. Pero en el caso de Albarrán Bourdais, vieron esfumarse hasta el 80% del negocio que habían realizado. La participación en los sucedáneos online de citas internacionales como la todopoderosa Art Basel, en la que estuvo Elba Benítez, han servido para poder seguir vendiendo algo en estos meses de incertidumbre. Pero tampoco demasiado. E Internet, que la mayor parte de galerías han potenciado como canal de comunicación con público y coleccionistas, también ha permitido que, al menos, las cuentas hayan podido elevarse del cero.
Durante la cuarentena, estos espacios han invertido su tiempo y esfuerzos en imaginar iniciativas para capear el temporal. Muchas de esas ideas no se quedarán en anécdota, sino que pervivirán en el tiempo. La madrileña Freijo ha creado una galería virtual paralela que, como indica su directora, Angus Freijo, se enfocará en el arte digital “para dar más visibilidad a más trabajos de más artistas”. En ADN también han montado proyectos en línea como una tienda para obras de tamaños y precios asequibles o la descarga en alta resolución de trabajos de artistas como Eugenio Merino. Para septiembre, Elba Benítez, que va a enfocarse también en generar una mayor visibilidad a nivel local, lanzará unas Online Viewing Rooms a la manera de gigantes como Hauser & Wirth, que aseguran haber realizado ya transacciones millonarias en el ciberespacio. “La diferencia es que en esos espacios el producto ya está consolidado, sabes lo que vas a comprar, y muchas veces es una inversión”, puntualiza Sánchez, que se declara “escéptico” con las posibilidades de venta de la Red. “La realidad es que en el arte no hay un solo mercado, sino muchos, por lo que las tendencias no sirven para todos”.
Las inaguraciones de las exposiciones, un momento clave en la vida de una galería por el contacto personal y la visibilidad que generan, se encuentran ahora constreñidas por las limitaciones del uso de la mascarilla y la distancia social. Espacios como Freijo y Elba Benítez han seguido conovocándolas, aunque ahora a lo largo de toda una jornada para evitar aglomeraciones. “Aunque ese nunca ha sido nuestro problema, ¡qué más quisiéramos!”, suspira Angus Freijo que, como Christian Bourdais, percibe —ya desde antes del coronavirus— que el público cada vez acude menos a las galerías. “La gente no tiene tiempo, y en ese sentido lo digital te permite mostrar el arte”. En Maisterra Valbuena, sin embargo, han optado por una solución diferente y, por lo que cuenta su codirector Pedro Maisterra, por el momento les está funcionando estupendamente. Con el título de Encuentro, han creado un ciclo de exposiciones que van cambiando orgánicamente, sin fines de ciclo ni inauguraciones. “Echábamos de menos fortalecer las relaciones personales, y este proyecto favorece que vayas más cómodamente, a tu ritmo, y sin la sensación de estar perdiéndote algo”.
Las casas de subastas, pujantes
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