Jean Raspail, el profeta francés de la xenofobia
‘El campamento de los santos’, la novela en la que imaginó una marea de inmigrantes, es un referente de la ultraderecha
El escritor Jean Raspail, quien en su novela El campamento de los santos imaginó el desembarco en Francia de un millón de desamparados del Tercer Mundo, era considerado por sus devotos como un profeta. En los últimos años, su famosa novela, publicada en 1973, volvió a la actualidad coincidiendo con la llamada crisis de los migrantes en el Mediterráneo y el auge de políticos nacionalistas a ambas orillas del Atlántico. Steve Bannon, antiguo consejero áulico de Donald Trump, solía citarlo. Sus detractores veían en él, simplemente, a un racista, algo que Raspail nunca trató de esconder. El sábado murió en París. Tenía 94 años.
Raspail pertenecía a esa estirpe —en ocasiones brillante, otras siniestra— de los escritores franceses de ultraderecha: Maurice Barrès, Charles Maurras, Louis Ferdinand Céline… La suya era una ultraderecha católica y monárquica, nacionalista y reaccionaria, obsesionada por la raza y atrapada en una visión profundamente pesimista del mundo: un campo de batalla tribal en el que veía a su tribu —la de los blancos— cada vez más cerca de la extinción irremediable. “Somos una minoría que cada vez será más minoritaria”, lamentaba en 2017 en una entrevista con EL PAÍS.
El joven Raspail, hijo despreocupado de una familia burguesa y con vagos intereses literarios, no terminaba de encontrar su vocación cuando concluyó sus estudios y se lanzó a una primera carrera de explorador que nutriría sus libros.
En 1949, se embarcó con un grupo de amigos en Montreal y desde ahí descendió en canoa por los Grandes Lagos y el Misisipi siguiendo los pasos de los primeros exploradores franceses. Años después, relataría ese viaje en el libro En canoa por los caminos de agua del rey, un canto nostálgico a la América francesa que no pudo ser.
Otro de sus viajes consistió en cruzar en automóvil el continente americano de Alaska a Tierra de Fuego. Patagonia le cautivó hasta el punto de publicar una falsa autobiografía de Orélie-Antoine de Tounens, el aventurero del Périgord que en 1860 se hizo proclamar rey de Patagonia. Con Yo, Antoine de Tounens, rey de Patagonia ganó en 1981 el gran premio de novela de la Academia Francesa, institución en la que intentó entrar, sin éxito.
En la misma década, y tras autoproclamarse cónsul de Patagonia, lanzó una estrafalaria operación para conquistar fugazmente el archipiélago británico de Minquiers, al sur de la isla de Jersey, en represalia por la guerra de las Malvinas.
En un mensaje en Twitter, Luis Alfonso de Borbón, aspirante al trono francés, elogió a Raspail como un hombre “fiel hasta el final a la Iglesia y a Francia”. Marine Le Pen, líder de la extrema derecha francesa e hija de un buen amigo del escritor, Jean-Marie Le Pen, recomendó a sus seguidores en la red la lectura de El campamento de los santos, un libro, escribe, que “más allá de evocar con pluma talentosa los peligros migratorios, describió despiadadamente, mucho antes que Sumisión, la sumisión de [las] élites [francesas]”. Sumisión es la novela de Michel Houellebecq, admirado por Raspail, cuya muerte coincide con una ola de movilizaciones mundiales contra el racismo. Otro devoto de Raspail es el escritor Renaud Camus, teórico de la Gran Sustitución, un concepto que ha inspirado a terroristas blancos en Nueva Zelanda y EE UU.
La idea de El campamento de los santos le llegó a Raspail por inspiración casi divina. Un día, mirando el Mediterráneo, pensó: “¿Y si ellos llegasen?” Al final de la novela, el narrador hablaba de “la incompatibilidad de las razas cuando comparten un mismo medio ambiente”. “No retiro ni una palabra de esta frase”, diría en la entrevista con este periódico. “Toda civilización aguanta porque de siglo en siglo, de año en año y de día en día las cosas se transmiten intactas. Son los eslabones de la cadena. Si rompes el eslabón, todo se fastidia”.
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