¿Y el público pa’ cuándo?
Para mantener la cultura, más importante que las subvenciones es comprar obra, no cancelar actuaciones, apoyar exposiciones
Estos días hemos leído una noticia buena y otra mala. La buena es que los museos van abriendo y la mala que en Corea han vuelto a cerrar a causa de un repunte. Imagino que su cierre será posterior al de los bares, porque hasta dónde alcanzo a entender los museos son lugares más seguros en una epidemia: tienen control ambiental y no se toca, pese al tan reiterado supuesto cambio de paradigma. Por no haber no hay ni puertas, si acaso ascensores y para eso se repartirá gel. Basta con controlar el número de visitantes, dicen los expertos.
Pero empiezo mal diciendo que los museos van a abrir: nunca han cerrado. En el confinamiento han seguido cuidando las obras, manteniendo contacto con el público a través de la página web, tramitando facturas y préstamos, pagando sueldos, investigando las colecciones, reorganizando el futuro que no es poco… Sería más correcto decir que se abren de nuevo al público, una excelente noticia a juzgar por las impresiones de los primeros en abrir –IVAM, Botín o el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. A este último, como sucede con la exposición de Rembrandt en el Thyssen de Madrid, el virus le pilló con Desorientalismos recién inaugurada, así que se podrá ver la exposición. Además, han organizado un concierto de la cantaora Esperanza Fernández, retrasmitido por streaming en directo desde el museo –lo hace la Filarmónica de Berlín– y habrá próximas actuaciones. Por su parte, Bellas Artes de Bilbao arrancó la reapertura el jueves pasado en el canal de YouTube con el trabajo de Kukai, Txango bat, rodado durante el confinamiento –una forma de entrenar al cuerpo y los sentidos para la propia visita al museo que abre este lunes.
Me emociona que los museos vuelvan a ser visitables y que desde allí se propongan proyectos. Para mantener la cultura, más importante que las subvenciones es comprar obra, no cancelar actuaciones, apoyar exposiciones. Dar trabajo, en suma. Si tuviera Instagram, me postularía como la visitante 0: será estupenda la visita sin tanto atasco. Además, a partir de aquí el futuro de los museos estará en las manos del público general. Los “del sector” llevamos meses opinando sobre cómo van a ser los museos después de la epidemia, si van a ser de nuevo lugares de culto o centros de discusión o incluso de abastecimiento. En este final del primer round, personalmente siento que necesito mucho consuelo y poca teoría; pasarlo bien y hasta ver cosas que me gusten –con perdón. Otros pensarán diferente. Aun así, tengo claro que a partir de este punto será el público el que diga a los museos qué necesita y no el contrario. Igual hay sorpresas. Cuando la muerte ronda tan cerca y hay tregua en la guerra, gana la vida y la palabrería de los expertos pierde fuerza. Así que vayan ustedes a los museos de proximidad cuando se pueda a disfrutar, respetando la distancia social, claro. Ya nos contarán.
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