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La Real Academia busca una definición para el coronavirus

Los miembros de la RAE debatieron en el último pleno telemático el significado de la palabra y de otras de la pandemia para incluirlas en el ‘Diccionario’. La discusión continúa el jueves

Jesús Ruiz Mantilla
Reunión telemática de los académicos del Real Academia Española celebrada el 16 de abril.
Reunión telemática de los académicos del Real Academia Española celebrada el 16 de abril.

El pasado lunes, en la viñeta de El Roto un hombre debidamente protegido cuyo rostro se resumía en una mascarilla, decía: “Lo sabemos todo del virus y nada sobre lo que significa”. El dibujante de EL PAÍS parecía adivinar las intenciones de los miembros de la Real Academia Española (RAE). Desde el pasado jueves, reanudaron sus plenos vía telemática y comenzaron a debatir una posible definición del virus y sus consecuencias para el Diccionario, sobre la que seguirán trabajando mañana y en sucesivas reuniones.

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Desean hacerlo rápido. “Con cierta urgencia, pero con la debida seriedad”, apunta Santiago Muñoz Machado, su director. El bombardeo del vocablo requiere un concepto claro. No solo de la propia palabra que todo lo inunda desde hace meses y ha transformado nuestras vidas. También de otras muchas que arrastra con ella y adquieren nuevas dimensiones, diferentes significados.

Pandemia ha sido el término más buscado en la web de la RAE desde que comenzó el confinamiento. El diccionario electrónico experimenta desde el encierro colectivo un aumento significativo en las búsquedas y ha llegado a 84 millones de consultas, un 27% más de su tráfico en un mes normal. Junto a pandemia, los hablantes rastrearon en marzo también otras: cuarentena, confinar, resiliencia, epidemia, virus, triaje, cuidar... También constan en el listado de las más vistas morgue, moratoria, solidaridad, esperanza, altruismo y resistir.

En el vacío de la calle y en el ruido de los medios de comunicación, aparte de coronavirus o covid-19, se ha multiplicado el uso de otros vocablos relacionados con el asunto que bien no tienen aún lugar en el Diccionario o sencillamente adquieren nuevas acepciones que no deben escaparse a la atención de la herramienta. Es el caso de pico, curva, desescalada, desconfinamiento... O mascarilla, que en el vasto territorio del español, cuenta además con otros nombres que deben recogerse, caso de nasobuco o tapaboca en Cuba y barbijo, en Bolivia.

Todo esto ha alertado a los académicos. Tras la primera sesión que celebraron interconectados desde sus casas el jueves pasado han echado a andar de nuevo las comisiones. Hay dos que ya han comenzado sus trabajos sobre el asunto con la ayuda y asistencia de lexicógrafos. La científico-técnica, por un lado, de la que ha salido una primera propuesta, y la de ciencias sociales, que estudia otras palabras relacionadas.

Procedimiento de urgencia

El físico y divulgador científico José Manuel Sánchez Ron dio una de las voces de alerta hace 15 días. No existía coronavirus en el Diccionario de la RAE. “Dado que nos encontramos en un momento muy particular, creo que deberíamos agilizar el procedimiento para incluirlo”, afirma por teléfono. “No se trata de trabajar sobre una definición excesivamente detallada, algo que corresponde a trabajos especializados, pero sí útil al hablante”, añade Sánchez Ron.

Con tal fin, el médico Pedro García Barreno, miembro de la RAE desde 2006, comenzó a trabajar en una propuesta debatida ya el pasado jueves. No hubo acuerdo, algo nada extraño en los plenos, acostumbrados a amplias discusiones. Continuarán esta semana y de ahí, si la propuesta entra por vía de urgencia, es probable que se incorpore de inmediato. Si no, quedará sujeta a los pasos habituales, que implican la participación y las sugerencias del resto de las academias del español que existen en el mundo. Se someterá a consulta de las mismas pero pedirán sus aportaciones con rapidez.

Por el momento, los académicos han decidido proseguir los debates para afinar más el concepto con vistas a un diccionario de uso común, no especializado. Entraña muchas dudas, incluso respecto al género: ¿masculino o femenino? En el caso de coronavirus, lo primero. Pero la d de covid-19 alude a disease (enfermedad, en inglés). ¿Debe ser femenino? No, arguyen algunos, porque se trata de un nombre propio.

Las dos comisiones aludidas previamente tienen una gran labor por delante. En la científico-técnica participan, aparte de Sánchez Ron y García Barreno, el economista Guillermo Rojo, el dramaturgo Juan Mayorga, el arquitecto Antonio Fernández Alba, el traductor Miguel Sáenz y el escritor y cineasta Manuel Gutiérrez Aragón. La de Ciencias Sociales la forman los escritores Soledad Puértolas, José María Merino y Luis Mateo Díez, el filólogo Ignacio Bosque, el periodista Juan Luis Cebrián, el economista José Terceiro, la historiadora Carmen Iglesias y el filólogo y director honorario de la RAE Víctor García de la Concha.

En esta última, Soledad Puértolas muestra especial interés por términos como desescalada y desconfinamiento. Se trata de buscar el reverso de las definiciones que lo apuntan con arreglo al nuevo contexto. Pero la escritora es muy consciente de que tanto en esos términos como en el propio coronavirus, todos se mueven “en un terreno de vaguedad muy compleja: muta y no conocemos aún el verdadero alcance de sus consecuencias”.

Por ese motivo, se procede con cautela. El debate será intenso esta semana, pero requiere seguridad y consenso para llegar a un acuerdo que deje a todos satisfechos con lo que conste en el Diccionario. “Serán definiciones provisionales, pero en cuestión de lengua, ¿qué no lo es?”, afirma Puértolas.

Mascarilla es tapaboca en Cuba y barbijo en Bolivia

Paz Battaner, que ocupa el sillón s de la Real Academia Española, no ve tanta prisa en que coronavirus entre en el 'Diccionario'. “Los términos científicos tienen mucho interés, pero otras palabras requieren mayor urgencia”, asegura. La filóloga y lexicógrafa, encargada de coordinar el 'Diccionario' de la RAE, no quiere que dentro de unos años la palabra en cuestión pase a formar parte de ese grupo que ella estudió para su discurso de ingreso en la institución en enero de 2017 y que llevaba por título 'Algunos pozos sin fondo en el ‘Diccionario’. “Para mí resulta más práctico revisar esas palabras olvidadas que ahora están en boca de todos”.

Habla, por ejemplo, de la curva o del pico. “Esta aún no cuenta con la acepción que todo el mundo le está dando estos días”, afirma.

Caso aparte es mascarilla, para ella. La RAE analiza todo el territorio hispánico y el término utilizado en España no debe excluir otros. “En Cuba usan tapaboca, que ni requiere explicación por su transparencia”, comenta Battaner. También pronuncian otro no tan evidente: nasobuco. “Viene del término médico nasobucofaringeo, al parecer, pero para el uso común ha sido cortada por la mitad”, asegura la filóloga. Bolivia también utiliza otra palabra:

Así es como la crisis del coronavirus ha puesto sobre nuevas pistas a los miembros de la RAE, tras un parón en los plenos desde el pasado 13 de marzo, cuando la emergencia sanitaria canceló el último presencial. Su labor es ahora delimitar, clarificar y definir un lenguaje imprevisto que ha irrumpido en tromba y de forma invasiva, pero que necesita despojarse cuanto antes de la confusión que le rodea.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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