Debacle de la taquilla del cine en Estados Unidos antes del cierre de salas en Nueva York y Los Ángeles
La recaudación se queda al nivel de hace 20 años mientras este lunes las dos ciudades despiertan con sus pantallas apagadas
La cifra es terrible: 55,3 millones de dólares (49,5 millones de euros). Esa es la cantidad que han recaudado este fin de semana los cines de Estados Unidos y Canadá, que para la industria cinematográfica son un mismo territorio. Las 20 más taquilleras suman 50,3 millones de dólares (45 millones de euros), según la empresa auditora ComScore. Este triste ranking lo encabeza Onward, el último filme de Pixar, con 10,5 millones de dólares en su segunda semana (ha caído un 73%, el mayor descenso en la historia de Pixar), y detrás aparece el mejor lanzamiento de estos días, I Still Believe, drama musical cristiano, que tiene gran público en EE UU y que con 9,5 millones de dólares supera en 200.000 a Bloodshot, protagonizada por Vin Diesel. Esos 55,3 millones de dólares no se habían visto en las taquillas desde el fin de semana del 15 al 17 de septiembre de 2000, con 54,5 millones de dólares, cuando a la cartelera llegaron Juego asesino, con Keanu Reeves, y Bait, con Jamie Foxx.
En comparación con el pasado fin de semana, la recaudación se ha desplomado un 45%. Se veía venir porque las principales cadenas, como AMC o Regal, y salas de cine más independiente habían dejado sus aforos a la mitad para prevenir posibles contagios. En algunos condados de Nueva Jersey y Pennsilvania las autoridades ya ordenaron el cierre de las salas, y propietarios de cines en varias ciudades habían decidido no abrir. Pero no fueron más de 100 en un parque de 6.000 salas.
Si la industria pensaba sobrevivir al coronavirus, con cálculos como el que en The Hollywood Reporter auguraba 7.000 millones de dólares de pérdidas en marzo y 20.000 millones en dos meses en la taquilla mundial, la realidad ha reventado estas estimaciones. Anoche los cines de Los Ángeles y Nueva York abrieron por última vez, antes de recibir la orden de cierre de parte de sus respectivos alcaldes, Eric Garcetti y Bill de Blasio. Ellos son los primeros de un movimiento que en los próximos días seguirá por todo Estados Unidos, como ya ha pasado en España, Italia, Alemania, China y varios países de Oriente Medio.
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