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‘Star Wars’: tres trilogías para tres generaciones

'El ascenso de Skywalker' cierra, tras nueve películas, más de 40 años de la saga

Una empleada de Sothebys observa unos carteles originales de las primeras películas de Star Wars que pondrá a subasta.
Una empleada de Sothebys observa unos carteles originales de las primeras películas de Star Wars que pondrá a subasta.Alberto Pezzali (AP)
Álvaro P. Ruiz de Elvira

Nueve películas en tres trilogías para tres generaciones y tres conceptos de entender el cine comercial. El éxito de Star Wars ayudó a cambiar la estructura de la industria de Hollywood en los años setenta del siglo pasado y desde entonces no ha parado de enlazar productos en el que quizá sea el mayor negocio de la industria del entretenimiento: películas, libros, cómics, videojuegos, series de televisión, parques temáticos, ropa y, sobre todo, muchos juguetes. El 19 de diciembre se estrena El ascenso de Skywalker, la película que pone final a la saga galáctica de trilogías que inició George Lucas hace más de 40 años. La evolución de esta epopeya, que está más cerca de la fantasía que de la ciencia ficción pura, ha ido de la mano de los tiempos. Primero fue una aventura, cine de acción, luego una apuesta por la tecnología y una supuesta madurez, y ahora todo un negocio con la mira puesta en atar a un público ya acostumbrado a estos espectáculos.

“Su carencia de fe resulta molesta” (Darth Vader, Episodio IV: Una nueva esperanza)

Todo comenzó, cuando no existía el concepto de franquicia cinematográfica, en el cuarto episodio de la saga, a mitad de la historia, algo que no formaba parte de un plan maestro para hacer las nueve películas que luego se han hecho. Lo que ahora se conoce como Una nueva esperanza estaba pensado como un filme único, casi experimental por el riesgo que acarreaba su ejecución para los estudios, que no terminaban de ver salida a esta cándida historia de una galaxia lejana llena de planetas, extraños especímenes, androides que hablaban seis millones de idiomas, naves que viajan a la velocidad de la luz y órdenes cuasi religiosas. En su estreno en 1977, ese Episodio IV en letras amarillas ahora tan reconocible en la introducción del principio de las películas no existía, y no apareció hasta el reestreno de la misma en 1981 tras El imperio contraataca (1980).

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La trilogía original, que se completa con El retorno del Jedi (1983), es la de la narración clásica, la del viaje del héroe analizado por el mitólogo Joseph Campbell (un personaje ordinario que comienza una viaje tras reticencias, se encuentra con un mentor, se enfrenta a enemigos, pierde la inocencia, pasa una gran prueba y tras una resurrección regresa victorioso). Esas películas pusieron la base de un universo a medio camino del western (la fanfarria original de John Williams tiene algo de aquellos temas del Oeste de Max Steiner y Jerome Moross y de las películas de aventuras de Erich Korngold), las películas de samuráis de Akira Kurosawa, el ciclo artúrico y aires de la II Guerra Mundial (elementos todos ahora elevados a la enésima potencia en El mandaloriano, la primera serie de acción real de Star Wars). A partir de estas referencias, Lucas creó su propio mitología, fue más allá.

Fueron tres películas en las que Lucas contó con mucha ayuda externa, de Steven Spielberg a Lawrence Kasdan, e incluso Francis Ford Coppola. Una generación que, como cuenta Peter Biskind en el libro Moteros tranquilos, toros salvajes (Anagrama) transformó el anquilosado Hollywood de finales de los sesenta y primera mitad de los setenta. Star Wars es el origen de las grandes franquicias, del cine de palomitas, de las secuelas y precuelas que en el siglo XXI rozan ya la exageración. Un producto perfecto para sus nuevos tiempos en Disney.

“Así es como muere la libertad, con un estruendoso aplauso” (Padme Amidala, Episodio III: La venganza de los Sith)

Una vez que Lucas tuvo claro en los setenta que quería hacer una trilogía, comenzó a asentar las bases del trío de películas que contarían el origen de la saga y del personaje que más le interesaba, Darth Vader / Anakin Skywalker (que a su vez sigue también el viaje del héroe de su hijo Luke y que posteriormente seguiría Rey en la trilogía de Disney). En los episodios IV a VI ya había referencias a la historia que contó Lucas a posteriori en el cambio de milenio: las guerras clon, la separación de los mellizos, el apogeo de los Jedi, la vuelta de los Sith, la relación entre Vader y Obi Wan Kenobi, etc…

La amenaza fantasma (1999), El ataque de los clones (2002) y La venganza de los Sith (2005) fueron escritas y dirigidas por Lucas en persona (en El imperio contraataca y El retorno del Jedi había delegado en otros). Es su trilogía personal, en la que ya no contó con tanta ayuda de fuera. Y el tono es diferente. Esa sensación infantil de aventura de la trilogía original se mezcla con los orígenes políticos del Imperio Galáctico.

El trabajo de efectos especiales que ya había hecho en el reestreno de la trilogía clásica en salas de cine en los años noventa, con retoques y añadidos digitales, que no convencieron a muchos, fueron un banco de pruebas perfecto para su nueva apuesta. “Logré un 90% de lo que quería hacer”, admitió Lucas en su día. La historia que quería contar necesitaba de esos avances tecnológicos que hoy, 20 años después, resultan ya habituales y más que mejorados . Pero hubo un objetivo más que cumplido con esta trilogía: un nuevo público infantil que aprendió que existía esa galaxia muy muy lejana y que se sumó a las hordas de fanáticos ya existentes.

“Tú no eres Vader, eres un niño con máscara” (Líder supremo Snoke, Episodio VIII: Los últimos Jedi)En 2012, el imperio Disney se hizo con Lucasfilm, es decir, con la franquicia galáctica y con la de Indiana Jones, por 3.125 millones de euros. Con los episodios VII y VIII y las películas de Rogue One y Solo: Una historia de Star Wars (el gran fracaso de Disney hasta la fecha) ya ha recaudado los 4.000 millones en todo el mundo desde 2015, a lo que hay que sumarle los miles de millones de euros que también mueven los videojuegos. El gigante del entretenimiento no tardó en preparar una estrategia a larguísimo plazo para estrenar películas y series cada dos años como mucho. Entre ellas, una nueva trilogía que cerrara la saga Skywalker con tres películas que buscaban también homenajear a tres de sus principales protagonistas originales: Han Solo, Luke Skywalker y Leia Organa.

La primera fue El despertar de la fuerza (2015), un mejunje coordinado por el cineasta J. J. Abrams que calcaba muchos elementos de la trilogía original. Funcionó como un gran entretenimiento y, pese a no arriesgar como hizo Lucas en 1999, sí cumplió de igual forma atrayendo a un público que hasta entonces no sabía qué era Star Wars y remando a favor de la igualdad de género y racial. Los seguidores originales quedaron un poco en un segundo plano con una historia que escribió Lawrence Kasdan (guionista también en El imperio contraataca, El retorno del Jedi y Solo).

La siguiente película, el octavo y penúltimo episodio de la saga, Los últimos Jedi, no dejó a nadie indiferente en 2017, para bien y para mal. Lo hizo intentando salirse de lo típico con el director Rian Johnson (cuyas ideas para el episodio IX se retiraron para recuperar a J. J. Abrams, pero se le encargó la concepción de una nueva trilogía alejada de Anakin, Luke y Rey). El ascenso de Skywalker cierra esta historia de cuatro décadas que ha marcado la cultura popular como pocas. Pero la galaxia es infinita y hay muchos planetas que visitar. Recordando la frase de Anakin antes de convertirse en Darth Vader, Disney querrá visitarlos todos...

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