El río Bravo pasa por Barcelona
Los lectores siguen un criterio nacionalista, pero los editores latinoamericanos intentan romper las fronteras entre países
Con la muerte de Claudio López Lamadrid en enero pasado desaparecía el editor que puso Literatura Random House (LRH) en el camino abierto por Seix Barral en los años 60 y reabierto por Alfaguara en los 90: el de América Latina. Las posibles dudas sobre la continuidad de ese sello por ese camino se disiparon la semana pasada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México). Horas antes de que la FIL le rindiera homenaje en sesión “estelar”, sus colegas de LRH de México, Argentina, Chile, Colombia, Perú y España anunciaron el enésimo intento de romper las fronteras entre las literaturas de los países que hablan español para quitarle la razón a Ricardo Piglia cuando dijo que los autores viajan más que sus libros.
Desde 2015 ese intento tiene un nombre: Mapa de las lenguas. Se cumplía un año de la compra de Alfaguara por Penguin Random House cuando Pilar Reyes, responsable del sello recién adquirido, y el propio Lamadrid presentaron en Madrid esa iniciativa. Se trataba de elegir títulos de entre los publicados al otro lado del Atlántico y distribuirlos en librerías españolas sensibles a las letras latinoamericanas. Así llegaron a la indolente Península obras de Fernanda Melchor, Julián Herbert, María Moreno, Fogwill o Raúl Zurita. No está mal para un editor que anunció la idea de esta manera: “En España publicamos mucha literatura latinoamericana pero no interesa nada. A algunos autores de allí les digo que se olviden de España, porque es un páramo, y que intenten primero triunfar en los países de al lado”. Para ser justos, los respectivos mapas tuvieron en América menos eco aún que en España.
Para quitarle la razón al añorado Claudio, sus colegas lanzaron en Guadalajara un Mapa de las lenguas global, es decir, el mismo para todos los países. Así circularán los libros de Pilar Quintana, Nona Fernández, Rodrigo Hasbún o Agustina Bazterrica. El hecho de que las tiradas se muevan entre los 500 y los 1.000 ejemplares da idea de las esperanzas depositadas en el lector español. Como recordó en la feria mexicana Anne Marie Métailié, editora francesa de Horacio Castellanos Moya, Leonardo Padura o Selva Almada, en Europa sigue pesando mucho el boom. De ahí que definiera su labor como el ejercicio perverso de presentar a un autor desconocido a gente que no quiere conocerlo. Ella no se desanima porque, dijo, tiene una consigna: “Lo más duro son los 20 primeros años”.
Babelia
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