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Una muestra revive la construcción de Granada por los bereberes

La exposición en la Alhambra desvela la historia de una dinastía que hace mil años levantó la capital desde cero

Javier Arroyo
La reina Letizia conversa con la presidenta de la Fundación Doctora Leila Mezian, este jueves en la exposición 'La Granada zirí y el universo bereber', en el Palacio de Carlos V de la Alhambra.
La reina Letizia conversa con la presidenta de la Fundación Doctora Leila Mezian, este jueves en la exposición 'La Granada zirí y el universo bereber', en el Palacio de Carlos V de la Alhambra.Miguel Ángel Molina (EFE)

El norte de África fue durante siglos territorio bereber. Desde el oasis de Siwa en Egipto hasta las islas Canarias, ya en el océano Atlántico, y hasta el sur del desierto del Sáhara. Una larga franja de más de 4.000 kilómetros habitada por pueblos que cruzaron el Mediterráneo para llegar al sur de Europa. Una de esas expediciones trajo a Granada a una dinastía con poder, fuerza y capacidad de persuasión suficiente para cambiar la localización de una ciudad completa. Esa dinastía bereber, la zirí, convenció a los entonces residentes de Medina Elvira, a 10 kilómetros de la actual Granada, de que había un emplazamiento mejor para la que estaba llamada a ser capital del Reino de Granada. Corría el año 1013 cuando, apenas cuatro años después de llegar los ziríes al sur de la península, se fundó la ciudad de Granada. La exposición La Granada zirí y el universo bereber,que inauguró ayer la reina Letizia, ofrece hasta abril una visión completa de la cultura bereber y su influencia en Occidente.

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No es tarea fácil echar abajo una ciudad, con el beneplácito de los que la ocupan, para reconstruirla de nuevo a pocos kilómetros de allí. Pero la dinastía zirí, llegada desde la Cabilia, en Argelia, lo hizo. Los convenció de que necesitaban un lugar con “una altura que dominase el territorio y una posición estratégica de cierta elevación en la que construir sus casas y a la que trasladarse todos, hasta el último (...) Posición de la que harían su capital y en cuyo interés demolerían la mencionada ciudad de Elvira”, cuenta la crónica del último rey zirí, Abd Allah, que continúa: “Contemplaron una hermosa llanura, llena de arroyos y de arboledas, que como todo el terreno circundante está regada por el río Genil, que baja de Sierra Nevada”. Allí establecieron Granada.

Y ahí sigue mil años después. Donde los ziríes establecieron su mezquita mayor está el Sagrario de la Catedral y a su alrededor, aprovechando la fecundidad del río Darro, los bereberes establecieron sus lugares de comercio y gestión, explicó ayer Antonio Malpica, comisario de la exposición y catedrático de la Universidad de Granada.

La exposición, que puede verse en el Palacio de Carlos V de la Alhambra, explica Malpica, tiene ese objetivo: “Recordar que la ciudad, y gran parte del sur de España, hunde sus raíces en la cultura de pueblos como el bereber. Por eso es necesario recuperar un diálogo entre el Sur de Europa y el Norte de África”. Y asegura que la Alhambra está donde está por la decisión de construir aquella nueva capital.

Más de 300 objetos dan sentido a una exposición que recorre siglos de esa historia común entre ambos continentes. El recorrido arranca con la contextualización del mundo bereber a través de piezas llegadas del Museo del Louvre, de Argelia, Túnez o Marruecos. La ruta expositiva continúa mostrando la llegada de los ziríes a Granada, puesto en contexto con su época a través de una breve narración de los otros reinos de taifas del momento. Además, hay un espacio para las grandes dinastías norteafricanas, almorávides, almohades o benamerines, que concluye en el siglo XV. La epigrafía (grabados en columnas, puertas, muros,...) y la numismática juegan un papel relevante en la exposición. La última zona de la muestra es más etnográfica y muestra la cultura bereber actualmente.

Entre otras piezas, La Alhambra zirí y el universo bereber exhibe el surtidor de fuente con forma de León de la colección del Museo Nacional de Setif, procedente de la Qla de los Banu Hammad, el bote de marfil de la catedral de Narboma, la arqueta de marfil y esmaltes de Santo Domingo de Silos, que se encuentra en el Museo de Burgos, o la colección de piezas del siglo XI del Museo del Louvre, en especial un pequeño fragmento de loza dorada con epigrafía. Textiles, piezas de madera, cerámica, libros, elementos arquitectónicos funerarios o decorativos configuran una exhibición que, en su parte etnográfica, procede mayoritariamente de la Fundación Doctora Leila Mezian.

La presencia de los bereberes, por otro lado, no es algo del pasado. Se calcula, cuenta Malpica, que en la actualidad hay 35 millones de personas de origen bereber, 20 millones en Marruecos y el resto en la diáspora europea y americana. El término bereber significa originalmente “bárbaro”. Actualmente, la denominación más frecuente, y la elegida por ellos, es amazigh, que se traduce por “hombre libre”. El amazigh es, hoy, un lenguaje vivo que, sin embargo, solo se habla pero no se escribe.

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